Con un problema de natalidad tremendo, legiones de ancianos solos y jóvenes desempleados; solo les preocupa el clima, un feminismo politizado y lo gay
En la vida debe haber un orden de prioridades. Y en España lo estamos distorsionando, debido a la pegajosa influencia de esa ideología que se ha dado en llamar «progresismo».
No estaría nada mal que deje de ser una prioridad nacional presentar a los homosexuales como si fuesen unas víctimas, o meter con calzador al inefable personaje gay en toda película o serie que aspire a ser políticamente correcta. Como a cualquier persona normal, me parece muy bien que se respete a los homosexuales y se les deje en paz. Faltaría más.
No estaría nada mal que dejen de figurar entre las urgencias reales de España el alarmismo climático; o la versión politizada y a veces histérica del feminismo, que nada tiene que ver con defender los mismos derechos para mujeres y hombres, algo elemental, que todos apoyamos en el siglo XXI.
No estaría nada mal recordar que en España hay problemas de primer orden que son totalmente ignorados por el progresismo reinante.
No estaría nada mal reconocer que ahí fuera tenemos a miles y miles de ancianos víctimas de una auténtica epidemia de soledad, o que además no encuentran quien los atienda como Dios manda cuando les fallan las fuerzas.
No estaría nada mal que empezáramos por preocuparnos por los viejos que nos han sacado adelante a las siguientes generaciones, porque todos llegaremos ahí (o eso esperamos todos)
No estaría nada mal que hubiese fastos y fiestas sobre el Respeto a los Ancianos.
No estaría nada mal reconocer que ahí fuera tenemos un paro juvenil espantoso, para más señas el mayor de la UE, que ciega el futuro de nuestros chavales.
No estaría nada mal que los jóvenes que no encuentran empleo se movilizasen por ello.
No estaría nada mal reconocer también que ahí fuera tenemos un alarmante problema de natalidad, debido a que en unas sociedades cada vez más hedonistas no queremos tener hijos.
No estaría nada mal esforzarnos todos para que se olviden las discriminaciones de todo tipo que padecen los que nacieron en otro país y ahora están en este.
No estaría nada mal que llamásemos por su nombre a las nuevas religiones que los progresistas nos intentan inculcar: el feminismo histérico, el alarmismo climático, el buenismo infantiloide, el adanismo mental,…
No estaría nada mal que además de ponerse la pulserita arcoíris-los políticos progresistas se dedicasen a pensar en cómo hacer la vida más fácil a las familias formadas por una madre, un padre y unos hijos.
No estaría nada mal, en fin, que pensásemos más en nuestros problemas reales y menos en los que nos inventa el progresismo de caviar y que nos venden continuamente como “la salvación” de la situación de nuestra sociedad un tanto lamentable.