¿ POR FIN EL FIN DE PEDRO SANCHEZ?

O vamos a elecciones anticipadas, o en lugar de un gobierno parimos a un ratón con agonía asegurada. En uno y otro caso, Sánchez está cerca de su final

 

En las pasadas elecciones del 23 de julio, aunque el partido más votado fuera el PP, el ganador real fue el PSOE, pues debido a la bipolarización del escenario político español, el bloque ganador lo encabezó, en principio, el PSOE. Con el tiempo todo se han relativizado y en estos momentos, si atendemos a los últimos movimientos, Pedro Sánchez parece estar acorralado desde demasiados frentes.

El pecado original viene cuando la base militante del PSOE reeligió a Pedro Sánchez como secretario general tras su “cese/expulsión” motivado por un intento burdo de unas elecciones internas con urnas escondidas. Sánchez les prometió a estas bases que sólo buscando alianzas con los populistas de Podemos y los independentistas catalanes y vascos podían llegar al Gobierno de la nación. Los principios quedaban arrumbados para llegar al poder, mejor dicho, a los cargos.

 

Esto sucedía en la primavera de 2017 y el asalto al Gobierno fue un año después, el 1 de junio de 2018, tras la indecente moción de censura a Rajoy. Este gobierno duró poco, apenas un año. Ciudadanos dejó escapar en 2019 la posibilidad de formar un gobierno en coalición con el PSOE, respaldado por 180 diputados. Se tuvieron que repetir dos elecciones generales consecutivas y, finalmente, socialistas y populistas, apoyados por los independentistas, formaron en enero de 2020 el célebre gobierno de «coalición progresista» que, a trompicones, ha durado hasta julio pasado.

 

Durante este período, debido a las incoherencias de este bloque progresista, el PSOE ha perdido poder en casi todos los ámbitos territoriales de la política: CCAA, ayuntamientos y diputaciones. Además, el PSOE está en minoría absoluta en el Senado y el PP ya advertido que “lo parará todo». En definitiva, un descalabro total

 

Solo le queda la posibilidad de mantener la presidencia del Gobierno y por eso Sánchez está haciendo todos los esfuerzos imaginables, entre ellos la amnistía a los protagonistas del golpe de estado en 2017, una promesa de referéndum de autodeterminación, además de un reconocimiento de que el golpe de Estado no fue tal sino un simple ejercicio de derechos democráticos y que la represión antidemocrática corrió a cargo del Estado.

 

Se ha dicho que Sánchez es un hombre sin escrúpulos morales, sin principios políticos, que quiere gobernar a toda costa y que va a emplear todas las tretas, legales e ilegales, para que sea posible conservar el poder. Todo ello es probablemente cierto, lo ha demostrado y sigue demostrándolo, pero el camino comienza a empedrarse, sus posibles aliados le han tomado la medida y quieren abusar de él. ERC se encuentra maltratada pues después de las ayudas prestadas al PSOE en la pasada legislatura, ahora los mimados son los conservadores de Junts, que no rebajan sus exigencias. No hay que olvidar que la amnistía, aparte de su inconstitucionalidad evidente, ha suscitado acerbas críticas de significados juristas de izquierdas que han antepuesto su condición de juristas a sus posiciones políticas y además buena parte de estos artículos se han publicado en El País, es decir, que el colchón mediático también empieza a faltarle.

 

El también conservador PNV tiene celos de Bildu que ha aparecido sonriente con Sánchez en una foto de “colegas” y no quiere perder protagonismo. Sumar/Podemos también se suma a las exigencias más peregrinas para apoyar la investidura de Sánchez.

 

No conviene subestimar la maldad de la mente de Pedro Sánchez y no sería descartable que pocas horas antes de finalizar el plazo para su investidura proclame ostentosamente que por dignidad no ha podio ceder a las exigencias de  los independentistas catalanes y para salvaguardar la unidad y prestigio de España está dispuesto a entrar de nuevo en lid en unas nuevas elecciones generales con la esperanza de que ese “sacrificio” personal aumente su ya menoscabado prestigio y auparle, en justo reconocimiento a su sacrificio, a un incremento ostensible de los votos recibidos. ¡Al tiempo!

 

Desde la moción que descabalgó a Rajoy no ha habido coherencia alguna en el Gobiernos de Sánchez, sólo una suma de intereses particulares en muchos casos contradictorios. En esta situación, o vamos a elecciones anticipadas, o en lugar de un gobierno parimos a un ratón con agonía asegurada dentro de poco. En uno y otro caso, Sánchez está haciendo el ridículo y, al final, el que hace trampas queda desbordado.

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