LA DEUDA PÚBLICA ESPAÑOLA LLEGA A SU MÁXIMO HISTÓRICO: 1,506 BILLONES DE EUROS, EL 116% DEL PIB

La política de subvenciones y voto cautivo de Sánchez produce un déficit que se financia con una deuda… que pagaremos nosotros y nuestros hijos.

 

España está endeudada, y los pronósticos no son nada halagüeños, dada la política económica y «de tierra quemada» del actual Ejecutivo, que, aprovechando la rebaja de los niveles de exigencia de los supervisores de Bruselas, comprando la deuda de los estados de la Unión Europea sin reparos, está llevando a la economía española a un nivel de endeudamiento tal que harán falta varias generaciones para atajar esta sangría, pues los intereses que se han de pagar ahogan la capacidad del país para generar una senda de crecimiento sostenible.

 

En el año 2000, con Aznar en La Moncloa, comienza a reducirse el porcentaje que la deuda pública representaba sobre el PIB. Este periodo de crecimiento económico se interrumpe drásticamente con la llegada de la crisis económica de 2008. Finalizada la época de expansión económica de la era Aznar en la que España redujo su deuda pública del 58,2 % del PIB (año 2000) al 36,4 % (año 2008), el posterior gobierno socialista comienza a recurrir al endeudamiento, creciendo en 2009 por primera vez en una década y superando el 100% del PIB en 2013. En 2015 con el gobierno Rajoy ya se produce la primera bajada porcentual del peso de la deuda pública sobre el PIB y que perdurará hasta 2019, cuando se alcanza el 100,2%.

 

Comparando la media del periodo 2000/2018, Sánchez ha multiplicado por 1,6 la deuda de la administración central, por 1,9 la de la administración local, por 2 la de las autonomías y por 7,2 la deuda de la Seguridad Social.

 

El endeudamiento de un Estado es la relación entre su deuda pública y su PIB. Es el primer indicador que se observa para medir la sostenibilidad financiera de un país. Depende tanto del numerador (la deuda) como del denominador (el PIB). Por eso, aunque la deuda pública total sigue aumentando, el endeudamiento disminuye por el crecimiento económico que refleja el PIB que aumenta el denominador del este ratio. Desde el 125% que alcanzó esta relación en el primer trimestre de 2021, ha caído cerca de 10 puntos porcentuales hasta el final de 2022. El segundo trimestre de 2022 terminó en el 116%.

Aunque todavía no está confirmado por el INE, el PIB de España se incrementó por encima del 5% en 2022, y en 2023, nuestro país volverá a liderar el crecimiento según todas las previsiones, desde la más optimistas del propio Ejecutivo, hasta la del FMI, pasando por la del Banco de España.

Hace unos días el Tesoro Público presentó la estrategia de financiación del Estado con el mismo objetivo de emisión neta de deuda en 2023 que en 2022: 70.000 millones de euros. Una meta “conservadora”, que responde a la “elevada incertidumbre” y que podría ser revisada a la baja a lo largo del año. Y también es un objetivo “flexible”, que se adaptará al desembolso de los fondos europeos ligados al Plan de Recuperación

 

No hay que olvidar que buena parte de la subida extraordinaria desde 2020 ha sido necesaria para financiar directamente los gastos extraordinarios para hacer frente a las grandes crisis provocadas por la COVID y la guerra de Ucrania: la sanitaria, la social y la económica.

Por supuesto, el crecimiento de la deuda fue generalizado en el mundo en 2020 y en 2021. Y en nuestro país, este incremento, junto con el apoyo europeo por ejemplo en las compras conjuntas de material sanitario o en el mantenimiento en mínimos del coste de la propia deuda por parte del BCE, sirvieron para que por primera vez una dura crisis no se tradujera automáticamente en una gran destrucción de empleo.

 

Lo cierto es que España ya gasta en los intereses de la deuda 31.275 millones de euros, más que en servicios públicos básicos pues rebasa en 5.900 millones a la suma de las partidas de Justicia, Defensa, Seguridad Ciudadana y Política Exterior a los que se aplicarán 27.753 millones o el de desempleo (21.278 millones).Y esta diferencia de 3.522 millones, se ensanchará de proseguir el aumento del coste de la financiación (hasta una cantidad cercana a los 5.900 millones) pues en el escenario más adverso de persistencia de subida de tipos por parte de los bancos centrales para contener la inflación el sobrecoste de intereses pasaría del entorno de los 1.100 millones que refleja la subida prevista en los PGE 2023 a los 3.500 millones

 

Con todo, las tres grandes partidas presupuestarias: pensiones (190.687 millones), paro (21.278 millones) e intereses de la deuda púbica (31.275 millones), totalizan el 53,4% por ciento del gasto total; es decir, 243.240 millones de euros sobre el total de 455.978 de gasto presupuestado, lo que supone un coste de 5.100 euros por ciudadano.

