Hace 70 u 80 años el pago de las pensiones corría a cargo de empleados de Correos. Hoy, desaparecidas alguna cajas de ahorros, reconvertidas en bancos y la fusión de entidades ha dejado en manos de la banca privada el pago de las pensiones a 9 millones de españoles
El primer ingreso que recibí al jubilarme, allá por el año 1992, me llegó por vía bancaria. Era el sistema elegido por la Seguridad Social para abonar mensualmente a los pensionistas la cantidad que le correspondía, de acuerdo con las cotizaciones de los años de vida laboral. Este sistema obligaba, y obliga, a los pensionistas a abrir una cuenta en una de las entidades bancarias y cajas de ahorros existentes en el país; en 1992 había muchos bancos y cajas de ahorros distribuidos por todas las ciudades y pueblos de España.
En cualquier pueblo, aunque tuviera menos de mil habitantes, había por lo menos una caja de ahorros, y en algunos casos, hasta tres entidades bancarias. Había una gran competencia. Los cientos o miles de millones de pesetas, primero, y de euros después, que se abonaban a los pensionistas, eran manejados por la banca privada. No hay que remontarse a muchos años atrás para recordar, en Málaga capital por lo menos, la imagen que se repetía todos los días primeros de cada mes: cientos de pensionistas haciendo cola, especialmente en las cajas de ahorros, en espera de la apertura de las puertas para acceder al interior del establecimiento y cobrar su pensión.
Con frío, calor, bajo la lluvia… los jubilados soportaban las inclemencias del tiempo porque la necesidad de percibir la paga con cierta urgencia les obligaba a ir el primer día de cada mes a cobrar. La aglomeración de pensionistas cada primer día de mes dio lugar a que algunas entidades adoptaran medidas encaminadas teóricamente para mejorar el servicio. Una medida fue dedicar una ventanilla o caja solo para pensionistas, y otra, fijar un horario para atenderlos. Otra parte de los jubilados dejaba pasar varios días antes de ir a cobrar, porque su situación económica se lo permitía. Así me lo contó un cajista (alto empleado de una de las cajas de ahorros que tenía oficina en Málaga capital), la costumbre de los pensionistas con mejor situación económica de demorar el cobro de la pensión para no tener que hacer colas interminables.
Cobrar e ingresar
Muchos pensionistas -hombres y mujeres- cuando accedían a la ventanilla para cobrar su pensión pedían el total de la misma, y al recibirla y contar el dinero para asegurarse de que estaba todo, en lugar de guardarlo e irse hasta el mes próximo, le pedía al cajero que le ingresara en la cartilla parte del dinero que había cobrado.
El cajero tenía que hacer una nueva operación, o sea, pedirle la cartilla, el dinero que quería ingresar, contarlo, etc. Total, el doble de tiempo en cada caso como el citado. La extraña conducta de bastantes pensionistas obedecía a algo difícil de entender para personas normales; no es que los pensionistas de esta historia fueran anormales, es que algunos desconfiaban del trámite que se seguía. Lo importante era tener el dinero físico en sus manos, verlo, contarlo, y después ingresar en la cartilla parte de la pensión. Palpar el dinero y comprobar que era suyo justificaba la extraña escena.
Reducción de gastos
Con la desaparición de algunas cajas de ahorros al ser absorbidas o reconvertidas en bancos y la fusión de algunos de estos reduciendo el número de entidades bancarias en España, el pago de las pensiones de los nueve millones de españoles quedó en manos de la banca privada. Los bancos son entidades con ánimo de lucro y, como decimos en Málaga, «cuntimás, mejor». Los millones de euros que cada mes el Banco de España ingresa en los pocos bancos existentes para el pago de las pensiones permite «jugar» con el dinero que no retiran los pensionistas porque, poco o mucho, una parte se destina al ahorro. Resumiendo, los bancos son los favorecidos por el sistema.
