La senda de moderación que inició la inflación en 2023 tras un año récord de los precios estuvo en sintonía con la evolución del gasto medio por hogar, que el año pasado fue de 32.617 euros. El aumento del 3,8% respecto al año anterior (1.207 euros más) es notablemente inferior al anotado en 2022 (7,9%), cuando la estadística recuperó el nivel previo a la pandemia coincidiendo con los meses más complicados para la inflación.
La última Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2023 publicada este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE) incorpora las cifras del censo 2021, por lo que impide la comparación con años anteriores. Es el contexto económico ayuda a traducir los datos. 2023 fue el primer ejercicio libre de pandemia (sin restricciones, con recuperación en el empleo…) y estuvo marcado por la desaceleración de la inflación, que si bien siguió alta, se moderó hasta dejar el IPC medio en el 3,5% con la salvedad del precio de los alimentos, que se encarecieron en tasas por encima del 10% la mayoría de los meses. También fue el año de la vivienda, con precios aumentando hacia cotas próximas a las de la burbuja inmobiliaria.
La mitad del presupuesto fue a vivienda y comida
De cada 100 euros que se gastaron los hogares en 2023, más de 60 se destinaron a tres grandes grupos: 31,8 euros fueron a la vivienda (alquiler, recibos de suministros…), que en total absorbió 10.367 euros en el año, 16,4 se gastaron en alimentación y bebidas no alcohólicas (con 5.333 euros en total), 11,6, en transporte (3.778 euros) y 10,2 acabaron en restaurantes y hoteles, lo que ascendió a 3.311 euros en los 12 meses. En conjunto, algo más de 48 de cada 100 euros fueron a la casa y a la comida y casi 22 a transporte y comer o dormir fuera de casa
La tasa de variación anual abre un segundo análisis sobre el consumo de los hogares el año pasado. Pese a que una tercera parte del gasto fue para la vivienda (la mayor partida), el que más creció con respecto a 2022 fue el de restaurantes y hoteles, en concreto un 13,2% mas frente al 1,5% que avanzó el primero, que se mantuvo estable junto con la enseñanza (repuntó otro 1,5%, hasta 486 euros). Ocio y cultura, con 1.651 euros en total, fue el segundo apartado con mayor aumento del gasto en el año, un 9,1%, seguido del correspondiente a vestido y calzado (8,1% hasta los 1.319 euros). Sólo cayó el gasto en bebidas alcohólicas (que sigue renqueante) y comunicaciones. Los alimentos, cumpliendo el guion de la inflación, exigieron un esfuerzo un 5,6% mayor que el año anterior.
La vivienda se come más del 60% del presupuesto de los hogares con menos nivel de gasto
El nivel de ingresos termina de contextualizar el tablero. La encuesta indica que el 1,8% de los hogares tuvo unos ingresos netos mensuales de hasta 499 euros y un 9,3% de entre 500 y 999 euros. Es decir, el 11,1% de las familias no llegó a percibir 1.000 euros mensuales, nivel muy alejado del 6,18% que protagoniza el otro extremo con ingresos de más de 5.000 euros al mes.
Más allá de la media nacional, diferenciando por tipología de hogar, la estadística arroja otras realidades. Algunas obvias, como que los hogares formados por una pareja con hijos fueron los que tuvieron mayor gasto promedio en 2023, con 41.339 euros (1.742 más que en el año anterior) mientras que los unipersonales, tanto con miembros mayores de 65 años como menores de esa edad, fueron los del gasto más contenido, en torno a 21.000 euros en el año. Otras entrañan más complejidad, como la que indica que los mayores incrementos del gasto los anotaron los hogares de una sola persona menor de 65 años (+5,1%) frente al aumento registrado por las parejas sin hijos (4,8%).
El nivel de consumo que puede asumir un hogar es clave. La encuesta, que divide los tipos de familias por quintiles de menor a mayor gasto, muestra que el 20% los hogares del primer quintil (los que tuvieron un desembolso medio de 15.880 euros) destinaron más de la mitad del presupuesto (el 63,5%) a la vivienda y a los alimentos. La realidad fue distinta para el 20% de los hogares con mayor gasto (quintil 5), que destinaron menos de la mitad de sus ingresos (39,4%) a este tipo de gastos y, sin embargo, se dejaron más de un tercio (34,7%) en transporte, restaurantes y hoteles y ocio y cultura, frente al 14% de los hogares del quintil 1.
LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA NO ESTÁ SIENDO EFICIENTE PARA CREAR EL MERCADO DE VIVIENDA QUE SE PRECISA
Tanto alquilar como comprar se han vuelto opciones casi prohibitivas en las principales ciudades españolas. A modo de ejemplo vemos que, si queremos alquilar en ciudades como Madrid, Barcelona o Palma, los precios han subido más de un 34% desde 2019.
Es conocido que los precios de las viviendas, tanto los de alquiler como los de compra, suben (o bajan) debido a la oferta y demanda de viviendas, la evolución de los costes del suelo, la financiación y las diferentes políticas públicas, siendo las dos primeras, la oferta y la demanda, las que más efecto tienen. Las subidas de precios se están dando en ambos mercados, el de compra y el de alquiler, porque no hay suficiente oferta .
Sin embargo, las medidas que se están tomando recientemente no van en la línea de aumentar la oferta, aumentar la cantidad de suelo, sino que lo que estamos viendo son intentos por hacer la vivienda más accesible por la vía de la fijación de precios máximos. Un control, por otro lado, que ya se ha intentado llevar a cabo con desastrosas consecuencias en ciudades como Berlín donde después de una reducción inicial, los precios repuntaron con fuerza.
De acuerdo con datos del ministerio de Fomento, en el periodo de 2019 a 2023, se han construido de media en España 93.543 viviendas, mientras que los hogares crecen a un ritmo de 180.000 al año. Así, el problema requiere de soluciones que no se improvisan en unos meses, sino que requieren de años de trabajo para empezar a dar sus frutos, así como de visión de futuro para marcar el camino y mantenerse en él y las políticas públicas deben estar encaminadas a atajar el problema de raíz en lugar de poner parches rápidos y fáciles a un problema complejo.
LA VIVIENDA SOCIAL EN ESPAÑA. Hay que destacar que el 80% de los problemas de los servicios sociales están relacionados con la vivienda. Se destaca la necesidad de un parque de alquiler social y asequible. La falta de vivienda asequible es un limitante para el crecimiento del empleo y la emancipación, afectando negativamente la creación de empresas y la innovación.
España, con apenas un 2,5% de viviendas sociales del total de viviendas principales, tiene una cifra significativamente inferior a la media de la UE, que se sitúa en un 9,3%. Los países europeos con mayor porcentaje de vivienda social son Países Bajos, con un 30%; Austria, con un 24%, y Dinamarca, con un 20,9%. Grecia, Letonia, Lituania, Chipre y Malta no cuentan con vivienda social. Necesitamos 1,2 millones de viviendas sociales para alcanzar la media europea del 9,3%”. Entre el 5 y el 10% de las viviendas deben ser sociales aunque esta cifra varía entre comunidades autónomas.
Con un número total de 290.000 viviendas sociales, la inversión española en este sector también es notablemente baja. Pues mientras que la media europea destina un 0,55% del PIB a la vivienda social, España dedica solo un 0,15% Según el Banco de España se requieren 600.000 viviendas sociales para 2025 y un total de 1,5 millones de viviendas. “Funcas dijo que necesitamos el 5% del PIB para lograr esto.
España es uno de los países que más vivienda social ha producido, pero enfocada principalmente a la venta, y con una política de descalificación que ha hecho que muchas viviendas hayan pasado al mercado libre. La construcción de Vivienda ha experimentado una disminución significativa en los últimos años. En los últimos tres años se han construido 6.000 viviendas de Protección Oficial (VPO), y en 2023 se registró el número más bajo de la última década con 5.441 viviendas.