“LOS IMPUESTOS SON EL PRECIO QUE PAGAMOS POR LA CIVILIZACIÓN”
Se manejan con gran soltura dos conocidos y viejos mantras, que se refieren a la posición de los ricos en el sistema tributario. Uno es que “los ricos pagan menos impuestos” y, el otro, que los problemas recaudatorios se arreglan subiendo los impuestos a “los ricos. El problema de partida para hacer una valoración es la propia definición del concepto de “ricos”. Es evidente que habrá menos ricos, cuando más alto se ponga el listón, y por lo tanto, si se utiliza una delimitación de “rico” muy exigente, se reduce el potencial de recaudación que es pueda obtener de ellos. La única solución matemática es ampliar progresivamente la definición de “rico”, rebajando el umbral para que quepan más, y con ello ampliar la base recaudatoria. Y así, hasta cubrir las “necesidades” presupuestarias creadas, a costa de considerar ricos a quienes quizás no lo sean tanto. Esto es lo que se denomina “necesidad expansiva del concepto de rico”.
“LA METÁFORA DEL PESCADO” Y EL MITO DE LOS RICOS
“Según los últimos datos disponibles en el mundo entero se consumen 170 millones de toneladas anuales de pescado. Es sabido que el animal marino de mayor tamaño es la ballena azul, cuyo peso medio se puede establecer en 180 toneladas. Como se estima que existen entre 10.000 y 25.000 ballenas azules en el mundo su captura total podría proporcionar unos 3 millones de toneladas (menos del 2% del consumo anual), y sin contar con el absurdo de que dicha captura extinguiría la especie –pan para hoy, hambre para mañana–. La realidad es que la mayoría de las capturas y del consumo se compone de variedades de tamaño mediano (atún, bacalao, caballa, merluza…) e incluso pequeño (anchoa, arenque…). La explicación es evidente, a pesar de su menor peso unitario, existen muchísimas más unidades. Y también es cierto que son más fáciles de capturar…”
Eso es lo que pasa con “el mito de los ricos” como “caladero” objetivo de la recaudación tributaria –más bien del discurso político populista–. Claro está que los ricos son más ricos –valga la perogrullada–, y que algunos incluso lo son muchísimo. Pero es igual de cierto que son muy pocos. Por lo que, por muy altos que les pongamos los impuestos a dichos ricos, ni siquiera su agotamiento total satisface las necesidades recaudatorias que, matemáticamente, solo pueden cubrirse acudiendo también –y en gran medida–a “los peces medianos y pequeños”.
Así, las clases “medias” –el rango social más amplio de los países desarrollados–, son los destinatarios naturales y necesarios de las subidas de impuestos, , y entre éstos los tramos relativamente más altos, es decir, lo que se llaman clases “medias-altas”. El problema es que esas clases ya están “agotadas” (son caladeros “sobreexplotados”) al menos en el sentido de que a medida que crece su nivel y sus circunstancias se lo permiten, tienden a utilizar su incentivo a la planificación fiscal –desde la organización de su estructura patrimonial y de rentas, hasta la deslocalización personal–.
¿QUÉ DICEN LAS ESTADÍSTICAS DE RECAUDACIÓN TRIBUTARIA?
Consideremos ahora la afirmación de que “los ricos pagan pocos impuestos”. Ya hemos anticipado que, por mucho que paguen tampoco se arreglan los problemas, salvo que extendamos la categoría de rico hasta las clases medias.
Pero además resulta que sí que pagan, y significativamente más, tanto en términos absolutos y relativos (no estamos hablando ni de empresas ni de fraude). Por ejemplo, tomando como referencia los datos de recaudación tributaria (estadística de los declarantes del IRPF de la AEAT de 2018), el número de declarantes de rentas superiores a 600.001€, 11.367 declarantes, contribuyeron 2.687 millones €, es decir, el 0,06% más rico aportó más del 22% de la recaudación por IRPF. Si consideramos como ricos a los que declaran unos ingresos superiores a 150.000 €, este tramo son 100.561 cotizantes que pagan el 17,21 % del IRPF total, y si consideramos a los que declaran unos ingresos superiores a 60.000 € (el 3,6ª€ de total) sus aportaciones son el 2i,71% del total. En resumen, el 4,16% “más rico” aporta el 61,32€ del impuesto de la renta.
Pero volviendo al argumento del “realismo recaudatorio”, indican también que, si subiéramos los impuestos en un 50% adicional a “los más ricos”, la recaudación adicional sería de solo 1.400 millones €. Y si además subimos un 25% adicional los impuestos a las rentas entre 150.000 y 600.000€, la recaudación aumentaría en 1.900 millones. Subidas que además de plantear problemas evidentes de constitucionalidad (por confiscatoriedad manifiesta), generarían efectos perversos previsiblemente contraproducentes (desincentivos, traslaciones del coste a las empresas –con la consecuente compensación en el Impuesto sobre Sociedades–, deslocalizaciones…).
CUANDO UN POLÍTICO DICE QUE VA AUMENTAR LOS IMPUESTOS DE LOS RICOS…
En definitiva, la teoría podrá ser muy bonita y sencilla, pero la realidad tiende a imponerse tozudamente: se recauda –y se incrementa la recaudación–, donde hay y donde se puede (no donde se quiere porque parece que hay y porque tiene menos coste político). Las matemáticas no engañan, y desde siempre un 1% de 100 es más que un 50% de 1, concretamente el doble. En consecuencia cuando un político diga que van a aumentar la recaudación subiendo los impuestos a los ricos… no te quepa duda de que se los van a subir a TÍ, que tienen una renta media esencialmente compuesta por salarios, y consume toda clase de bienes en una proporción significativa de su renta. ¡Y claro, a la contra, cuando digan que van a bajar los impuestos, NO se están refiriendo a TÍ!