8M 2018: QUÉ FUE DE AQUEL ENTUSIASMO?

Sólo han pasado siete años, pero el movimiento que asombró al mundo aparece mustio y avejentado

El feminismo defenderá mañana dividido el Día de la Mujer con Gobierno y PP en manifestaciones diferentes en Madrid y otras ciudades.

 

De golpe y porrazo La tarde del 8 de Marzo de 2018 en las calles del centro de Madrid se apiñaron cientos de miles de personas; abuelas, hijas, nietas. El 8-M de 2018, las mujeres españolas -también muchos hombres- hicieron historia y así lo reflejaron los medios españoles e internacionales. El movimiento surgió como de la nada.

 

 

Hasta ese día, las manifestaciones del 8-M se limitaban a las organizaciones feministas más comprometidas de los partidos de izquierda y los sindicatos. La noticia de 2018 fue, y lo sigue siendo a pesar de todo, que las cientos de miles de mujeres que salieron a la calle eran de todas las ideologías, de todas las clases sociales, de todas las edades. Las más jóvenes, llevadas solo del entusiasmo, contagiaron a las demás y así fue cómo se produjo el último gran movimiento de masas que se ha producido en España y en el mundo. Sin que nadie lo estuviera esperando, las mujeres reclamaron su lugar en la calle, su voz en el debate público y recordaron que la igualdad es más que una palabra y más que un Ministerio.

 

Aquella emoción aparece marchita, mustia, como una luz que palidece. Sólo han pasado siete años, pero la ilusión se ha avejentado como si hubiera cumplido décadas.

 

Hay muchas razones para este agotamiento del fenómeno que asombró al mundo y nos maravilló a todos. Muchas de las personas encargadas de gestionar aquel entusiasmo lo tiraron por la borda. El Ministerio de Igualdad del Gobierno más feminista de la historia no fue lo que aquel movimiento transversal esperaba ni se comportó con la responsabilidad que exigía el tiempo de las mujeres.

 

Las mujeres han pedido paso y eso ya no tiene vuelta atrás. En las casas, en las familias, en las escuelas, en las empresas, en la política, en la economía, en la investigación. En todas partes hay mujeres dispuestas a ocupar su lugar en el mundo y a recordar la realidad.

 

Escándalos, contradicciones y división: la izquierda encara el 8-M de 2025 en crisis de credibilidad

Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero eran fijos en las manifestaciones del 8-M.  Hoy, sin embargo, ninguno de estos dos referentes ideológicos de la izquierda surgida del 15-M podría acudir a esas marchas. La sombra de las acusaciones contra ellos por abusos y acoso sexual a mujeres aprovechando su rol de hombres poderosos tapa todo lo que fueron en la política.

 

El golpe moral de sus presuntos casos ha arrastrado al descrédito a sus partidos y, por asimilación, a otras formaciones de izquierdas que invocan todo el día el feminismo, pero que luego se estrellan con el comportamiento de algunas de sus figuras. En el caso de Sumar y Podemos, además, por cómo fallaron sus mecanismos internos para prevenir, por cómo se tardó en actuar, por la sospecha de que algunas conductas se conocían y se taparon y por la ausencia de un castigo ejemplar a los comportamientos machistas y de «violencia sexual» de sus cargos.

 

La izquierda socialdemócrata no es que se encuentre mucho mejor. La prostitución en sus filas ha dejado al desnudo el discurso abolicionista del PSOE, que es una de las grandes señas feministas que defiende el partido de Pedro Sánchez. El caso del Tito Berni dejó estampas de lo más sórdidas al respecto, con el diputado Juan Bernardo Fuentes Curbelo contratando servicios sexuales de manera casi compulsiva y manejando catálogos de mujeres desde el Congreso.

 

Ahora la oposición, principalmente PP y Vox, se están lanzando contra el PSOE con este asunto al acusar a José Luis Ábalos de «pagar los servicios de una prostituta para que atienda los deseos de un ministro del Gobierno». Se refieren a Jéssica, ex novia del que fue mano derecha de Sánchez en el partido, que ratificó ante el juez que le dieron un piso de lujo -pagado por un empresario- y que la colocaron en dos empresas públicas, de las que cobró un salario sin ir nunca a trabajar.

 

Este truculento contexto machista atraviesa de arriba a abajo las manifestaciones de este 8-M y desgarra la celebración más importante del feminismo. La más simbólica. La cita en la que la izquierda política y social asume un papel protagonista y que ahora, sin embargo, se presenta condicionada por sus escándalos.

 

Mañana irán a las manifestaciones con el prestigio manchado por los casos propios y con el daño a su credibilidad en el discurso. Para conmoción del conjunto del colectivo feminista que empuja a diario la lucha de las mujeres.

 

Sumar y Más Madrid, primero, y Podemos, después, no han salido bien parados. Errejón tuvo una denuncia en 2023 pero, tras no darse la relevancia requerida, siguió escalando posiciones hasta alcanzar la portavocía del grupo de Sumar en el Congreso. Del que tuvo que salir corriendo con el Me Too que afloró multitud de comportamientos machistas que, al final, fueron reconocidos como incompatibles con su papel de dirigente. Luego llegó la denuncia formal por agresión sexual a Elisa Mouliaá que ahora se dirime en el juzgado y que podrían llegar a acarrear hasta penas de cárcel.

 

El caso Monedero estalló hace apenas unas semanas, y está por ver cómo evoluciona. Hay denuncias reconocidas por el partido y por la Universidad Complutense. Pero también hay otra que se remonta a las elecciones catalanas de 2015 que aunque Podemos niega, otras fuentes involucradas en el partido en aquellos años confirman que se elevó a la dirección de Pablo Iglesias e Irene Montero. Si nos ceñimos al relato oficial de Podemos: Monedero ha continuado de militante año y medio después de las denuncias, no hubo una investigación interna real y mantuvo acceso a espacios de poder al menos varios meses más. Podemos justifica que lo apartó de sus actividades pero que no puede sancionarle porque las mujeres no siguieron con sus denuncias hasta el final del proceso.

 

Este «daño» al espacio progresista reconocido por Sumar es más duro en boca de las feministas clásicas, que ajustan cuentas con la coalición de Yolanda Díaz, Podemos o el PSOE por «parasitar» el movimiento feminista para su rédito político. El caso de Ábalos y Tito Berni fuentes de este grupo subrayan las «incoherencias» del PSOE, que va mañana «curiosamente» a la marcha que «reclama legalizar la prostitución»

 

La afluencia histórica de 2018 es imposible hoy. Los intentos de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, por lograr una reconciliación del colectivo están lejos de fructificar en un reencuentro en las calles. Este 8-M habrá de nuevo división entre los sectores feministas en las marchas de Madrid, Barcelona o Sevilla. Con la corriente clásica, de agenda abolicionista y reacia a la ley trans.

 

Precisamente en la vocación de tender puentes, este 8-M dará pie a una situación insólita. La ministra de Igualdad acudirá a las dos marchas de Madrid con el horario diferenciado -por la mañana la oficial y por la tarde la crítica-. Será la primera vez que una ministra vaya a la manifestación alternativa. Otros años la coincidencia de horario lo imposibilitaba. En todo caso, la protesta oficial concitará de nuevo a PSOE, Sumar y Podemos en la marcha tradicional que impulsa la Comisión 8M.

 

En el horizonte siguen las históricas reivindicaciones de leyes contra la trata y la prostitución. Pero esta última es uno de los grandes motivos de enfrentamiento entre sectores.

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