A vueltas con el permiso de paternidad.
Cada vez son más frecuentes en política los golpes de efecto, anuncios de modificación de normas que luego se quedan en simples anuncios y no tienen el alcance prometido.
El último, ha sido que el Congreso acordó por unanimidad el pasado 26 junio comenzar a tramitar una norma para elevar el permiso de paternidad a 16 semanas, con el fin de equipararlo al de maternidad. Lo cual cogió desprevenidos a unos tertulianos televisivos a los que escuche esa misma noche, los cuales “compadecían” a las empresas y abogaban por ayudas para que las mismas pudieran compensar el gasto que les supondría la reforma, sin aclarar que el pago de tiempo de permiso lo paga la Seguridad Social.
También fue curioso oír como el líder de Podemos, propulsor de la reforma, confunde los derechos con las obligaciones, ya que dijo que lo importante no es tener un derecho, sino que una ley te obligue a ejercitarlo.
Cabe recordar que el permiso por maternidad y por paternidad constituyen una suspensión del contrato de trabajo, de manera que las empresas no tienen obligación de retribuir al trabajador que lo disfruta, pero sí han de cotizar por la parte de cuota que corresponde al empresario, como si el trabajador estuviera de alta; mientras que éste percibe directamente de la entidad gestora de la Seguridad Social un subsidio por el tiempo estipulado para el descanso o por el que lo disfrute, si es menor, consistente en el 100% de la base establecida para la incapacidad temporal por contingencias comunes.
No obstante, puede ocurrir que las empresas estén obligadas por convenio colectivo o tengan un acuerdo con los trabajadores, cuyo sueldo sea superior a la cuantía de la cotización máxima, en pagarles la diferencia existente entre el subsidio que abona la Seguridad Social y el salario acordado.
