El peso de los llamamientos cuestiona la creación real de empleo
Siete de cada diez puestos corresponden a la hostelería
España ha alcanzado los 21 millones de afiliados medios, tras sumar 199.539 el pasado mes de abril. Un registro histórico que no hubiera sido posible sin los contratos fijos discontinuos, que aportaron el 52,7%% del total de los nuevos empleos y el 61,2% de los trabajadores por cuenta ajena. Este dato que arroja serias dudas sobre hasta qué punto el repunte corresponde a una creación real de empleo o a una ‘reactivación’ de trabajadores porque sus empresas han vuelto a llamarles.
Los fijos discontinuos son empleados indefinidos pero ligados a actividades eventuales. Cuando estas se interrumpen, el trabajador pasa a la ‘inactividad’ hasta que la empresa vuelve a llamarle. En este lapso, se le da de baja a la Seguridad Social, no cobra salario y, si ha cotizado lo suficiente, puede apuntarse al paro y solicitar una prestación, aunque no cuenta como parado.
Estas particularidades les han convertido en el epicentro de la polémica sobre el supuesto maquillaje de las cifras de paro registrado, pero este debate suele pasar de largo sobre la otra derivada: la posible distorsión en las estadísticas de afiliación. Y es que cuando se produce el llamamiento, estos trabajadores vuelven a cotizar y su alta se reactiva.
Un espejismo a largo plazo
La Seguridad Social no desglosa cuántas de estas altas son nuevos empleos y cuántas corresponden a llamamientos. Los datos de contratación del SEPE tampoco son de ayuda porque no son extrapolables: se registraron 1,16 millones de contratos para menos de 200.000 afiliados nuevos. Pero solo un 16% de esas firmas correspondieron a un fijo discontinuo.
La respuesta reiterada del Ejecutivo es que el peso de los fijos discontinuos en el empleo es muy reducido y apenas llega al 4,7% de la afiliación y al 6% de los asalariados. Pero lo que demuestra este argumento es, precisamente, que la creación de empleo que aporta el contrato fijo discontinuo es muy inferior a la volatilidad mensual que añade a la afiliación.
Esto se ve claramente al analizar la creación de empleo interanual. Entre abril de 2024 y el mismo mes de 2023 se sumaron 486.516 afiliados medios, un incremento liderado por el Régimen General, que sumó 479.174 asalariados y compensó el retroceso en el resto de los regímenes (salvo el de autónomos, que sumó 29.743 trabajadores en alta).
A diferencia de lo que ocurre con los datos mensuales, el grueso de este incremento se concentra en asalariados con contrato indefinido ordinario a jornada completa, que sumaron 389.899 trabajadores, impulsado por sectores como la construcción que antes de la reforma pivotaban sobre empleos temporales. Sin embargo, la ganancia anual de los fijos discontinuos se reduce a apenas 16.787, un 3,5% del total de la ocupación creada en el último año. Es decir, las cifras a medio y largo plazo reducen a mero espejismo el efecto de los fijos discontinuos en el empleo mensual.
La variación interanual de la afiliación muestra que la reforma laboral sigue creando empleo de calidad. Pero cabe la pregunta que se abre es cuanto más se podría crear sin el lastre de los ‘fijos discontinuos’. Además, los datos anuales sufren cierto ‘efecto composición’: los empleos de más estabilidad estarían ‘sobrerrepresentados’ en la subida de la afiliación a medio y largo plazo porque los otros son tan volátiles que las métricas convencionales del mercado laboral (que están diseñadas para evitar esta rotación) no los recogen por completo.
Es lo que ocurriría con la EPA o la afiliación media, una paradoja que analistas como Fedea han señalado reiteradamente, recordando que las estadísticas que esgrime el Ejecutivo, sin dejar de ser correctas, minusvaloran la rotación real del empleo, por lo que piden tener en cuenta también otros indicadores adicionales.
Al margen de este debate, lo que es incuestionable es que existe una enorme incoherencia entre el peso que tienen los fijos discontinuos en la evolución mensual y anual del empleo, así como en el ‘stock’ de los afilados, que resulta difícil de explicar incluso teniendo en cuenta la estacionalidad que caracteriza al mercado laboral español. Algo que confirma la tasa de bajas diarias de afiliación sobre el saldo total de afiliados medios, considerada uno de los indicadores habituales de la rotación laboral.
Este índice muestra un porcentaje del 2,17% de bajas diarias de afiliación entre los fijos discontinuos, superior al 2,01% de los temporales. Los indefinidos ordinarios, por su parte, quedaron en el 0,17%. Hay que tener en cuenta que la evolución de esta tasa es independiente del número de empleos de cada tipo, por lo que se considera un indicador que sortea el efecto ‘composición’ tras la reforma y que permite analizar la evolución a lo largo del tiempo.
Este análisis revela que la relación se ha mantenido estable entre los indefinidos ordinarios y los temporales, a pesar de la reforma laboral. Es decir, a pesar de que la contratación de unos ha crecido y la de los otros se ha desplomado, su volatilidad ‘intrínseca’ no ha sufrido grandes cambios. De hecho, la de los temporales se ha mantenido pese a la desaparición de los eventuales por obra y servicio, considerados ‘culpables’ de la rotación laboral.
Pero nos se puede decir lo mismo de los fijos discontinuos. El Gobierno defiende que las condiciones de estos contratos no han cambiado tras la reforma, pero el hecho es que su volatilidad se ha incrementado notablemente e incluso supera a los temporales. La razón es que la reforma incrementó los supuestos en los que pueden aplicarse, incluyendo contratos de puesta a disposición de empresa de trabajo temporal.
Fuente: El Economista Los fijos discontinuos acaparan el 52% del empleo creado en abril (eleconomista.es)
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