De todas las batallas que vivirá el Gobierno pocas serán más interesantes que la que tenga que ver con la edad de jubilación. José Luis Escrivá ha planteado desde hace más de dos años, primero en la AIReF y luego a su llegada al Ministerio de Seguridad Social que su receta para reducir el déficit de la Seguridad Social pasa por incentivarnos a trabajar más, yfía casi todo el ajuste del gasto de la Seguridad Social a incrementar la edad de jubilación.
Para hablar con propiedad, en España, desde la reforma de 2011, hay dos edades de jubilación legales con las que uno puede dejar de trabajar: si uno tiene cotizados más de 38 años y seis meses, se podrá seguir jubilando a los 65 años sin ninguna penalización. Los 67 años sólo afectarán a los que se jubilen a partir de 2027 y, además, no tengan ese mínimo cotizado.
Hay que explicar que subir la edad de jubilación no quiere decir cambiar la edad legal teórica de 67 años , eso sí sería muy impopular. El objetivo no es tanto que la edad legal sea 70 años, como que nos jubilemos todos a los 67… como pronto. ¿Y cómo se conseguirá?: básicamente, haciendo casi muy oneroso jubilarse de forma anticipada. En esto las reformas de 2011 y 2013 ya ayudaron lo suyo, incrementando las tasas de recorte de la pensión para los que se acogían a las jubilaciones anticipadas a la edad ordinaria legal de jubilación, tanto de forma “involuntaria (un eufemismo más) como voluntaria.
Una opción para incrementar la edad de jubilación es seguir el camino de varios países europeos (Holanda, Portugal, Dinamarca, Italia…) y ligar la edad de jubilación a la esperanza de vida. En realidad, es una forma de subir esa edad sin poner una cifra concreta en la ley: todos sabemos que la esperanza de vida seguirá aumentando, así que sería inevitable que lo haga la edad de jubilación, pero el político se ahorra decirle a los votantes “la nueva edad de jubilación será de 70 años” y se escuda en un futurible que, además, es positivo (todos queremos que se alargue la esperanza de vida).
También está el recurso a incentivar la prolongación de la vida activa, tanto subiendo las pensiones de los que trabajen hasta los 70-72 años, como permitiendo compaginar la prestación y el salario para aquellos que así lo deseen: por aquí parece que van algunos de los planes de Escrivá. Y también por ahí van muchas de las recomendaciones del Banco de España.
Algunas razones que anuncian el cambio deuna edad legal más alta o, más probable, con cambios en las reglas que nos inviten a jubilarnos más tarde
DÉFICIT ESTRUCTURAL DE LA SS.
Ningún presidente o ministro quiere meterse en este lío. Pero el déficit es el que es (este año, con mucha probabilidad, superior al 10% del PIB). Y por mucho que el ministro de Seguridad Social esté empeñado en pasar gastos de su departamento al resto de ministerios, eso no implica ni un euro de alivio para el Reino de España, que seguirá teniendo que financiar sus números rojos. Habrá que sacar la tijera (en el gasto) y la guadaña (para los ingresos).
En lo que se refiere a las pensiones, elevar la edad de jubilación es una de las medidas más sencillas para ajustar las cuentas: según los cálculos del propio Escrivá, por cada año de retraso en la edad real de jubilación, se cubre un 25% del déficit del sistema.
“EUROPA NO PAGA VAGOS NI TRAIDORES”
La crisis del coronavirus le ha dado un mayor protagonismo a Bruselas, a la Troika, los “hombres de gris”, a Angela Merkel o al BCE. Todo apunta a que España será el país en el que más caiga la actividad económica y, al mismo tiempo, en el que el descuadre de las cuentas públicas sea más elevado. Y las pensiones, que suponen casi un tercio del gasto público total de nuestro país, están en todas las quinielas.
Eldinero llegará y las condiciones también. Bruselas no nos van a entregar la financiación que necesitamos gratis, sin algo que puedan ofrecer a la opinión pública de sus países. Las decisiones de la UE se revisten siempre de ese aparato tecnocrático para eludir una realidad mucho más prosaica: Angela Merkel quiere presentarse a su electorado con algo tangible que venderles, por ejemplo diciendo: “Sí, les daremos dinero a estos españoles, pero ha sido a cambio de que han variado sus pensiones de jubilación ya que hasta ahora se jubilaban antes y ganando más que un alemán”.
