UNA APROXIMACIÓN A LA JUVENTUD ESPAÑOLA

El número de jóvenes ha ido perdiendo peso gradualmente dentro del conjunto de la población española. Por lo general, a mayor nivel formativo mayor tasa de empleo, aunque la tasa de jóvenes que abandonan de manera anticipada la educación está muy por encima de la de otros países del entorno.

 

Según datos del INE, desde el año 2000 la evolución de las cifras de población en España muestran una caída en el grupo de edad de 15 a 29 años de ocho puntos porcentuales y un estancamiento en la población de 0 a 14 años. Por el contrario, se observa un aumento general de población en todos los rangos de edad superiores a 45 años. La demografía española se ha ido transformando en las últimas décadas, registrando un descenso de población joven debido principalmente a dos factores. Una disminución de la tasa de fertilidad, que se ha reducido a 1,31 hijos por mujer, y un incremento de la longevidad, hasta alcanzar una esperanza de vida de 83 años en 2019, entre las más altas del mundo. Por tanto, la población joven ha ido perdiendo peso gradualmente dentro del conjunto de la población y, como consecuencia, se ha producido también un aumento en la edad media, que sitúa a España como uno de los países más envejecidos de Europa. Además, los cambios demográficos en la juventud se han producido en paralelo junto a una mayor diversidad de sus orígenes y a una ampliación de los modelos familiares.

 

Respecto al nivel de educación cabe destacar que entre 2010 y 2020 las personas que poseen educación superior aumentan en todos los rangos de edad, disminuyendo también la población con formación inferior a la segunda etapa de educación secundaria. Así, el porcentaje de personas entre 25 y 34 años con educación superior ha aumentado en 7 puntos porcentuales.

 

Uno de los principales problemas sociales en el país es el desempleo y afecta especialmente a los más jóvenes, lo cual influye significativamente en la pérdida de población. Otro de los colectivos más perjudicados por el desempleo es el de los mayores de 45 años, ya que encuentran mayores dificultades para reincorporarse de nuevo al mercado laboral. Por lo general, a mayor nivel formativo mayor tasa de empleo. Esto conlleva también que la tasa de empleo según el nivel de formación haya mejorado en casi 6 puntos entre 2010 y 2019. Se observa esta mejora en todos los rangos de edad y nivel de educación, salvo en el rango de 25-34 años con educación superior cuya tasa se mantiene estable. Sin embargo, entre 2010 y 2020, la tasa de población joven que ni trabaja ni estudia ha aumentado algo más de medio punto porcentual. Aunque se ha reducido en un 12% entre aquellos con un nivel inferior a la segunda etapa de la Educación Secundaria. Entre la población joven, el porcentaje con un nivel de segunda etapa de Educación Secundaria y Superior ha subido un 4%.

 

Un problema significativo en España es la tasa de jóvenes que abandonan de manera anticipada la educación (16%), incrementándose hasta el 20% en el caso de los jóvenes varones, muy por encima de los siguientes países de nuestro entorno. Tener progenitores con estudios está relacionado con lograr mejores resultados académicos y con menores probabilidades de abandonar la formación. Asimismo, entre los aspectos que se están intentando abordar ya destacan la sobrecualificación (jóvenes ocupados en puestos de trabajo por debajo de su nivel formativo) o el aumento del peso de la Formación Profesional. En términos de movilidad social, con datos de la encuesta INJUVE, casi el 50% de los jóvenes se mantiene en su clase social de origen (inmovilidad) y uno de cada tres ha mejorado con respecto a sus padres (movilidad ascendente) , siendo la educación superior un condicionante para acceder al empleo cualificado y, por tanto, para mantener o mejorar la clase social de partida. En 2010, un 53% de jóvenes entre 18 y 34 años vivía aún con sus padres y en 2019 ese porcentaje ha aumentado diez puntos más, siendo la edad media de emancipación juvenil de 30 años, una de las más tardías de Europa.

 

Las conclusiones de dicho informe van encaminadas hacia una etapa de inversión cultural, económica y social hacia la juventud, que ha sufrido las consecuencias de la crisis de 2008, de la pandemia y también de la situación actual. Y para facilitar su adaptación al mercado laboral, cuyos focos estratégicos se encuentran en la ciencia, la tecnología y la sostenibilidad, la apuesta por la formación es uno de los componentes clave, pues aporta crecimiento y progreso a la sociedad en general y a los jóvenes en particular.

 

Fuente: empresa global

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