ZP Y SÁNCHEZ (ZIPI Y ZAPE)

Vivimos en la perversión de todos los códigos de la decencia política.

El régimen sanchista crea estos monstruos.

 

Zapatero, el padre espiritual del sanchismo, acaba de alardear del robo de los ERE del PSOE andaluz y dijo sentirse orgulloso de dos presidentes (Chaves y Griñán) condenados por consentir la más grave trama de la democracia española. Más de 680 millones de euros (los que por el momento se han podido probar) cambiaron de bolsillo, de los parados andaluces a los que iban dirigidos, a la faldriquera de sindicalistas corruptos y socialistas aficionados a los bares de lucecitas, y todos con ganas de pasta pública «pa asar una vaca».

 

Del artífice de la obra de demolición del Estado, del resentimiento identitario, del antifranquismo de manual y del cordón sanitario a la derecha firmado ante notario (el Pacto del Tinell), solo cabía esperar una inmoralidad semejante que, por cierto, fue aplaudida con orgullo por el respetable, votantes se entiende del PSOE andaluz.

 

El presidente por accidente que llegó a gobernar España aprovechando la conmoción del 11-M, que alimentó la víbora del separatismo, que se entregó al pacifismo de las pistolas de Otegi, que arrastró al PSOE a una ciénaga en la que sigue (con el exiguo paréntesis de la gestora de Javier Fernández) y que recortó el estado del bienestar como ningún liberal había hecho, ahora va y coloca en el olimpo no ya de la buena praxis, sino de la ejemplaridad, a dos socialistas que avergonzarían a cualquier político honrado. Pero, claro, cuando uno se llena la cuenta corriente haciendo de correveidile de un dictador sanguinario y narcotraficante venezolano, los “chicos” Chaves y Griñán te deben parecer como mucho Zipi y Zape.

 

Con él empezó la decadencia de España, la ruina que casi nos lleva a la intervención de Europa, el negro advenimiento de Pablo Iglesias (al que apadrinó), el rencor en nuestras almas y el odio a las sonrisas impostadas, al talante mentiroso, al léxico pedante, a la cursilería tóxica que su alumno aventajado, Sánchez, ha llevado al clímax.

 

Y a todo esto, ¿qué dice Sánchez? Tan tranquilo. Piensa, con Maquiavelo, que “el vulgo se deja seducir por las apariencias, y en el mundo no hay más que vulgo“. O sea, se recurre al comodín de que viene la ultraderecha y al falaz ascenso de los datos de empleo, y ¡a otra cosa!.  Tras la tercera derrota consecutiva de Pedro Sánchez en las urnas (Ángel Gabilondo, Luis Tudanca y Juan Espadas), los barones y alcaldes ven de reojo las municipales y autonómicas de mayo próximo. “De derrota en derrota hasta la hecatombe final”

 

Fijándonos en la historia, para que el PSOE pierda con claridad en las urnas en unas generales (en autonómicas va acumulando desastres uno tras otro), una mayoría de votantes debe percibir que la situación económica es claramente mala. El presidente lo sabe, pero está claro que adora el poder, aunque sus seguidores lo llaman “capacidad de resiliencia” y no ambición desmedida: Sánchez perdió las elecciones en diciembre de 2015 y en junio de 2016; tuvo que dimitir para que no hubiera unas terceras y algunos diputados del PSOE se abstuvieran para que gobernara Rajoy por segunda vez, pero no tardó en regresar dinamitando a su propio partido y consiguió ser presidente del gobierno pactando con quien dijo que nunca pactaría y en 2019 necesitó dos elecciones para poder gobernar, de nuevo pactando con quien decía que no iba a pactar y cediendo lo que nunca iba a ceder.

 

¿Cómo pretende conseguir Sánchez ganar las próximas elecciones generales? Pues simplemente como ya hizo Zapatero en 2008. En marzo de aquel año, cuando en el mundillo económico la mayoría de voces expertas ya advertían de lo que venía y desde la calle ya se notaban los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria, ZP logró convencer a una mayoría de votantes que no estábamos en una situación de crisis económica con la bobada de la desaceleración y los “brotes verdes”. Y gobernó casi cuatro años más.

 

 

Es evidente que el truco ahora es echar la culpa a Rusia de los peores números de inflación y PIB, criticar (directamente y a través de sus medios afines) al INE y al Banco de España y, sobre todo, presumir de los datos de empleo y de un crecimiento mejor que el del resto de Europa (olvidando aposta que somos quien más atrás está respecto al nivel de PIB prepandemia). Al INE, institución prestigiosa que sigue normas internacionales reconocidas por la UE, le acusan de estar midiendo de forma exagerada el IPC, un ataque a unos funcionarios públicos que seguro no se le perdonaría a un gobierno de otro signo. Al Banco de España, otra institución alabada internacionalmente, así como a su actual gobernador, le dicen que se meta en sus cosas, como si sus “cosas” no fueran opinar, con datos por supuesto, sobre la evolución económica del país.

 

En cuanto a los datos de empleo, ha sido un acierto cambiar los contratos temporales por los fijos discontinuos con la consecuencia, beneficiosa publicitariamente, de que lo que antes eran parados estadísticos, ahora son ocupados. Lo cierto es que basta con ver las horas trabajadas totales para comprobar que en España no se trabaja más que antes de la pandemia aunque haya más ocupados según los datos, y seguimos teniendo las peores cifras de empleo de la OCDE y eso a pesar de un enorme crecimiento del empleo público (pagado con más deuda como casi todo lo demás) en esta legislatura.

 

El gobierno va a seguir gastando y desprestigiando a todo aquel que le critique buscando evitar esa sensación generalizada de crisis cuando llegue la próxima cita con las urnas. Si la prima de riesgo no se desboca este verano, Sánchez lo mismo aprovecha la gran temporada turística para convocar las elecciones este otoño (y no esperar al duro invierno, que lo será a todas luces) e intentar convencer, como ZP en 2008, a muchos que la situación no es tan mala como realmente es… antes de que sea peor aún.

 

Lo cierto es que a Kiev han ido en comandita los tres grandes de la UE (Alemania, Francia e Italia) y se han olvidado de Sánchez y en julio, cuando salga a pedir dinero, le van a clavar el estoque con la prima de riesgo, por mucho que Lagarde diga lo que diga.

 

Pero a Sánchez tampoco le importa demasiado todo esto

pues Bruselas tiene un puesto ya preparado por y para él.

 

Hoy vivimos un momento muy crítico y hay que tener memoria y esperanza: recordar para crear

Solo se puede ser optimista a largo plazo si se es lo suficientemente positivo para sobrevivir a corto plazo

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