Como son entidades con ánimo de lucro, cada una por su cuenta, de acuerdo o no entre ellas, decide, por ejemplo, cerrar las sucursales de pueblos y ciudades poco pobladas… y los pensionistas tienen que trasladarse a otra localidad más o menos cercana para cobrar su pensión. Y como ahorrar gastos forma parte de la política económica de la banca, en lugar de dotar de personal suficiente para atender a la clientela, reducen las plantillas.
Los pensionistas no solo tienen que desplazarse en vehículo público o privado a la sucursal más cercana para cobrar la paga, y en lugar de una ventanilla para el cobro de su pensión, se encuentran con un cajero automático que ignoran cómo funciona y, por ende, caso de acertar en su funcionamiento, la operación se lleva a cabo en plena calle, a la vista de todos los vecinos. Una bonita oferta para que los ladrones sigan después a los interesados, y en la primera esquina le birlen el dinero con fuerza física, o con técnicas más refinadas que dominan los carteristas de toda la vida.
Antes
Aunque soy muy mayor tengo todavía en la memoria cómo se pagaban las pensiones a los jubilados hace setenta u ochenta años. Había pocos pensionistas y las cantidades eran ridículas. El pago de las pensiones corría a cargo de empleados de Correos. Eran los que se encargaban de pagar a domicilio los giros postales. Yo no era pensionista, pero los giros postales que los periódicos y revistas nacionales me enviaban por colaboraciones, los recibía a domicilio… gratuitamente.
Si los bancos actuales imponen sus normas, cierran oficinas porque no son rentables, despiden personal para ahorrar gastos, mecanizan todas las operaciones, los ordenadores sustituyen a los empleados… y encima dificultan el acceso de los pensionistas a las sedes porque para cobrar sus emolumentos tienen que hacerlo en las cajeros que están en la calle con lluvia, calor, viento y a la vista de los amigos de lo ajeno, ladrones o asaltantes… ¿por qué el Gobierno de turno no recupera la antigua modalidad de Correos, a través de la Caja Postal de Ahorros, para abonar las pensiones?.
La banca privada dejaría de la noche a la mañana de administrar los miles de millones destinados a pagar a los maltratados pensionistas. Para dar una idea de los millones de euros que maneja cada mes la banca privada, creo que la media mensual asciende a 12.000 millones de euros, y en junio y diciembre, al doble. La Caja Postal de Ahorros, entidad pública, ampliaría la plantilla, y los pensionistas de Sanguijuela, Salto del Negro, Roalabota y Cortijillo de Bazán, por citar algunos puntos de nuestra provincia, recibirían sus emolumentos en sus propios domicilios. Al día siguiente de la puesta en marcha del pago de pensiones por la Caja Postal (es una suposición), las entidades bancarias, a la bulla, volverían a abrir las sucursales cerradas o desmanteladas para recuperar los miles de millones que dejarían de controlar de la noche a la mañana.
Hasta regalarían microondas y vajillas a los que abrieran su cuenta en la remozada sede bien alumbrada y decorada con pósters, pósteres o carteles (como se ha dicho siempre en nuestro castigado idioma) de famosas del momento. La Diputación Provincial de Málaga, cuya misión es estar al servicio de los municipios, con excepción de la capital, ha iniciado un plan para facilitar los servicios financieros a 45.000 vecinos de 27 municipios, incluido el pago de pensiones a los jubilados. Es un primer paso para acabar con el abuso de la banca en general, que maneja miles de millones cada mes. Si el Gobierno de turno recuperara la costumbre de que el pago de las pensiones se confiara a la Caja Postal de Ahorros en lugar de a la Banca privada, el personal cesante despedido por estas entidades podría volver a trabajar en una actividad que bien conoce. Y se crearía más empleo público.
Fuente: la opinión de malaga MEMORIAS DE MÁLAGA | Cuando las pensiones las pagaban los carteros (laopiniondemalaga.es)