VUELTA A LA SITUACIÓN PREPANDEMIA EN LA DESIGUALDAD DE INGRESOS

El análisis de los ingresos salariales en tiempo real muestra que en 2022 se ha deshecho el impacto de la pandemia en la desigualdad y su nivel ya es muy parecido al que existía antes de la pandemia. Concretamente, el índice de Gini (ver nota) en España en abril de 2022 se sitúa 0,4 puntos por debajo del nivel de febrero de 2020, justo antes del inicio de las restricciones.

 

NOTA:  El índice de Gini es el índice de referencia para analizar el nivel de desigualdad salarial. Puede presentar valores entre 0 y 100. Las cifras más elevadas reflejan mayores niveles de desigualdad, y viceversa. La variación en el índice de Gini respecto a febrero de 2020 está corregida por la variación estacional media experimentada durante el mismo periodo de los años 2018 y 2019.

La vuelta a una situación de desigualdad salarial similar a la de febrero de 2020 es un hito remarcable, porque la pandemia afectó fuertemente a las nóminas de los trabajadores. La desigualdad en España, medida por el índice de Gini, aumentó en 10,8 puntos en tan solo dos meses, de febrero a abril de 2020 antes de las transferencias públicas. A lo largo de los siguientes meses, a medida que se relajaban las restricciones a la movilidad, el incremento de la desigualdad fue moderándose, pero seguía siendo elevado, por encima de los 4 puntos en la segunda mitad de 2020. No fue hasta la primavera de 2021, con una mayor reactivación económica, que se aceleró la reducción de la desigualdad.

 

Las transferencias públicas jugaron un papel clave para contener ese aumento de la desigualdad, dado que las ayudas permitieron, en el momento álgido de la crisis, reducir la desigualdad en un 80% aproximadamente. Concretamente, el aumento de la desigualdad de ingresos salariales teniendo en cuenta las transferencias públicas entre febrero y abril de 2020 fue de 2,4 puntos en España, en lugar de los casi 11 puntos de incremento de la desigualdad únicamente salarial. Dos años después, en abril de 2022, el aumento de la desigualdad se ha reducido completamente. Un detalle curioso es que la desigualdad antes de las transferencias públicas en abril de 2022 ha caído incluso algo más que incluyendo las ayudas, al contrario de lo ocurrido durante toda la pandemia. Si bien la diferencia entre una y otra es pequeña, muestra cómo la fuerte mejoría del mercado de trabajo ha sido el principal factor detrás de esta mejora.

 

Otra buena noticia es que todos los colectivos vuelven a la casilla prepandemia en términos de desigualdad salarial. En abril de 2022 ya desapareció casi la totalidad del incremento de la desigualdad de ingresos para trabajadores de distintas franjas de edad, para las mujeres y los hombres, y para los nacidos en España o en el extranjero. Para la mayoría de los colectivos, la desigualdad es incluso menor a la existente antes de la pandemia.

Y esto es así pese a que el impacto de la crisis económica derivada de la COVID-19 fue muy distinto para cada colectivo, aumentando más entre aquellos con mayor precariedad laboral. En abril de 2020, momento de mayor impacto de la COVID-19 en la actividad económica, el índice de Gini antes de las transferencias públicas aumentó en 16,3 puntos para los jóvenes (de 16 a 29 años), 11 puntos para los adultos (de 30 a 49 años) y 7 puntos para los mayores (de 50 a 64 años). Asimismo, la desigualdad entre los trabajadores nacidos en el extranjero se incrementó en 15,4 puntos respecto al nivel prepandemia, mientras que para los nacidos en España aumentaba en 9,8 puntos. El incremento de la desigualdad de ingresos salariales entre febrero y abril de 2020 fue más similar entre sexos, con un aumento de 11,4 puntos para las mujeres y de 10,4 puntos para los hombres.

Los datos sobre distribución apuntan a un gripado de la redistribución, ya que “las rentas bajas tienen hoy una parte inferior de la renta nacional a la que tenían antes de la pandemia [antes de tranferencias], y eso significa que los salarios de los otros dos grupos han crecido más.

 

Al mismo tiempo el grupo de quienes no tienen ingresos formales tiene menos renta después de transferencias que antes de la covid, lo que solo puede significar que los otros grupos están recibiendo proporcionalmente más ayudas. Se trata de un fenómeno paradójico que también se da en parte entre las rentas bajas.

 

Quienes carecen de renta han perdido, y quienes tienen rentas bajas no ha logrado recuperar su peso, mientras que el grupo de las más altas tiene mayor renta ahora antes después de las transferencias, lo que lleva a la conclusión de que algo está actuando de manera regresiva en el sistema de transferencias sociales.

 

Es preciso llamar la atención sobre la desigualdad existente en España en la distribución de las rentas primarias, que incluyen salarios pero también los rendimientos de bienes inmobiliarios y financieros. A eso se le suma un sistema fiscal que no acaba de ser redistributivo, por el elevado peso de los impuestos indirectos y la reducción de los directos, y una baja transferencia de subsidios a los menos favorecidos.

 

A pesar de la mejora en el ámbito de la desigualdad de ingresos de los trabajadores durante la pasada crisis, no deberíamos caer en la complacencia. Cuando estalló la pandemia todavía no se había recuperado el nivel de desigualdad previo a la crisis financiera y, por tanto, es necesario seguir reduciéndolo. El dinamismo en la creación de empleo es un elemento clave para conseguirlo: más y mejores puestos de trabajo para todos los colectivos permiten una reducción real y efectiva de la desigualdad de ingresos. Por otra parte, es necesario reforzar las políticas encaminadas a reducir la desigualdad. En este sentido, el ingreso mínimo vital es una política pública esencial para las familias con pocos recursos y con poca vinculación al mercado laboral. Sin embargo, la introducción de una política de esta envergadura hace necesario evaluarla y sobre todo ajustarla una vez se conozcan los resultados de estas evaluaciones para mejorar su eficacia.

 

Fuente: CaixaBank Research

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