LOS JÓVENES PRECISAN TRABAJO Y NO “CARAMELILLOS”

Cuando los encuestadores del CIS preguntan qué puntuación, del 1 al 10, les merece Sánchez, la población de la franja 18-24 años y la de 25-34 años lanza una opinión demoledora. La nota es un 1 para la mayoría de ambos tramos. Es lo que responden un 19 y un 24 por ciento, respectivamente

 

Los sucesivos barómetros del CIS reflejan que la caída de la popularidad de Sánchez entre los jóvenes ha sido más acentuada entre los varones. A esa edad, las encuestas dicen que los jóvenes no se sienten discriminados por género, sino por el hecho de serlo. Sánchez se ha propuesto revertir con la ayuda de 12.500 millones de euros de dinero público, el montante al que ascienden los distintos bonos y ayudas en los Presupuestos Generales de 2022.

En septiembre de 2019, a la pregunta «¿Suponiendo que mañana se celebrasen elecciones generales, a qué partido votaría?» el PSOE era la opción elegida por el 22,8 % de los jóvenes de entre 18 y 24 años y por el 21,4% en la franja de entre 25 y 34 años.

Un año después, en septiembre de 2020, el CIS de José Félix Tezanos, nada sospechoso de perjudicar a su partido empezó a enviar señales de alarma al PSOE. El respaldo en los jóvenes entre 25 y 34 años de edad cayó en un año 5,5 puntos, hasta el 15,9 %.

Repaso rápido de los hechos. El pasado martes 5 de octubre, horas después de cerrar el pacto con Unidas Podemos (gracias a una intervencionista nueva ley de vivienda de imposible aplicación pues no es competencia del Gobierno central) el presidente anunció un bono joven de 250 euros para pagar el alquiler si se tiene entre 18 y 35 años y una renta inferior a los 23.000 euros. Un día más tarde, él mismo se encargó de presentar otro cheque de 500 euros, para facilitar el acceso juvenil a la cultura. Casi al mismo tiempo, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, desgranaba las primeras líneas maestras del próximo proyecto presupuestario, en el que la partida de becas aumenta en más de 2.000 millones.

JUVENTUD, JUVENTUD, JUVENTUD.

El Gobierno vuelve así a combatir con balas de fogueo uno de los grandes problemas de la nación: la precariedad absoluta de los jóvenes con trabajo y la falta de oportunidades de quienes se van (o deberían hacerlo) incorporando al mercado laboral. El futuro de la juventud española pasa por tener un trabajo estable y un sueldo digno. Esas son las llaves que permiten acceder, de verdad, al mercado de la vivienda o al mundo de la cultura. O formar una familia propia a una edad más temprana. Los cheques son ‘caramelillos’, limosnas de dinero público, migajas para hoy que no lograrán saciar el hambre mañana.

 

A cierre del pasado mes de septiembre, había registrados en las oficinas del SEPE un total de 3.260.000 parados (sin computar los casi 500.000 afectados por un ERTE y los autónomos en “cese de actividad” que no son en puridad “desempleados” aunque reciban una prestación de desempleo), son 630.000 menos que a cierre de 2020.

 

Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), al concluir el segundo trimestre la tasa de paro de los jóvenes ascendía al 32%. Es decir, prácticamente uno de cada tres españoles menores de 34 años está desempleado: un alarmante 57% en los recién incorporados al mercado laboral (entre 16 y 19 años), un 35% entre los 20 y 24 años, y el porcentaje desciende al 22% en el caso de los trabajadores de entre 25 y 29 años.

 

Según la EPA, en nuestro país hay hoy día 300.000 parados menores de 29 años con un título universitario colgado en la pared. La estadística de ocupados permite comprobar a qué se dedica buena parte de los jóvenes. Ganan por goleada el comercio y la hostelería, los sectores con los índices de temporalidad más elevados. Hay 436.000 jóvenes con más de 20 años y menos 30 trabajando en establecimientos comerciales y 308.900 ganándose la vida en bares, restaurantes y locales de ocio nocturno. Las cifras empeoran en la siguiente década, entre los 30 y los 40, el tramo de edad en el que la mayoría de los jóvenes toman decisiones importantes, como firmar una hipoteca o tener hijos: comercio y hostelería cuentan con más de un millón de empleados (690.800 y 343.000, respectivamente) en ese momento vital.

 

La juventud española sufre los dos males que más preocupan a nuestros socios europeos, que son quienes nos prestan el dinero a fondo perdido (70.000 millones) para la recuperación a cambio de reformas. El primero es la alta tasa de paro y el segundo, la precariedad laboral. Un joven tiene muy difícil encontrar un empleo, y quien lo logra, está condenado a encadenar contratos temporales y mal remunerados.

 

Los fondos europeos constituyen una oportunidad irrepetible para que la economía española, además de recuperase, se transforme. Hay empresarios que ven la botella medio llena, aunque para eso se necesita que los políticos no enturbien el camino. Otros, a juzgar por la burocracia que está enfangando el desarrollo de los PERTE (Proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica) no lo son tanto, sobre todo, en vista de las medidas controvertidas que está adoptando el Gobierno en negocios sensibles como el energético o el inmobiliario. Los grandes fondos o los bancos que quieren invertir aquí ven España como un conjunto y se están tomando decisiones que atentan cada vez más contra la unidad del mercado.

 

Lo cierto es que según datos de la OCDE, la tasa de empleo de los jóvenes de entre 15 y 24 años en España ha pasado del 39,2% en 2007 (antes de la crisis financiera) al 18,5% en 2020. En casi década y media se ha desplomado a la mitad, tocando su suelo en 2014, cuando se situó en el 16,7%. Sin embargo, en ese mismo intervalo de tiempo, la tasa de empleo de los trabajadores de más edad (de entre 55 y 64 años) ha aumentado más de diez puntos, pasando del 44,5% en 2007 al 54,7% de 2020. Así, la brecha de empleo entre ambos grupos de edad se ha multiplicado por siete en 13 años.

El principal problema para los jóvenes es que por definición tienen que acceder al mercado laboral y las dos crisis se han caracterizado por un parón de las nuevas contrataciones. A eso se añade, en el caso de la pandemia, que el mecanismo que permitió atenuar el golpe de la crisis, los ERTE, iba dirigido a los colectivos que ya tenían empleo. Por ello, se ha producido algo muy excepcional, y es que en la pandemia el empleo ha seguido subiendo para los más mayores.

Una de las principales trabas en la economía española para la creación de más puestos de trabajo de calidad es la escasez de empresas de tamaño medio. Una de las características de la economía española es que tenemos una serie de empresas internacionales, muy grandes, que cotizan en Bolsa, y después tenemos un mar, no de pymes, sino de micropymes. No puedes crear empleos de calidad si no tienes empresas medianas pues las micropymes van sobreviviendo, no pueden llevar a cabo acciones formativas o colaborar con las universidades en I+D. Hay que conseguir que nuestra economía sea mucho más sofisticada, que permita producir productos y servicios con precios más caros, que requieran de más talento. Es el único camino.

El problema de la precariedad laboral de los jóvenes no se solucionaría jubilando antes a las personas de más edad, ya que “no hay un efecto de sustitución de unos por otros”. La economía de mercado no es un juego de suma cero en el que, si yo gano vendiendo una cosa, el otro pierde. En la economía se crean unas dinámicas en las que se trata de hacer el pastel más grande y que así se beneficien todos.

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