La última reforma de las pensiones (“la reforma Escrivá”) es insuficiente, ineficiente y además muy insolidaria con los jóvenes.
La mayor longevidad supone además mayor gasto en Sanidad y Dependencia
España será uno de los países más envejecidos del mundo en 2050, pues combina lo mejor y lo peor de otros países. Lo mejor es que nuestra esperanza de vida es una de las más altas y no para de aumentar. Lo peor es que tenemos la tasa de fecundidad más baja del mundo (1,19 hijos). Las proyecciones demográficas, a pesar de que asumen fuertes tasas de entrada de inmigrantes, nos indican que donde hay más de tres personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años, en 2050 habrá menos de 1,5.
En los sistemas de pensiones de reparto (uno de los mejores inventos del siglo XX) los actuales trabajadores están pagando las pensiones a los actuales jubilados, porque confiamos que los futuros trabajadores (los jóvenes y niños actuales) nos paguen las nuestras cuando nos jubilemos. Por lo tanto, el sistema se mantiene por un contrato entre generaciones. Y es este contrato entre generaciones el que se ha ido adaptando a los cambios demográficos a través de las diferentes reformas para hacer las pensiones pagables por los futuros trabajadores que no es otra cosa que hacerlas sostenibles. Como sociedad tenemos que tomar una decisión: o adaptamos las pensiones a la nueva longevidad, donde cada generación vive más años que la anterior.
Aunque sean minoritarios en las elecciones, los jóvenes no van a aceptar continuar viviendo en un país donde nunca hay políticas para ellos, y votarán con los pies, trasladándose a otros países que hayan adaptado las pensiones a la mayor longevidad. Esto ya está ocurriendo y hay muchos jóvenes españoles trabajando en Alemania, Países Bajos o Portugal, entre otros.
Antecedentes recientes
Durante todo el periodo democrático, España ha introducido reformas para adaptar el sistema de pensiones a los cambios en la longevidad y garantizar la sostenibilidad. El primer gobierno socialista de Felipe González amplió el periodo de cómputo de 2 a 8 años ya que se estaba produciendo lo que se denominaba la “compra de pensiones”: subidas salariales pactadas durante dos años para percibir pensiones altas. En los 90, el gobierno de José María Aznar aumentó el periodo de cómputo de los ocho a los 15 años.
La fuerte entrada de inmigrantes de finales de los 90, y sobre todo al principio del siglo XXI rejuveneció considerablemente la población española y retrasó el proceso de envejecimiento que preveían todas las proyecciones demográficas. Tras la crisis financiera internacional del año 2008, se continuó con el proceso de adaptación del sistema de pensiones y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero retrasó la edad de jubilación, que pasó, enel caso más general, de los 65 a los 67 años, y extendió el periodo de cómputo de los 15 a los 25 años.
En 2013, el gobierno de Mariano Rajoy siguió avanzando en la sostenibilidad de las pensiones e introdujo el Factor de Sostenibilidad, que básicamente establecía que las pensiones deberían adaptarse a la esperanza de vida a partir de los 65 años: si aumentara la esperanza de vida, la pensión mensual debería caer, y si se redujera la esperanza de vida, la pensión debería subir de forma que dos trabajadores con el mismo historial laboral recibieran al final de todos los años de jubilación la misma cantidad en pensiones. Al que vive más tiempo (esperanza de vida más larga) le corresponde en teoría una pensión mensual menor.
La reforma Escrivá
La última reforma (“la reforma Escrivá”) ha roto la tradición de las anteriores y ha decido que el sistema ya no tiene que continuar adaptándose a la longevidad creciente y que todo el coste de no hacerlo lo deben pagar los jóvenes. Esto es evidente, analizando las distintas medidas:
1.- Se ha decidido que todas las pensiones deben subir con el IPC, para que no pierdan poder adquisitivo. La reforma de 2013 dejaba la decisión de revalorización a que se contara con suficientes ingresos para hacerlo. El error de esta medida ha sido no haber introducido válvulas de escape para episodios de inflación descontrolada.
2.- Por primera vez una reforma ha dado como resultado el aumento del gasto en pensiones, pues ahora el periodo de cómputo aumenta de forma voluntaria hasta los 29 años, pero pudiendo descartar 24 mensualidades. No solo no adaptan el sistema de pensiones a la nueva longevidad, sino que lo hacen más generoso a pesar de que los nuevos jubilados vivirán más.
3.- Se ha eliminado el Factor de Sostenibilidad, que era un auténtico mecanismo de equidad intergeneracional. Esta reforma ha decidido sustituir el factor de sostenibilidad por una subida de cotizaciones. Una subida que equipara las cotizaciones a un impuesto pues esta subida de cotizaciones por primera vez no genera mayor pensión como contrapartida. A esta subida de cotizaciones la han llamado Mecanismo de Equidad Intergeneracional. Es decir, a una transferencia de los jóvenes a los jubilados le llaman equidad intergeneracional, cuando esto es justo lo contrario.
Esta subida de cotizaciones es insuficiente, ineficiente e insolidaria.
Es insuficiente pues la subida de cotizaciones apenas aumentará ingresos un 0,9% del PIB y dicha subida de ingresos es inferior al aumento de gasto que supone la revalorización de las pensiones con el IPC. Para conseguir el beneplácito de Bruselas se legisló la denominada ”cláusula de cierre”, que dice que si no es
Es ineficiente, pues se utilizan las cotizaciones como un impuesto, siendo las cotizaciones el impuesto más distorsionante que existe pues daña la creación de empleo y el crecimiento del PIB. Todo ello en el país con la mayor tasa de paro juvenil de Europa. Y tienen que hacerlo con cotizaciones en lugar de hacerlo con otros impuestos menos distorsionantes para así blindar que esos nuevos ingresos se destinen a pagar las pensiones, no sea que el aumento en la recaudación se decida gastar en políticas que beneficien a los jóvenes.
Pero, lo más triste es que esta reforma es muy insolidaria con los jóvenes. España tiene un déficit estructural superior al 4% del PIB y un nivel de Deuda Pública del 115%. El déficit estructural son gastos impagados de hoy que se transfieren al futuro para que sean pagados entonces (por los que hoy son jóvenes). La mayor longevidad supone además mayor gasto en Sanidad y Dependencia.