Además, el argumento principal es cierto, por ejemplo, la tasa de empleo de las personas de 55 a 64 años es en España del 54% mientras que es el 78% en Suecia, el 73% en Alemania, el 71% en Dinamarca o el 70% de Holanda.
En 2018, la edad efectiva de jubilación para los españoles era de 62,1 años. Enfrente, suecos, daneses y holandeses se jubilaban por encima de los 65 años; y los alemanes superaban los 64 años (hablamos de trabajadores hombres, en casi todos los países las mujeres se jubilan 1-2 años antes de media).
Es verdad que los datos de la Seguridad Social hacen referencia a una edad media de acceso a la jubilación de 64,5 años en 2019. Aquí hay una diferencia estadística sobre qué mide cada organismo. La OCDE recoge el año en que una persona deja de trabajar de forma definitiva (puede entrar en un esquema de prejubilación en el que cobra la prestación por desempleo un par de años) y la Seguridad Social el momento en el que accede de forma plena a su pensión. Pero al final la realidad es la misma: nos jubilamos más pronto que nuestros vecinos del norte de la UE y, además, las pensiones son más generosas en relación a los salarios y a las condiciones de acceso al sistema.
Los siguientes párrafos están extraídos del Informe sobre España que la Comisión presentó en febrero como parte del Semestre Europeo (importante, porque reflejan la opinión de la Comisión antes el coronavirus):
En particular, el Gobierno tiene previsto volver a vincular de forma permanente las pensiones al índice de precios al consumo y disociar los niveles iniciales de las pensiones de los cambios en la esperanza de vida (…) Si las desviaciones con respecto a la reforma de las pensiones de 2013 pasan a ser permanentes y no van acompañadas de otras medidas compensatorias, aumentará significativamente el gasto en pensiones y empeorará la equidad intergeneracional.
¿Y CÓMO VENDERLO AL ELECTORADO?.
En sus presentaciones como presidente de la AIReF, José Luis Escrivá usaba a menudo este gráfico en el que se muestra cuál ha sido el efecto-recorte de las reformas de 2011 y 2013 en la primera pensión de los nuevos jubilados.
Se puede deducir claramente que el recorte que supuso la reforma del PSOE fue muy superior al del Factor de Sostenibilidad que planteó el PP y sin embargo hubo mucha más contestación social a la reforma del PP que a la del PSOE. En parte simplemente porque era del PP, pero también porque ese Factor de Sosteniblidad suena a recorte técnico y oscuro.
Tocar la edad de jubilación es una medida atractiva para los políticos porque no afecta para nada al grupo más poderoso, cohesionado, protegido y cuidado del electorado español: los pensionistas del presente.
Al final, las reformas de pensiones (y esto no ocurre sólo en España) sólo tienen una lejana relación con las propuestas de los técnicos o con un análisis económico-presupuestario. El principal factor es político. ¿Qué reforma generará más confrontación? Las de 2013 fueron muy polémicas, por mucho parecido que tuvieran a reformas similares aprobadas en países del norte de Europa: reparto de costes entre generaciones, equilibrio del sistema, reflejo automático de déficit y medidas correctoras no sujetas a electoralismo…
EL RETO POLÍTICO REAL
También es cierto que subir la edad de jubilación no molesta a los actuales pensionistas, pero sí lo hace con un grupo todavía más numeroso de votantes, los pensionistas del futuro. Es un tema delicado: hasta dónde estirar la cuerda, cómo hacerlo y cómo venderlo a la opinión pública sin provocar que la retórica demagógica de los mismos que te apoyaron para la investidura se vuelva contra ti. O hasta qué punto puedes dar alguna zanahoria a los sindicatos para que no eleven demasiado la voz cuando llegue el palo.
Para Podemos, por ejemplo, será un sapo muy complicado de tragar: en Francia, el intento de Macron de hacer que los galos se jubilen más tarde (nuestros vecinos del norte se jubilan incluso antes que nosotros) provocó la paralización del país por parte de los sindicatos y la extrema izquierda. Es verdad que cuando los tienes en tu propio Gobierno parece más fácil controlarlos. Pero también puede ser la excusa perfecta para romper la alianza y dejarte a los pies del electorado de izquierdas acusándote de estar vendido a la troika.
Fuente: Libre mercado