Corrupción y Feminismo eran las dos causas que sostenían a esta izquierda farisea y ambas se han desmoronado a la vez
La impostura intelectual y moral logró colarse en el sistema.
Que con pocos y equivocados argumentos, “la izquierda a la izquierda del PSOE” logró apoderarse de una parte del aparato institucional de una sólida democracia europea es algo francamente increíble
No es seguro de en qué momento cambió todo esto, pero de pronto, probablemente coincidiendo con la crisis de 2008 y sobre todo con la eclosión de las redes sociales como el gran canal para la agitación y propaganda nos encontramos en otro mundo, las reglas de juego habían cambiado.
Las identidades reprimidas no eran ya solo el proletariado, ni el «pueblo vasco» o palestino, sino las mujeres (pese a la igualdad jurídica amparada en la Constitución) y los homosexuales (pese a su aceptación social). El cambio climático les dio el tono de falsa urgencia apocalíptica, la migración y la crisis económica les construyó el chivo expiatorio perfecto: el «capitalismo salvaje» y la derecha opresora. Desde ahí, el daño ha sido descomunal, además de infectar a los españoles del virus de la polarización.
El daño infligido al país por Podemos y su extensión, Sumar, no hubiera sido tan irreparable si el PSOE no hubiera unido su destino a él ni abrazado lo peor de su programa como hizo Sánchez en uno de sus famosos quiebros para conservar el poder. Ahora, con la caída a los infiernos de Íñigo Errejón, no es sólo esa izquierda radical la que se va por el sumidero, sino toda la izquierda que, por activa o por pasiva, fue cómplice de su arrogancia y su hipocresía.
El abrazo entre Sánchez e Iglesias decía justificarse en la aritmética electoral, que impedía un Gobierno monocolor, pero, en realidad, respondía a una realidad más profunda: la convicción en el PSOE de que su viejo ideario estaba caduco y la izquierda heredera del 15-M representaba el futuro de toda la izquierda. Más tarde el PSOE alentó la creación de una versión domesticada de Podemos que conservara sus ínfulas vanguardistas, pero redujera sus ansias de poder y el resultado fue Sumar, un partido que aún no ha acabado de nacer a las órdenes de una mujer que cada día ofrece pruebas más contundentes de sus incapacidades. Errejón pasó del primero al segundo, demagogo, farisaico, negligente, desleal, Errejón es un compendio de las mejores virtudes que hoy adornan a la izquierda española y todos sabemos que Errejón representa todo lo que ha sucedido en España desde hace más de una década.
Hubo un tiempo en el que el PSOE creyó que para frenar a Podemos había que parecerse a Podemos al precio de que el PSOE se confundiese tanto con Podemos-Sumar que en algunos asuntos es difícil saber dónde empieza uno y termina otro. No olvidemos que fue Sánchez quien firmó la ley del “sólo sí es sí”, que es Sánchez quien defiende la política de vivienda o los impuestos a las eléctricas y los bancos y que es Sánchez quien recorrió el mundo intentando el aislamiento de Israel.
La década de la patraña está agotada y se desmorona el sexenio del fango y la expropiación de todo el Estado por un aprendiz de autócrata, los nuevos tiempos no serán de engañifas porque más ya no cuelan. Toca ir a cara descubierta. La desmoralización en la izquierda es total y su esquema de valores, que el PSOE compró por completo y que ahora ha quedado en evidencia es toda una versión superficial, utilitarista y altanera de la política, que el PSOE ha practicado a fondo.
El escándalo de Errejón se solapa con otros igualmente funestos de corrupción en el PSOE (Ávalos, Koldo, Begoña Gómez,…). Feminismo y corrupción eran los dos pilares sobre los que se asentaba esa coalición supuestamente progresista. Ambos se han desplomado a la vez y, con ellos, toda la retórica que ha sostenido desde hace años a esta izquierda fraudulenta.
Es hora de «hacer política» con el centro en las necesidades, problemas, deseos y anhelos de los ciudadanos de nuestro país. Política de conciliación, de empleo, de vivienda. Política de inmigración responsable, de seguridad, de productividad. Política para igualdad de todos los españoles independientemente de la región que vivan, política grande, seria, política de Estado.