Los fijos discontinuos que cobran paro crecen un 14% pese al control del SEPE

La cifra se ha incrementado un 91% desde los niveles previos a la pandemia

Apenas suponen el 18,5% de los inscritos en el desempleo 

Sorpresa del SEPE a los fijos discontinuos: miles dejan de cobrar el paro por rechazar llamamientos

En los dos primeros meses del año 2025, los fijos discontinuos que perciben una prestación por desempleo por pasar a la inactividad se han incrementado un 13,6%, hasta los 170.232 de media, pese al endurecimiento de los controles que facilita suspender la prestación a quien rechace un llamamiento de la empresa. Aunque la cifra real de los inactivos que reciben ayudas públicas es seguramente mucho mayor, ya que la mayoría de los que recibían un subsidio se han derivado a otras modalidades, como los mayores de 52 años.

El pasado mes de febrero 148.967 personas percibieron una prestación contributiva y 8 un subsidio por pase a la inactividad. En enero fueron 191.472 y 12, respectivamente. La media de ambos meses supone el récord de la serie histórica y un 31,8% más que en 2022, cuando la reforma laboral entró en vigor. Si tomamos como referencia 2019, el último año previo a la pandemia, el repunte es del 91%. Entonces, los beneficiarios de prestaciones llegaban a 64.931, pero los de subsidios a 24.085.

Las dudas surgen al entrar al destalle de los datos. Las propias cifras del Ministerio de Trabajo apuntan a que en 2024 había una media de 687.884 fijos discontinuos inscritos como demandantes de empleo, como hemos contado en elEconomista.es. Aunque el departamento que dirige Yolanda Díaz no publica los datos mensuales (solo los de demandantes con relación laboral, donde se incluyen), con los anuales se puede estimar que en pasado 2024 solo un 18,5% de los apuntados al paro llegó a cobrar prestación.

Por otro lado, está el desplome de los beneficiarios de subsidios. La clave son los cambios en la protección social de estos inactivos. Primero durante la pandemia (ya que muchos de estos trabajadores tenían presencia en actividades afectadas por los confinamientos), lo que les facilitó cobrar la contributiva sin agotar el derecho, lo que hizo que menos acabaran en el nivel asistencial.

Pero el cambio fundamental vino con la reforma laboral, que permitió que estos trabajadores inactivos accediesen a todos los subsidios por desempleo (incluyendo el de agotamiento de la prestación o el de mayores de 52 años) como el resto de desempleados. Y es que aquí conviene recordar que, aunque los fijos discontinuos inactivos no se consideran parados a efectos del registro estadístico, si lo son en términos de derecho a prestación.

 

Este cambio explica que los fijos discontinuos que cobran subsidio por haber pasado a la inactividad se hayan desplomado hasta casi desaparecer mientras los que cobran prestaciones repuntan: en realidad no es así, es que se benefician de otros subsidios a los que antes no tenían derecho. Aunque para el Gobierno, los sindicatos y las patronales que firmaron el acuerdo, esta medida resuelve una discriminación histórica, lo cierto es que complica el análisis de la situación, ya que la inmensa mayoría de estos beneficiarios desparece de las estadísticas.

Y el dato es relevante, porque podría explicar cuestiones como el ‘gap’ entre los demandantes inscritos y los que reciben ayuda, así como el incremento de los beneficiarios del subsidio para mayores de 52 años. Aunque el análisis de las cifras muestra que la volatilidad entre los periodos de actividad e inactividad se contagia a su protección por desempleo.

Dicho efecto quedó matizado en los primeros meses de la reforma en vigor porque las empresas dejaron pasar un tiempo antes de lanzarse a apostar por esta figura, pero también porque seguían en vigor las medidas extraordinarias aprobadas durante la pandemia. Una vez agotadas estas, se empezó a comprobar el verdadero impacto de la reforma laboral, aunque queda la duda de cuántos están escondidos ‘bajo la alfombra’ de los subsidios a los que ahora tienen derecho.

Prestaciones volátiles

Esta volatilidad no solo complica el análisis, también el control del gasto. Antes de la reforma los fijos discontinuos estaban ligados a actividades estacionales y recurrentes, como la hostelería, donde tenía más sentido que sustituyeran a los temporales. Al extenderse a todo tipo de sectores como alternativa a los contratos eventuales recurrentes, no solo se incrementa su número, sino su rotación.

 

Lo que se traduce en que hay más dificultades para controlar que los que cobran la prestación no caigan en la ‘picaresca’ de retrasar su reincorporación hasta agotarla por completo.

Si un fijo discontinuo rechaza el llamamiento su empresa puede declararlo baja voluntaria, lo que implica la extinción del contrato y la pérdida automática de la prestación. Aunque en ese caso pasa de la categoría de «demandante con relación laboral» a la de parado registrado. Una solución que tampoco satisface al Gobierno, que vería elevarse las cifras de desempleo.

Por ello, la última reforma de los subsidios introdujo que el rechazo del llamamiento «sin causa justificada» conlleva la suspensión (no retirada) de la prestación. Una solución que agiliza los trámites (y que no exige la extinción del contrato por baja voluntaria, y se considera que incentiva la reincorporación.

Pero los datos de 2025 muestran que no está teniendo efecto en las cifras, que siguen incrementándose. Algo que puede deberse a que los fijos discontinuos inactivos que cobran ‘indebidamente’ el paro crecen a mayor ritmo o a que las medidas no se han desplegado en toda su intensidad.

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