La OCDE declaraba en 2018, «en muchos países vivimos mejor que nuestros padres: tenemos niveles de ingresos más elevados, a menudo tenemos mejor educación que ellos, habitamos mejores casas y disfrutamos electrodomésticos y servicios de mayor calidad». Sin embargo, cada vez más voces alertan de que esa progresión no va a mantenerse y que incluso habría empezado a revertirse
A algunas generaciones les trunca el futuro una guerra; a otras, como la de los boomers, la historia les brinda por el contrario décadas de paz y abundancia. Lo normal es, de todos modos, un patrón intermedio: expansiones no tan largas interrumpidas por caídas no tan catastróficas.
Indiscutiblemente hay problemas y problemas. . En la lotería macroeconómica, los mileniales han sido sin duda menos afortunados que los boomers, pero en el largo plazo y con los obligados altibajos, el balance ha sido hasta ahora positivo.
La serie elaborada a partir del Panel de Hogares de la Unión Europea, la Encuesta de Condiciones de Vida y la Encuesta de Estructura Salarial refleja efectivamente una caída en la remuneración media de los jóvenes del 14% entre 1993 y 2019 y avalaría, por tanto, la tesis de que la generación mejor preparada de la historia va a vivir peor que sus progenitores. Pero cobrar menos por el trabajo asalariado no es exactamente lo mismo que vivir peor, un indicador más adecuado es el de las rentas laborales del conjunto, que incorporan «los cambios en la tasa de ocupación». Estas «rentas laborales del conjunto» se incrementaron hasta un 45% entre 1993 y 2007, volvieron al nivel de 1993 en 2013 y habían progresado hasta un 20 % en 2019. Lo más que pudo decirse en los peores momentos de la crisis es que los jóvenes vivían igual, pero no peor que sus padres.
Los resultados desmienten todas las conjeturas sobre averías, de un tipo u otro, en el ascensor social. Los estudios realizados en Francia revelan que, entre 1970 y 2003, la movilidad progresó de forma continua, en particular la de las clases bajas. También en el Reino Unido se han comparado datos de 1990 y de 2005 con resultados similares. En cuanto a España, a lo largo de ese período las pautas de movilidad no dejaron de aumentar. La movilidad absoluta global, es decir, la que mide cuántos jóvenes comparten la categoría profesional de sus padres y cuántos están en una distinta, ha mejorado claramente entre 2005 y 2019, con unos seis puntos porcentuales más de «móviles ascendentes, más o menos los mismos de móviles descendentes, y menos de inmóviles, tanto entre hombres como entre mujeres».
«Toda vida es, mientras se está viviendo, más o menos angustiosa, porque consiste en problemas indómitos», (José Ortega y Gasset). El colapso de las subprime, la covid o el calentamiento global se yerguen frente a nosotros terribles y amenazadores, mientras que, al volver la vista atrás, vemos junto a los problemas que nos abrumaron las soluciones, mejores o peores, que recibieron.
Las personas siempre nos sentimos con el agua al cuello. Un golpe de mala suerte nos puede sumir en la ruina, pero caer en la autocompasión es el inicio de una pobreza mucho peor, porque es irreversible y no se abandona ni cuando las cosas mejoran.