La contratación indefinida de trabajadoras ha crecido 44 puntos menos que la de los varones
El 45% de las que trabajan a tiempo parcial lo hacen porque no encuentran nada mejor
La enorme diferencia en oportunidades profesionales y calidad del empleo entre hombres y mujeres sigue siendo uno de los lastres endémicos del mercado de trabajo, sin que la reforma laboral y otras medidas en materia de conciliación hayan reducido la brecha. Solo han cambiado sus síntomas. Así, la firma de contratos indefinidos con trabajadoras ha crecido 44 puntos porcentuales menos que las protagonizadas por varones, mientras que apenas 4 de cada 10 de los empleos estables conseguidos por ellas son a tiempo completo.
Esto no significa que se haya precarizado el empleo de las mujeres, todo lo contrario si nos atenemos a las grandes cifras: logran más contratos fijos que nunca y eso es una buena noticia. Pero siguen quedando muy por detrás de los de sus compañeros, lo cual exige un ejercicio de análisis en profundidad que los agregados en los que se suele expresar la evolución del mercado laboral no siempre permiten realizar.
En el pasado mes de enero se firmaron 508.215 contratos indefinidos, una cifra que supera en un 185% los suscritos en el mismo mes de 2019 (el periodo pre-reforma más comparable por no estar influido por la pandemia). En el caso de los varones, el incremento fue del 199,4%. En el de las mujeres, de un 155,4%. Hoy, ellas firman un 34,1% menos de contratos fijos que ellos, cuando hace seis años la diferencia era del 22,9%. De hecho, la distancia actual es la más alta entre ambos géneros desde abril de 2001.
Hay que tener en cuenta entonces apenas se firmaron 87.856 contratos indefinidos, un 7,9% del total. Hoy este porcentaje supone el 41,9%: una mejora sustancial pero que no marca el mismo baremo para hombres y mujeres. Para ellos se eleva al 46,2%, para ellas cae hasta el 36,5%. En enero de 2025 las mujeres suponían el 45,3% del total de los contratos firmados, pero solo el 39,7% de los indefinidos, el porcentaje más bajo desde 1999.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no ha dudado a la hora de calificar como ‘feministas’ medidas como la subida del SMI o la reducción de la jornada a 37,5 horas. No le falta razón cuando tenemos en cuenta que ellas cobran salarios más bajos y acaparan el 63,8% de los contratos a tiempo parcial, el porcentaje más alto desde 2011.Si acudimos a la EPA vemos que hay 2,52 millones de ocupadas a tiempo parcial frente a 806.400 varones.
Según esta misma estadística, el 44,7% lo hacen porque no encuentran un trabajo a jornada completa, por encima de sus responsabilidades familiares. Entre los hombres, este mismo porcentaje se sitúa en el 44%. Un porcentaje que se ha reducido en los últimos años para ambos géneros, pero que aporta un matiz llamativo: y es que, aunque sea por unas décimas, es la primera vez desde 2009 que la tasa es mayor para ellas. Unos datos que resultan especialmente llamativos en un momento en el que empresas de muy diversos sectores hablan de falta de mano de obra.
Un problema para la economía y las personas
Esto lleva la cuestión va más allá de los aspectos sociales, políticos o incluso ideológicos para entrar de lleno en el terreno más macroeconómico del estudio del mercado laboral. Y es que si ha habido un factor dinamizador del empleo en España es la incorporación de la mujer. Desde 2008 (cuando arranca la serie histórica de la EPA), los ocupados varones han descendido un 2,6%, mientras las mujeres han aumentado un 17,8%. Esto muestra que han sido el motor de la recuperación tras la crisis financiera. Que sus empleos sean peores es un problema a tener en cuenta porque condiciona todo tipo de decisiones económicas, de consumo, pero también personales.
Por ello es tan significativo el efecto de la reforma laboral, porque permite contrastar como una norma diseñada específicamente para mejorar la calidad del empleo sigue teniendo un efecto muy desigual.
Un análisis de la serie histórica revela que hasta la reforma el margen era mucho más estrecho que hoy. Significativamente, en 2012 hubo un momento en el que las mujeres firmaron más contratos indefinidos que los hombres. Pero se debió a la ‘regularización’ de las empleadas del hogar en ese año, que obligó a hacer cientos de miles de contratos indefinidos a mujeres que antes trabajaban en la economía irregular.
El que se considera el avance más sustancial en la calidad del empleo de estas trabajadoras, impulsada por el Gobierno del PSOE en los últimos meses de José Luis Rodríguez Zapatero y ejecutado ya con el PP de Mariano Rajoy en la Moncloa, sin embargo, tuvo un carácter excepcional y limitado en términos de estadísticas de contratos. La situación cambia radicalmente con la reforma laboral, si bien la diferencia entre hombres y mujeres es notoria.
Paradójicamente, en el caso de los contratos temporales, la brecha ha tenido el comportamiento inverso. Históricamente, los hombres también han firmado más contratos temporales que las mujeres, pero la diferencia era mayor que en el caso de los indefinidos, con un porcentaje del 25,6% en enero de 2019. En el mismo mes de 2025 se había reducido al 2,3%.
¿Cómo se explica esto? La reforma laboral redujo la contratación temporal a su mínimo histórico, restringiéndola a aquellos puestos que no pueden ser cubiertos por un indefinido (ordinario o fijo discontinuo). Esto ha tenido un efecto claro en sectores como la construcción o en industrias donde hay una mayor presencia de varones, pero no en sectores como la hostelería, el comercio, la educación, la sanidad, los servicios sociales o los servicios de escasa cualificación, con un mayor peso femenino.
Precariedad indefinida
Pero las mujeres no solo firman menos contratos indefinidos, firman menos contratos fijos a tiempo completo. El 14,6% de los que suscriben los varones son a jornada parcial y el 31,3 fijos discontinuos. Esto reduce al 55% los contratos a jornada completa. En el caso de las mujeres los porcentajes resultan muy diferentes: un 34,8% son a tiempo parcial y un 25,5% fijos discontinuos. Esto implica que solo un 39,7% son a tiempo completo.
La divergencia es significativa. Las mujeres solo firman el 32,5%% de los contratos a jornada completa, uno de los porcentajes más bajos desde 1998, aunque en enero de 2019 solo llegaba al 35%. Así las cosas, los hombres logran un 51% más de empleos de la ‘máxima calidad’ que las mujeres.
Estos datos muestran que, si bien la calidad el empleo de las mujeres ha mejorado (ya que firman un 95% más de contratos indefinidos ordinarios a tiempo completo que en enero de 2019), tienen menos oportunidades de obtener uno que los varones (para los que el incremento es del 122%).
No solo eso, en el último año esas firmas se están reduciendo a más velocidad en el caso de las trabajadoras. A priori que se firmen menos indefinidos de calidad que en el primer año de la reforma (2022) es lógico e incluso tiene una lectura positiva: que haya más empleo estable reduce la necesidad de hacer contratos, especialmente entre los fijos. El problema es que, como hemos visto, que si las mujeres siguen muy lejos de igualar los niveles de sus homólogos masculinos. Y en este caso, cualquier ajuste es un paso atrás.
Fuente: Las mujeres se quedan con lo peor del empleo en España tras la reforma laboral