El primer año de la reforma laboral deja récords en despidos, renuncias y volatilidad del empleo fijo

Los despidos de indefinidos crecen un 68% y las dimisiones marcan un máximo de 1,7 millones

Las extinciones en periodo de prueba de los fijos se disparan un 620%

El 66% de las bajas de afiliación siguen ligadas a actividades eventuales

El primer año de la reforma laboral ha supuesto un gran salto hacia la estabilidad del empleo en un mercado laboral que tradicionalmente se ha caracterizado por recurso a la temporalidad. En doce meses, los contratos indefinidos han pasado del suponer apenas 1 de cada 10 a prácticamente la mitad del total de los firmados. Sin embargo, este balance positivo queda matizado por datos que reflejan que 2022 ha sido un ejercicio también inédito en número de despidosextinciones por no superar el periodo de prueba y dimisiones, a lo que se suma la volatilidad de los contratos fijos discontinuos: síntomas todos ellos de que el empleo en España no se ha transformado a la misma velocidad que la legislación de los contratos.

 

Las estadísticas de causas de bajas de afiliación del Régimen General de la Seguridad Social del mes de diciembre son contundentes. Reflejan una media de 4.297,90 despidos por día laborable, de los que 3.943,43, el 91,7% correspondieron a asalariados con contratos indefinidos.

Si hacemos el ejercicio de multiplicar esa media diaria por días laborables de cada mes y sumarlos, tenemos que en 2022 se produjeron un total de 854.253 bajas por alguno de los motivos que la Seguridad Social define explícitamente como despidos: disciplinario, colectivo, declarado improcedente y por causas objetivas vinculadas a la empresa o al trabajado despidos.

El 85% de ese total anual, 729.192 ceses, procedían de contratos indefinidos. Un 68% más que en el año anterior y la cifra más alta de una serie histórica que se remonta a 2012.

Los datos de los meses de 2022 no solo superan los de los de 2012 y 2013, marcados por la crisis financiera: superan incluso el récord de despidos indefinidos anotado en marzo de 2020, cuando estalló la pandemia.

Además, se trata de despidos baratos: el 48% de estas extinciones corresponden a despidos disciplinarios, que carecen de indemnizaciones, y el 44% a despidos por causa objetivas de la empresa, que sitúan la compensación en 20 días por año.

El periodo de prueba como arma

Lo mismo ha ocurrido con otra opción que, si bien técnicamente no es un despido, ha vivido un auge sin precedentes en 2022: las extinciones por no superar el periodo de prueba. El pasado año se produjeron 938.021 bajas por este motivo, un 60% más que hace un año. Pero de ellas, 568.731 se corresponden a contratos indefinidos, que se han disparado un 620%. 

No superar el periodo de prueba ha sido una fórmula para finalizar una relación laboral vinculada a la temporalidad. Pero la tendencia se ha invertido tras la reforma laboral: si en 2021 supusieron el 86% del total, en el pasado año solo llegaron al 39%. Algo que despierta las sospechas de que las restricciones a la contratación temporal está llevando a abusar de una fórmula que permite prescindir de un trabajador tras unos meses sin pagarle indemnización.

Máximo de dimisiones sin Gran Renuncia

Sin embargo, despidos y extinciones por el fin de periodo de prueba quedan por detrás de las renuncias voluntarias. Las dimisiones han marcado un récord en 2022, con 2,7 millones de bajas por este motivo. Esta cifra se debe exclusivamente a las de los indefinidos, que suman 1,7 millones en el conjunto del año, un 122% más que en 2021 y, por primera vez en la historia, rebasan a las de los temporales, que cayeron un 18%.

Y es que, como ocurre con las bajas por no superar el periodo de prueba, hasta la reforma laboral las dimisiones eran práctica habitual en los asalariados con contratos temporales, que tienen menos incentivos para mantenerse en un puesto de trabajo.

En este sentido, aunque el incremento sea coherente con el auge de la contratación indefinida, que sean los trabajadores fijos, con derecho a una mayor indemnización y antigüedad copen las renuncias es algo que sí ha sorprendido al propio Gobierno, empeñado en cuestionar que en España se viva un fenómeno similar al de la ‘Gran Renuncia’ de Estados Unidos.

Aunque una comparativa con las cifras el país norteamericano muestra que el peso de las dimisiones sobre el total de finalizaciones de relaciones laborales en España es casi siete veces inferior al anotado por el mercado laboral estadounidense.

En cualquier caso, ni despidos ni dimisiones son la primera causa de baja de afiliación de un asalariado indefinido. Este puesto corresponde a las bajas de afiliación por pase a la inactividad de los fijos discontinuos. Es la situación que se produce cuando la tarea eventual a la que están ligados estos contratos concluye y el trabajador queda a la espera de un nuevo llamamiento por parte de la empresa.

Precariedad indefinida

En este supuesto, el trabajador no cuenta como parado porque sigue manteniendo una relación laboral, pero a efectos de afiliación el comportamiento no es muy diferente a un temporal. Es algo que eleva las críticas a esta figura, que existe desde hace décadas en nuestro ordenamiento laboral pero que ha vivido un auge sin precedente tras la reforma: 2,3 millones de contratos en 2022. Aunque supone menos del 7% de los afiliados.

Las bajas de afiliación por esta causa se han disparado un 286% en 2022, hasta los 2,9 millones en total. Aunque siguen muy por debajo de las producidas por el fin de un contrato temporal, que llegaron a 11,6 millones, un 17,9% menos que en 2021 y siguen suponiendo la primera causa de baja de afiliación en España.

Sin embargo, si sumamos ambas tenemos que el 66,2% de las bajas de afiliación en 2022 siguieron ligadas a actividades eventuales. Un porcentaje inferior al 71% de 2021 pero que supera el anotado en 2015. Una volatilidad que sugiere que la reforma no ha calado en el modelo productivo y la forma de gestionar el empleo por parte de las empresas.

Ello, además teniendo en cuenta que los fijos discontinuos despegan verdaderamente a partir de abril, cuando termina la moratoria para los contratos por obra y servicio que desaparecen con la norma.

Millones de altas y bajas al día

Para poner en un contexto adecuado estas cifras, hay que recordar que cada mes se producen millones de bajas, que se ven contrarrestada por la de unas altas que alcanzan cifras proporcionales. En diciembre se registraron 1,6 millones de las primeras y 1,5 millones de las segundas. 

Los contratos temporales han reducido el número de altas y bajas, en línea, con el descenso de este tipo de contratos. A la inversa ha ocurrido con los contratos indefinidos ordinarios y fijos discontinuos.

Esta volatilidad explica la desproporción entre contratos (que equivalen a un alta) y crecimiento del empleo: así para sumar un afiliado neto con contrato indefinido a tiempo completo hay que firmar 2,4 contratos.

Aunque como el número de trabajadores con contratos indefinidos era ya alto antes de la reforma (rondaban el 75% del total), pese a la volatilidad se ha producido un refuerzo sustancial de estos trabajadores en el empleo total y no solo en los contratos, hasta superar el 86%

Sin embargo, en el caso de los fijos discontinuos, pese a tener un volumen de altas y bajas cercano al de los indefinidos convencionales, la proporción de contratos para crear un nuevo afiliado supera el 5,3%. Ello explica que su peso en el empleo no haya aumentado con la misma intensidad. Y alimenta las sospechas de que se han convertido en una moneda de cambio para empleos precarios que antes desempeñaban los temporales con contratos por obra y servicio.

Fuente: El Economista

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