Cigarra y Hormiga fueron dos buenos profesionales de la misma edad que tras los estudios universitarios a los 25 años de edad empezaron a trabajar en compañías muy similares. Los dos hicieron una carrera laboral paralela casi idéntica en responsabilidades y sueldos.
A los 59 años de edad, a ambos les ofrecieron (de forma más o menos voluntaria) la jubilación. Cigarra entendió que si le ofrecían la jubilación era porque podían prescindir de él en el puesto que estaba ocupando y, por lo tanto, si no la aceptaba, correría el grave riesgo de verse poco a poco desplazado. Además, como su empresa le abonaba unos pluses de forma voluntaria, podría ocurrir que los pluses se “esfumaran” y ello le representaría una pérdida económica de cierta consideración. Por lo tanto aceptó la propuesta de la empresa y llegó a un acuerdo para después de un despido “pactado” e indemnizado poder acogerse posteriormente, tras el periodo de 2 años de prestación contributiva por desempleo, a una jubilación anticipada a los 61 años. Se “prejubiló” y se dedicó a disfrutar del tiempo libre con su mujer y a sus aficiones que tanto le gustaban y para las que no había tenido tiempo
En ese momento su salario era de 120 unidades monetarias y una base reguladora de 100 unidades monetarias pues las cotizaciones tienen un límite superior, pero como anticipaba en cuatro años su jubilación, la pensión pública de la Seguridad. Social le reconoció fue de 70 unidades monetarias
Hormiga, por el contrario, no aceptó el acuerdo. Quería seguir trabajando y prefería esperar a los 65 años para jubilarse. La empresa aceptó su decisión sin ninguna represalia por ello. Los años pasaron, Hormiga cumplió los 65 años y se jubiló. Los cuatro años que separaban las jubilaciones de ambos fueron una etapa anómala en nuestro país, pues no hubo inflación (para no complicar los cálculos y que no aporta nada al tema de fondo).
Hormiga que, como Cigarra, también tenía un salario de 120 unidades monetarias y una base reguladora de 100 unidades monetarias, se encontró que estaba “topado” por la pensión máxima y su pensión quedó limitada a 83 unidades monetarias.
En una de las muchas cenas que celebraron, el tema era el de siempre “las pensiones”. Cigarra no paraba de quejarse:
–¡No hay derecho, ambos hemos hecho la misma carrera profesional, nos hemos jubilado con la misma categoría y tú tienes 83 u.m. de pensión y yo solamente 70. ¡No hay derecho!”
Hormiga siempre le contestaba lo mismo:
–Yo coticé 4 años más que tú, en buena lógica cobraré de la Seguridad Social durante 4 años menos que tú y además después de 34 años en la misma empresa recibiste “de golpe” y sin impuestos una indemnización por la cantidad del sueldo de 2 años e incluso recibiste “el paro” durante dos años antes de jubilarte realmente de forma anticipada.”
Cigarra nunca quiso entrar en realidad en los números, en el fondo temía que no le conviniese la comparación. Las esposas callaban, se miraban y pensaban ¿Cómo quedaremos nosotras ante una viudedad?.
El tiempo pasó y como buenos españoles cumplieron con los pronósticos, ambos dejaron viudas a la edad media esperada de 80 años. Sus esposas continuaron la amistad y de vez en cuando se veían para hablar también de las pensiones, tema en el que tampoco estaban muy de acuerdo.
La esposa de Hormiga le hizo un pequeño balance de lo que habían sido las pensiones de sus respectivos maridos y le dijo a la de Cigarra.
–Mi marido ha percibido de la Seguridad Social 83 u.m. durante 15 años, o sea 17.430 u.m. (83 x 15 años x 14 pagas), ha cotizado durante 4 años más que el tuyo y además no tuvo indemnización por despido improcedente ni cobró “el paro”.
El tuyo ha percibido de la Seguridad. Social 18.620 u.m. (70 x 19 x 14) o sea incluso más que el mío y ha cotizado 4 años menos. La verdad es que no me parece justo que con cuatro años menos de cotización, hayáis cobrado más que nosotros.
Y le añadió:
–Además mira como quedamos nosotras ahora: como nuestros esposos tenían la misma base reguladora, o sea 100 u.m. a ambas nos queda de la Seguridad Social la misma pensión, esto es, 52 u.m.
¡ SIGO SIN ENTENDERLO ¡.
QUE CADA UNO, DESPUÉS DE PENSAR, SAQUE SU PROPIA MORALEJA
(¡¡¡ SI ES QUE LA HAY !!!)