«Dios es justo. España es una nación maravillosa. Tenemos de todo. Arte, Historia, un idioma que habla medio mundo. Unos paisajes increíbles, meteorología envidiable, mar y montaña, una gastronomía única, y un sentido de la vida, la de los españoles, incomparable. Por lo tanto, Dios ha procedido a equilibrar a última hora nuestras ventajas para no reincidir en su injusticia. Y nos ha llenado España de tontos. Somos el país con más tontos del mundo, y los gobernantes más tontos del mundo, y somos tan tontos, que todavía no nos hemos apercibido de ello. Yo estoy con un pie fuera de esta vida. Lo siento por ti, que aquí te quedas» (Antonio Mingote).
“Dichosos los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen” (Evangelio de San Mateo 13-16).
EL PRESIDENTE ha emprendido una nueva huida hacia delante de consecuencias imprevisibles para nuestra democracia lanzando una ofensiva intimidatoria contra la autonomía de los jueces y la independencia de los medios de comunicación.
EL PRESIDENTE ha instituido una “dictadura emocional” centrada en su persona y donde no sólo se persigue al disidente, sino a la realidad. La obediencia ha de ser ciega y total.
EL PRESIDENTE en una entrevista en la televisión pública, concretó que el «punto y aparte», como calificó su decisión de continuar al frente del Ejecutivo, consistirá en la próxima puesta en marcha de medidas legislativas para controlar a jueces y periodistas díscolos.
EL PRESIDENTE que defendió levantar «un muro contra la derecha extrema y la extrema derecha» en su discurso de investidura y cuyos inexplicables y constantes “cambios de opinión”, se queja ahora de un ambiente político tóxico y una polarización.
UN PRESIDENTE que paraliza la acción legislativa de su Gobierno ante el chantaje inadmisible y permanente de sus aliados, apela a las masas exigiendo la adhesión inquebrantable a su persona.
EL PRESIDENTE está obligado a rendir cuentas, la función de la oposición y de la prensa independiente es controlar la acción del Ejecutivo y el papel de los tribunales es dirimir si el Gobierno ha infringido la ley.
EL PRESIDENTE está en su derecho de querellarse ante los tribunales por cuanta difamación o calumnia encuentre en lo que considere bulos y tiene el privilegio de dar explicaciones detalladas en el Parlamento, pero no a situarse por encima de la ley ni blindarse ante toda crítica o discrepancia.
AL PRESIDENTE si de verdad le preocupa la degradación del debate público y la polarización a la que hemos llegado, debería aprovechar ese «punto y aparte» para empezar a trabajar por la reconciliación de los españoles y no buscar culpables donde no los hay.
EL PRESIDENTE ya ha anunciado que va a por todas. Esto quiere decir que todos los desafueros que ya ha cometido (indultos a golpistas, eliminación del delito de sedición y de malversación, amnistía para golpistas y terroristas, etc) no son nada al lado de los que desde hoy mismo se va a poner a cometer.
EL PRESIDENTE deprisa y corriendo redactará una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial para limitar a la mayoría simple los votos que en las Cortes se exigen para formar el Consejo General del Poder Judicial. Un consejo que nombrará a jueces serviciales a él para presidir Audiencias y Salas
EL PRESIDENTE modificará la Ley de Enjuiciamiento Criminal vigente para atribuir a los fiscales la instrucción quitándosela a los jueces, sabiendo que el Fiscal General del Estado va a ser un sumiso peón que hará siempre lo que él le ordene («¿de quién depende la Fiscalía?, ¡pues eso!»).
EL PRESIDENTE promulgará una ley de defensa de su régimen, que llamará “antibulos”, para cerrar o asfixiar los medios “insumisos” a él.
EL PRESIDENTE sabe que todas estas leyes no tendrán problemas en el Tribunal Constitucional porque ya se ha encargado de que allí sean mayoría unos sumisos esbirros suyos.
EL PRESIDENTE ha herido de muerte a la España constitucional, la España de la concordia y de la reconciliación, con el muro que ha erigido para dividir a los españoles