LA CRISIS DE LA PANDEMIA DEJA A ESPAÑA COMO EL PAÍS CON MAYOR CAÍDA EN LA ESPERANZA DE VIDA EN LA UE

Cayó 1,6 años, aunque se mantiene como una de las más altas del mundo con 82,4 años

 

España ha terminado 2020 a la cabeza en caída de la esperanza de vida entre los países de la Unión Europea a causa de la crisis sanitaria del coronavirus. Concretamente una reducción de 1,6 años para quedar en los 82,4, todavía una de las más altas en el ránking mundial. En el caso de España. en 2019 la esperanza de vida era de 84 años y en 2020 cayó hasta los 82,4 años aunque sigue siendo de las mayores del mundo.

 

Así lo constata el informe de seguimiento sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en la UE elaborado por Eurostat, la oficina estadística europea. El estudio refleja que el elevado exceso de mortalidad en 2020 ha reducido la esperanza de vida en la UE, en particular en la población mayor de 60 años, así como entre las personas de grupos socialmente desfavorecidos.

 

El informe calcula que entre marzo y diciembre de 2020 se produjeron casi 600.000 muertes de más en la UE en comparación con el mismo período entre 2016 y 2019. Como consecuencia, la pandemia de la COVID-19 ha provocado una reducción de la esperanza de vida en 2020 en la mayoría de los Estados miembros, sin embargo, con considerables diferencias geográficas”.

 

Las mayores reducciones de la esperanza de vida en comparación con 2019 se observaron en España (-1,6 años), en Rumanía y en Bulgaria (-1,4 años). Como resultado, se calcula que la esperanza de vida al nacer en la UE, según estimaciones provisionales basadas en los datos disponibles de los Estados miembros para 2020, ha disminuido en 0,9 años, de 81,3 años en 2019 a 80,4 años en 2020. Los hombres parecen haberse visto afectados un poco más (- 1,0 años) que las mujeres (- 0,8 años).

Pero aunque la caída de 2019 a 2020 significa una reducción del 1,1% en la esperanza de vida al nacer, los años de vida restantes esperados a quienes tienen 65 años se redujeron en un 4%. Los hombres mayores se vieron especialmente afectados, con una caída del 5,5% en su esperanza de vida restante a los 65 años.

 

Una pandemia menos devastadora

La más letal de las pandemias hasta la fecha ha sido la VIRUELA, hoy erradicada gracias a las vacunas. El SARAMPIÓN, ha matado a unos 200 millones de personas, antes de que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraba olas que llegaban a causar cerca de 2 millones de muertes al año. La GRIPE ESPAÑOLA de 1918 mató en apenas dos años a entre 50 y 100 millones de personas (el 5 % de la población mundial). La bacteria ‘Yersinia pestis’ fue la culpable de las epidemias de PESTE NEGRA que asoló a Europa a mediados del siglo XIV. El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) si no se trata tiene una letalidad de media del 80% de los infectados, se expandió hace 4 décadas y se contabilizan unos 40 millones de personas fallecidas por este virus.

 

En 2020-2021, casi año y medio después de la irrupción del coronavirus, el mundo llega a los 4 millones de fallecidos, aún así, aunque los números son fríos, al comparar el impacto que ha tenido sobre la mortandad, otras pandemias han sido mucho más devastadoras.

 

La peste negra, tan solo en Europa destruyó alrededor de un tercio y la mitad de la población. Durante un período de cinco años llegaron a morir 25 millones de personas.

La gripe española de 1918 se cebaba con la gente joven, el grupo de edad más vulnerable estaba entre los 25 y los 34 años con lo cual, tenía una incidencia mayor y llevó a restar muchos años de esperanza de vida. Tan solo en España murieron alrededor de 200.000 habitantes (el 1% de la población), según recuerdan los registros oficiales de la época, aunque los datos reales podrían ser mucho peores.

Sin embargo, la COVID-19 tiene un patrón de mortalidad concentrado en edades más avanzadas, algo que dejará menos huella en este índice.

 

Para algunos demógrafos lo que ha hecho el coronavirus es, por muy cruel que parezca, avanzar fallecimientos que ya estaban programados, porque corresponden a grupos de riesgo o personas vulnerables y lógicamente, a efectos de esperanza de vida, no es lo mismo que mueran personas más jóvenes, que personas más mayores.

 

Esta es una de las razones por las que el índice se podría recuperar de forma más rápida. Una vez desarrolladas vacunas efectivas frente a la COVID-19, la mortalidad en los dos próximos años será mejor de la que se hubiese registrado sin el virus, se experimentará un “efecto rebote”.

 

Más allá del efecto directo en la mortalidad del coronavirus, otro factor que entra en juego para medir la esperanza de vida es el número de nacimientos. España lleva arrastrando años con una baja natalidad, algo que ha conseguido situarlo como uno de los países europeos donde nacen menos niños.

 

La crisis de 2008 ya golpeó con fuerza el número de nacimientos y se prevé que el impacto de esta crisis sanitaria no favorezca los números. El endeudamiento será un lastre en el crecimiento económico del país y arrastrará una ya debilitada fecundidad. Y, paradójicamente, en unos años la mortalidad podría ser el fenómeno en el que se note menos el impacto del coronavirus, en comparación con otros como la natalidad o las migraciones.

 

PANDEMIAS HISTÓRICAS

 

Las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardíacas, son responsables de más del 70% de todas las muertes anuales en todo el mundo, es decir, de más de 40 millones de personas/año.

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