 

No obstante, este diagnóstico se atempera pues el país está incurso en un proceso de reconducción del déficit público gracias al fuerte aumento de los ingresos tributarios ya que la presión fiscal en España alcanzó máximos históricos en 2022, superando el 42% del PIB y situándose por encima del promedio de la UE, del 41,7%. En realidad, actualmente no se puede hablar de que la gestión de la deuda pública sea un problema para el Estado y el Gobierno, pero todo dependerá de lo que duren los altos tipos de interés, ya que el efecto presupuestario es acumulativo, y si la política monetaria se mantiene restrictiva por mucho tiempo, la partida de intereses puede crecer hasta convertirse en un verdadero dolor de cabeza la financiación del Estado.

 

Veamos algunos gráficos de la situación actual de nuestra deuda pública:

 

  1. EL COSTE MEDIO DE LA DEUDA

España saldrá a buscar esos 70.000 millones a los mercados financieros a unos tipos de interés que no han parado de aumentar en el último año. Además el BCE está en retirada, tras años de omnipresencia para favorecer la recuperación de la crisis financiera y el shock de la COVID. Aún así, el Tesoro acentúa que el coste medio de la deuda se mantendrá contenido y que se avanzará en la reducción del déficit (el desequilibrio entre ingresos y gastos que se financia con esta deuda) por los mayores ingresos fiscales, directamente relacionados con el crecimiento económico, la inflación y los beneficios empresariales.

El coste medio de las nuevas emisiones de deuda de nuestro país tocó suelo en agosto de 2021. Desde entonces, se ha encarecido tres puntos porcentuales como consecuencia de la respuesta del BCE a la inflación. Este incremento se ha trasladado en apenas 2 décimas al coste medio de toda la deuda en circulación de España, como se observa en el gráfico anterior, pasando desde el mínimo histórico del 1,54% de marzo del año pasado, al 1,73% de diciembre.

 

  1. LA FACTURA DE INTERESES RESPECTO AL PIB

En los PGE 2023 el Gobierno estimó que esta carga de la deuda será de 31.330 millones de euros. Respecto al PIB, las estimaciones apuntan a que se mantendrá muy lejos del máximo que alcanzó esta factura en 2013.

En el gráfico siguiente se aprecia que el incremento del coste de medio debería ser mucho más pronunciado para que se elevara la factura de intereses en relación con el PIB hasta niveles preocupantes, si se toman como referencia las últimas décadas.

  1. FACTURA DE INTERESES RESPECTO A LOS INGRESOS

Otra forma de medir la carga de la deuda es enfrentando el gasto en intereses con los ingresos del Estado, y en esta comparación España sale peor parada que Alemania o Francia, pero mucho mejor que Italia, y se observa que el aumento también ha sido contenido en los últimos dos años.

  1. LA PRIMA DE RIESGO PARECE ESTABLE

El coste de las nuevas emisiones de deuda de nuestro país que se va trasladando al coste medio depende de los tipos de interés oficiales del BCE, que los ha incrementado del 0% al 2,5% desde julio, y que los seguirá elevando en los próximos meses. Pero también depende de la demanda de fondos de inversión, bancos, aseguradoras o inversores particulares.

Hasta ahora, esta demanda ha estado respaldada por el propio BCE, que ya ha anunciado el fin de sus compras de bonos de los países de la eurozona. Actualmente, el BCE tiene cerca de un 33% de toda la deuda de España. El Tesoro confía en que los bancos nacionales (menos de un 15% actualmente) sean uno de los principales actores que vaya sustituyendo al BCE y también cuenta con el  incremento de la participación de inversores particulares. Lo cierto es que la demanda de los 7.000 millones que el Tesoro emitió hace unos días casi duplicó la oferta.

La estabilidad de la prima de riesgo (el diferencial entre el bono a 10 años de nuestro país y el de Alemania, considerado el socio del euro más fiable) es prueba de este “apetito” de compra de la deuda. El Tesoro insiste en que seguirá sin dar sustos. De hecho, el BCE guarda en la recamara un mecanismo, el TPI, para evitarlo.

La rentabilidad del bono a 10 años de España es del 3% y es del 4% para Italia. Ambos son estados sobreendeudados, pero hay una gran diferencia. Los compradores extranjeros están cómodos quedándose con España, pero están vendiendo mucha deuda de Italia.

 

  1. LA VIDA MEDIA DE LA DEUDA SE ALARGA

El traslado “contenido” del encarecimiento de las nuevas emisiones al coste medio está relacionado también con la preparación de la cartera de deuda en los últimos años por parte del Tesoro para diversificar la base inversora, es decir, también queda afectado por el incremento de la vida media, que llegó a superar los 8 años en 2022. Un plazo que se traduce en que España solo tiene que refinanciar más cara un 12% de su deuda al año.

Asimismo, otro factor directamente relacionado es que se han sustituido cupones [tipos de interés] muy elevados que aún coleaban desde la crisis del euro de 2010-2012 por cupones muchísimo más bajo en los últimos años.

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