Tras evitar una crisis de liquidez y despidos masivos a través de préstamos blandos y los ERTEs, la economía europea y española se enfrentan a una crisis que está siendo más profunda y larga de lo previsto, lo que conllevará, salvo milagro, a un incremento de las insolvencias y, por ende, de la tasa de paro a finales de este año y parte de 2021.
La ‘euforia’ de septiembre, con Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, desvelando que el dato de afiliación era el mejor en décadas incluso un día antes de su publicación, ha podido generar una euforia que no se corresponde con la realidad y mucho menos con lo que está por venir. Las cifras oficiales esconden 2,5 millones de parados ocultos en España, que pronto podrían comenzar a ser parados oficiales.
La realidad es bien diferente. Septiembre suele ser un mes de gran destrucción de empleo por la elevada estacionalidad de la economía española, muy dependiente del turismo. Sin embargo, este verano tan singular ha dejado una dato de empleo en septiembre igual de singular, que pese a haber sido anunciado a bombo y platillo no es demasiado representativo pues la caída del paro tan inusual en el mes de septiembre se puede explicar por menores flujos de entrada como resultado de la congelación de la contratación temporal de corta y media duración en primavera y su escasa recuperación en verano.
Por otra parte, en el mes de septiembre se ha acelerado el crecimiento del paro de larga duración, que no ha cesado de aumentar desde el inicio de la pandemia. Finalmente, la reciente Encuesta de Población Europea muestra que España ha encabezado el ranking de destrucción de la ocupación en el segundo trimestre. Este hecho se produjo a pesar de haberse realizado un notable esfuerzo en mantener el empleo con los ERTE y las prestaciones extraordinarias por cese de actividad y para los trabajadores fijos discontinuos
La situación crítica por la que pasan miles de empresas podría desembocar en un mayor número de insolvencias y cierres que lleven a miles de trabajadores a engrosar las listas del paro. La prorroga de los ERTEs únicamente en determinadas circunstancias va a ocasionar que aumenten las cifras oficiales de desempleo, dado que hasta ahora los empleados acogidos a ERTE no constan como desempleados. En este sentido se mantiene la previsión de paro a final de año entre el 20-22%
Se prevé que la mayor parte de las insolvencias se producirán entre finales de 2020 y el primer semestre de 2021 y de manera desigual, las previsiones destacaban que los mayores aumentos (respecto a 2019) se registrarán en los EEUU (57% para 2021), Brasil (45%), China (20%) y países europeos como el Reino Unido (43%), España ( 41%), Italia (27%), Bélgica (26%) y Francia (25%).
Los expertos de Crédito y Caución creen que la avalancha de concursos de acreedores se producirá en 2021, puesto que el Gobierno ha aprobado un decreto ley por el cual congela los concursos de acreedores hasta el 31 de diciembre de este año. Esos expertos colocan a España a la cabeza del crecimiento de las insolvencias acumuladas en 2020 y 2021, con un aumento del 87%.
Se asegura que las quiebras terminarán llegando antes o después ante la debilidad de la economía y la expansión de la segunda ola de covid y las quiebras pesan mucho en los mercados laborales. El desempleo generalmente aumenta tres veces más si una caída del PIB va acompañada de un aumento de quiebras de tamaño similar. A pesar de que el crecimiento de las quiebras en varias economías ha sido aún muy limitado, puede ser solo cuestión de tiempo, dada la magnitud del shock esto propiciará un aumento el desempleo.
La cuestión es cuándo comenzarán los gobierno a retirar la respiración asistida a las economías. Esta es una pregunta muy importante. Por un lado, mantener el apoyo supone proseguir con el disparatado auge de la deuda pública, pero por otro lado resulta difícil retirar la respiración asistida a un paciente que no puede vivir sin ella. Retirar una parte de la vasta red de medidas que están apoyando el empleo y a las empresas llevará de forma irremediable a un crecimiento exponencial de las quiebras y del desempleo, una reasignación de recursos dolorosa pero quizá necesaria si se quiere pensar a largo plazo. No hacerlo engordará aún más los niveles de endeudamiento público y la economía se convertirá en una especie de zombi, con empresas zombi y trabajadores zombi.
Además, las quiebras y el desempleo podrían reforzarse mutuamente. De una forma clara se puede decir que las quiebras incrementan el desempleo por encima del impacto del PIB. En las economías avanzadas, el desempleo suele aumentar en aproximadamente en 0,4 puntos porcentuales dos años después de una caída en el crecimiento del PIB. Pero el aumento puede ser hasta tres veces, o 1,2 puntos porcentuales, mayor cuando la caída coincide con un aumento de quiebras de similar magnitud
El gran riesgo para el mercado de trabajo es que cientos de miles de personas que actualmente están en ERTE pasen a estar en un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y, en consecuencia, pierdan su empleo definitivamente.
Aunque la situación en España es bastante más grave que en el resto de Europa, dada la elevada vulnerabilidad del tejido productivo al covid, se prevé que algo similar suceda en gran parte de los países de la zona euro. Si se atiende a las previsiones que están realizando instituciones financieras y organismos, se prevé que la tasa de paro en la zona euro aumente desde el 8% actual hasta el 10%, unos niveles que se mantendrán en 2021 y parte de 2022. No obstante, será una decisión política al final la que determine si hay que mantener la respiración asistida y seguir ocultando a millones de parados y de empresas insolventes debajo de la alfombra o si por el contrario hay que enfrentarse a la nueva realidad que ha venido de la mano del covid.
Fuente: El Economista: