SANIDAD: AHORA LA ATENCIÓN PRIMARIA
El colapso hospitalario fue el gran protagonista de la primera oleada de Covid-19: la falta de respiradores, los médicos con turnos interminables y sin equipos de protección, el triaje en urgencias que podía dejar a alguien fuera tan sólo por su fecha de nacimiento… aunque los aplausos de las ocho eran teóricamente para todos los profesionales sanitarios, pocos pensaban en el médico del ambulatorio, el que más contacto tenía hasta la fecha con cualquier individuo.
El gran número de síntomas asociados a la COVID-19 dificulta el trabajo diario de los sanitarios. Los médicos creen que esta situación va a empeorar cuando bajen las temperaturas y comience la temporada de catarros y gripes. “Puede ser para echarse a temblar porque vendrán personas con mocos y décimas. Y es lógico porque la gente está nerviosa. La COVID-19 puede emular muchas sintomatologías distintas y no significa que todas sean por coronavirus, ya existían antes de la actual pandemia“, dice un doctor de atención primaria. La única forma de discriminar si es COVID o no es con una PCR. Se traduce en datos: todas las comunidades han aumentado el número de PCR que se realizaban al comienzo de la ‘nueva normalidad’. Pero precisamente las PCR se han derivado en general a la Atención primaria. Así se cierra el círculo vicioso.
Los médicos de Atención Primaria advierten de que con tantos síntomas posibles y la población hipersensibilizada –por miedo, desinformación y también por responsabilidad– se están multiplicando las consultas. Y aún la temporada de catarros y gripes no ha comenzado. Los sanitarios piden calma para que no se sature la atención sanitaria. Y es que cada vez hay más profesionales de baja por ser personal de riesgo, infectados, embarazos o incluso vacaciones, mientras que los pocos que resisten están desbordados: “Las costuras de la atención primaria ya estaban bastante desgastadas antes de la pandemia y ahora están a punto de reventar“.
Es la tormenta perfecta. Un coctel de aumento de casos, responsabilidad y miedos combinados con una situación estructuralmente débil de la Atención Primaria que la pandemia ha terminado de socavar. Los factores son muchos. Uno es estructural, las plantillas están mermadas, cada vez hay más jubilaciones sin personal de relevo, la gente está agotada, hay muchas bajas por COVID-19 o por ser contactos. Otro es que la enfermedad cada vez es más compleja, al principio había tres síntomas claros que se repetían: tos, dificultad respiratoria y fiebre. Ahora se habla de falta de gusto, de diarrea… cualquier síntoma puede ser achacado al COVID-19.
Con una situación de transmisión comunitaria, la gente está preocupada y se contacta por cualquier posible síntoma que pueda deberse al Covid-19. Sigue habiendo incertidumbre y en los casos en los que no se haya estado en contacto con un positivo, se recomienda hacer seguimiento y estarse atento a si se empieza otros síntomas. En la mayoría de comunidades se tratan de resolver las consultas, si los síntomas lo permiten, por teléfono. A la mínima que se tiene sospecha, hay que llamar y valorar, aunque sea por teléfono. Es el primer filtro para evitar colas en los centros de salud y evitar exponer a los pacientes a lo que se considera “un foco de contagio”. Pero las llamadas se agolpan y existen dificultades para pedir cita. Eso obliga a los centros de salud a pasar largas horas al teléfono y compatibilizarlo con las visitas presenciales. Los pacientes que demandan más tiempo, dicen los médicos consultados, son aquellos que acaban de dar positivo en una prueba, pues en muchas comunidades los facultativos de Primaria asumen la avanzadilla del rastreo a los convivientes
EDUCACIÓN: LA VUELTA AL COLE
LAS ENFERMERAS ESCOLARES: NECESARIAS, PRECARIZADAS E IGNORADAS
La vuelta al cole para iniciar el curso escolar 2020-21 llega marcada por el coronavirus, que obliga a adoptar medidas excepcionales en colegios e institutos para proteger la salud de alumnos (y sus familias) yde profesores. Por la naturaleza activa de los niños y jóvenes, se deben extremar todas las precauciones para evitar la transmisión del COVID-19 en los centros educativos y que no se conviertan en un nuevo foco de contagio. Esto, sin duda, pasa por el control que realizan las enfermeras escolares, figura clave ya antes, pero todavía más ahora para prevenir y detectar posibles casos de COVID-19 en los colegios”
A pesar de que en nuestro país hay antecedentes desde hace 40 años de la existencia de enfermeras escolares, esta figura apenas ha sido desarrollada, ni está consolidada en España; y tiene una implementación desigual en el territorio nacional, teniendo en cuenta la transferencia de competencias de Sanidad y Educación a las comunidades autónomas.
La función de estos profesionales, que puede ser fundamental en las escuelas, va desde una labor asistencial para niños con enfermedades crónicas (diabetes, alergias, discapacidades, problemas motóricos…) y auxilio en problemas puntuales, hasta competencias de educación en salud(prevención de enfermedades, vida sana…).
En los últimos años, Madrid ha sido la región donde más se ha desarrollado esta profesión en la educación pública. Pero solo hay unas 400 profesionales lo que es totalmente insuficiente. Las contrataciones, a pesar de que las necesidades de enfermera en el centro sean permanentes, se hacen solo para el curso escolar, empieza en septiembre y finalizan cuando termina el curso en junio; y no se garantiza que sea la misma enfermera la que cubra el puesto de un curso para otro. Desde hace unos años están haciendo contratos de obra y servicio. Además, a pesar de ser contratados por la Consejería de Sanidad, este personal se deriva mediante un concierto a Educación, que distribuye el trabajo. Esa doble dependencia también genera tensión.
Para la presidenta de Amece (la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar), las enfermeras escolares son necesarias en todos los colegios del paísporque no son un lujo, sino una necesidad de la sociedad. Los padres puedan conciliar mucho mejor si tienen un niño con una enfermedad crónica, que cada vez son más frecuentes, como diabetes, alergias, epilepsia u otros muchos problemas y enfermedades raras. También hay que tener en cuenta que suceden pequeños accidentes.
Función especial en tiempos del covid-19. De las crisis nacen oportunidades y esta puedeponer en valor todo el trabajo que pueden hacer las enfermeras en el colegio. Serían clave en competencias específicas, ya que pueden trabajar temas de prevención, control de infección e higiene de mano y espacios, entre otras. Todas ellas son medidas necesarias para evitar la propagación del coronavirus y también podrían dar soporte a situaciones que puedan estar más ligadas a la patología en cuanto a detección precoz.
Además, estos profesionales de la enfermería podrían jugar un papel clave para hacerles ver a los niños que pueden ser vectores de transmisión de la enfermedad de una forma muy rápida y convencerles de la importancia de las labores de contención.
No obstante este perfil profesional parece que no ha sido contemplado con rigor en ninguna autonomía como una pieza fundamental en el control y seguimiento de la pandemia entre los “usuarios” de la vuelta al cole: alumnos, profesores y familiares de ambos.
LA SEGURIDAD SOCIAL (PENSIONES, INCAPACIDADES, IMV,….)
Y EL SEPE (LAS PRESTACIONES DE DESEMPLEO
El atasco burocrático que experimenta en general la Administración Pública tras los peores meses de la crisis sanitaria ha provocado un colapso que ha dejado en punto muerto las gestiones más ordinarias de las distintas instituciones gubernamentales. El país está al ralentí. No solo por la situación sanitaria, (los rebrotes que se multiplican y que obligan a tomar medidas que suponen frenar la actividad económica), sino porque la Administración no puede gestionar todo lo que se le ha venido encima. La Seguridad Social es un buen ejemplo de ello. El ministerio de José Luis Escrivá tiene graves problemas para despachar lo que los funcionarios acumulan encima de sus mesas o en los archivos de sus ordenadores.
Cuando reabrieron las oficinas del SEPE, los empleados públicos temieron por su integridad física al ser objeto de insultos, agresiones en muchos casos, por parte de aquellos trabajadores desesperados porque llevaban meses sin recibir prestaciones, subvenciones, ayudas y, especialmente porque no habían cobrado la parte correspondiente de los ERTEs que asume el Estado. Las cifras que ha dado el Gobierno sobre el número de beneficiarios que han ido cobrando correctamente su prestación siempre han bailado respecto a las que daban los sindicatos del SEPE o los gestores administrativos, que son los que se encargan de tramitar estas pagas a diario junto con el servicio de empleo. Además, los continuos testimonios de los afectados, que han estado meses esperando sin cobrar un solo euro, se han venido repitiendo sistemáticamente.
Los sindicatos hablan de colapso en la tramitación y la atención presencial de solicitudes de pensiones, prestaciones o el Ingreso Mínimo Vital. CCOO contabilizó en 600.000 las llamadas a la Seguridad Social que no han sido contestadas. Los sindicatos explican que es normal que después de meses de confinamiento una vez que haya comenzado la desescalada, los trabajadores vayan a solicitar su pensión o su prestación. Pero recuerdan que la Seguridad Social debería haberlo previsto. Desde el ministerio explican que “lógicamente, las medidas de seguridad hacen que no se puedan citar tantos ciudadanos al día como antes”. Y explican que por eso se han habilitado sistemas telemáticos”. Pero esta situación no se limita al periodo que comprende la crisis sanitaria porque, el año pasado, conseguir cita previa por internet, tanto para trámites en el Instituto de la Seguridad Social como para la Tesorería, ya era misión casi imposible. La congestión también la está sufriendo la Seguridad Social, donde se acumula un 80% de peticiones del Ingreso Mínimo Vital (IMV) sin respuesta y se están duplicando los plazos para realizar las altas de jubilación, normalmente en torno a 15 días, y que a causa del cuello de botella generado tras el confinamiento se están concediendo a un mes.
También el SEPE, por circunstancias directamente relacionadas con las medidas aprobadas para combatir la pandemia, como la extensión de los ERTEs y la facilitación de los mismos, está experimentando retrasos en la resolución y pago de las prestaciones por desempleo de todos los trabajadores, afectados o no por un ERTE.
Sin embargo, no solo el colapso está afectando a estos organismos que, por su naturaleza, asumen mayores cargas de trabajo a raíz de la crisis económica y el impacto en el mercado laboral, sino que otros estamentos están experimentando la congestión que supone recibir de golpe las solicitudes y procedimientos administrativos que los ciudadanos han pospuesto durante los peores meses de la crisis sanitaria.
Un problema de cargas burocráticas que también se ha instalado en el Ministerio de Justicia, donde se acumulan los expedientes para conceder la nacionalidad española sin resolver. El ministro de Justicia admitía recientemente la existencia de “un gran atasco” en la tramitación de los expedientes de nacionalidad española por residencia.