Nos tememos que, con el afán de informar, en todos los medios de comunicación los autodenominados “expertos” (tantos epidemiológicos como estadísticos) están abusando de sus pretendidos conocimientos para evaluar la evolución pasada de la pandemia y, sobre todo, para pronosticar su evolución futura.
Para ello se valen de ciertos indicadores que, sacados de su significado riguroso, no hacen más que ampliar la ceremonia de la confusión, los más habituales son:
IA (INCIDENCIA ACUMULADA): es el número de casos de contagios constatados mediante pruebas (fundamentalmente PCR y test de antígenos) aparecidos en un periodo entre el número de personas que están libres de la enfermedad al inicio del periodo. En el caso del seguimiento diario del Covid-19 el criterio se ha fijado en una muestra de 100.000 habitantes. Los expertos señalan que el periodo que mejor refleja la situación epidemiológica de un territorio es la incidencia acumulada de 14 días debido a los retrasos en las notificaciones de los nuevos contagios y los tiempos que tarda un virus en manifestarse en las personas. Mientras que la incidencia acumulada a 7 días adelanta la tendencia que está tomando el virus al dar una foto más reciente de los contagios.
Se considera nueva normalidad si la incidencia acumulada a 14 días se sitúa por debajo de los 20; de bajo riesgo si están entre 20 y 50; de riesgo medio si se sitúa entre 50 y 150; riesgo alto entre 150 y 250; y riesgo extremo si sobrepasa los 250.
Es preciso puntualizar que este “riesgo” no es tanto un riesgo de contagio (que también) sino fundamentalmente un riesgo para que el sistema sanitario no colapse por la atención a los hospitalizados por la Covid-19 en detrimento de otras enfermedades habituales y que conviven con la pandemia.
El GRAN PROBLEMA de este indicador es que está en función de las pruebas realmente realizadas y, por eso, en la denominada 1ª ola la IA era mucho menor que en las denominadas 2ª y 3ª olas, sin que ello sea un reflejo real de la evolución de la pandemia. Hace un año solo se detectaban los casos de aquellas personas que acudían a los hospitales en estado más grave, es decir, «la punta del iceberg».
HOSPITALIZADOS: Se estima que sólo son el 10% de los contagiados detectables. El 85% de los hospitalizados se recupera en 1 semana y el 10% pasa a la UCI a los 4 días de media.
INGRESOS EN LA UCI. Son evidentemente los casos más graves y depende fundamentalmente del triaje empleado. El 30% se recupera en 2/3 semanas.
FALLECIDOS. En la 1ª y 2ª olas el 50% de los fallecidos vivían en residencias y, por lo tanto, no solían pasar ni por el hospital ni por la UCI. Sólo 1/3 de los fallecidos pasan previamente por la UCI. Es, evidentemente, EL INDICADOR MÁS FIABLE de la evolución de la pandemia, aunque los datos de fallecimientos tampoco son “limpios” y hay diferencias de importancia según la fuente utilizada: Ministerio de Sanidad, el exceso de mortalidad del MoMO y la mortalidad del propio INE.
NOTA SOBRE NUESTRAS ESTIMACIONES:
- Infectados: El 15% de la población total (marzo 2021). En julio de 2020 eran el 5% y en diciembre 2020 eran ya más del 10%
- Detectables: EL 80% de los Infectados pues el 20% de los Infectados son asintomáticos sin pruebas ni test, y por lo tanto son indetectables.
- Detectados: El 60% de los Detectables. El 90% se recupera en 1 semana.
- Ingresados Hospitalizados: el 10% de los Detectados
- Ingresados en las UCI: el 10% de los Ingresados hospitalizados
- Fallecidos: 4 veces el 70% de los Ingresados en las UCI
Por lo tanto, parece que ese alud de datos, aunque tienen importancia a efectos de los profesionales de la sanidad, no marcan una foto fija (ni mucho menos predictiva) de la situación real de la evolución de la pandemia que pueda ser compartida y, sobre todo, entendida por los ciudadanos que no tengamos una formación especializada.
A menudo los datos sobre los indicadores son un campo propicio para sacar conclusiones causales sobre algunas de las medidas preventivas adoptada por los responsables políticos y, para variar, trasladar el problema (y su posible solución) al campo de la política “cotidiana”, que sufre su propia pandemia desde hace algún tiempo.
El caso más paradigmático de esta situación es lo que acontece en la demonizada Comunidad Autónoma de Madrid, donde todos (tirios y troyanos) “barren” para su propia ideología en una confrontación infantiloide basándose, dicen unos y otros, en los datos “oficiales” (pero elegidos espuriamente entre todos los datos posibles) y olvidándose del principio de causalidad: “Las causas deben preceder a su efecto pero que algo sea previo a un suceso no significa obligatoriamente que sea su causa” y de su primo hermano el principio de razón suficiente según el cual todo lo que ocurre tiene una razón suficiente para ser así y no de otra manera, o en otras palabras, todo tiene una explicación suficiente (el reto científico es precisamente encontrar la causa real entre todas las posibles candidatas para serlo, y eso no es un debate ideológico).
Fuente del gráfico: el diario