“La economía española se contrajo un 11% en 2020, el mayor desplome desde la Guerra Civil” (El País).
“El paro sube en 527.900 personas en 2020 y se destruyen 622.600 empleos, los peores datos desde 2012” (eldiario.es)
“La pobreza severa podría aumentar en España en casi 800.000 personas y llegar a 5,1 millones por la COVID-19” (Oxfam Intermón).
En una situación tan excepcional, cualquier demanda debe tener en cuenta las circunstancias socioeconómicas del país. Para constatarlas basta repasar titulares de prensa recientes como los indicados.
Hace tres años, a comienzos del 2018, la entonces Ministra de Empleo y Seguridad Social logró con la prodigiosa fórmula del 0,25% impulsar un novedoso movimiento social en defensa de las pensiones públicas. Actuando como potente grupo de presión, esa marea de la edad tardía consiguió que desde entonces las pensiones no perdiesen poder adquisitivo. Por causas varias, ese singular movimiento se fue fragmentando y diluyendo, teniendo hoy carácter testimonial. El cargo de Fátima Báñez en la Seguridad Social lo ocupa ahora José Luis Escrivá, que logra atraer en torno a su persona todos los reproches que acumulaba el Pacto de Toledo. La contestación social se basa en agravios, más que en grandes ideas o en principios esenciales.
Las medidas de Báñez afectaban a las pensiones actuales y futuras, las de Escrivá sobre todo a las futuras y, por lo tanto, combatir los proyectos de Escrivá resulta más difícil que invalidar los de Báñez. Intervienen muchas variables y son más complejas. No es probable que Escrivá aplique medidas drásticas, actuará de forma progresiva.
Pero aunque las movilizaciones hayan decaído, PARADÓJICAMENTE QUIENES SIGUEN EN LA CALLE SON LOS PENSIONISTAS ACTUALES Y NO LOS TRABAJADORES QUE DEBERÍAN ESTAR PREOCUPADOS POR EL PORVENIR DE SUS PROPIAS PENSIONES.
En esta situación queda poco margen para el optimismo. Se corre el riesgo de que las reformas sean regresivas, aunque los pensionistas de hoy no pierdan derechos ni retribuciones. Como en el empleo, las amenazas acechan a quienes soportan el trabajo precario: “Ahora ser pensionista te permite vivir de una manera algo digna la jubilación, pero lo que viene va a ser miseria“.
En la concertación tripartita entre Gobierno, patronal y sindicatos, la figura clave es el Ministro de la Seguridad Social. José Luis Escrivá acude con las recomendaciones del Pacto de Toledo y con proyectos que anuncia en unos foros y desmiente en otros. Sabe que los sindicatos no pueden aceptar (como en la época de Rodríguez Zapatero) una nueva ampliación del periodo de cálculo de las pensiones, mientras la anterior aún se aplica de forma gradual.
Las conversaciones se desarrollan bajo la atenta mirada de las instituciones europeas, que no plantean exigencias para conceder la ayuda de 140.000 millones del fondo de recuperación, mientras se acaten sus preferencias.
Podría ser que las plataformas de pensionistas actuasen como grupo de presión sobre la Mesa de Diálogo Social, mientras Escrivá remarca la responsabilidad sindical en materia de pensiones. Pero el movimiento de pensionistas ha perdido el ímpetu de una marea humana, replegándose a las actividades reivindicativas y asistenciales del asociacionismo. En todas partes las acciones son hoy testimoniales y se nota más donde antes eran multitudinarias. Mermada la capacidad de movilización, en general se opta por integrarse en otras causas con arraigo social: las residencias geriátricas, la defensa de la sanidad pública, conflictos laborales, solidarizarse con la población saharaui, …
La posibilidad de lograr una unidad de acción firme, entre asociaciones ciudadanas y organizaciones sindicales, depende del empeño común por consensuar sus objetivos y acciones, pero en el convulso mundo sindical que estamos, con estrategias fratricidas propiciadas por la “mano negra” de algunas “familias/amiguetes” políticas actualmente en el poder ejecutivo, parece que eso es un simple sueño de algunos ingenuos trabajadores (y futuros pensionistas). Desde el propio mundo sindical relevan cuál es el verdadero objetivo de Podemos, con el respaldo de UGT: “Quieren tapar el fracaso del Ingreso Mínimo Vital y dirigir la bronca hacia otro sitio,como el SMI, porque así se lavan la cara”.
“VEREMOS A VER”
«Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles.
Los tiempos fáciles crean hombres débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles.”