Por motivos sociales y económicos tan solo un 14,9% de los menores de 30 años había conseguido independizarse en España en 2021, cifra que contrasta con el 26% que lo había hecho hace más de una década
El número de jóvenes menores de 30 años que consigue abandonar el nido desciende cada año en España, actualmente, según los datos recogidos por el Consejo de la Juventud de Españasolo el 14,9% de ellos ha conseguido emanciparse de su núcleo familiar, mientras que en 2008 lo había hecho un 26%. El impacto de las crisis económicas generadas tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008, la propagación del coronavirus en 2020 y la invasión rusa de Ucrania en 2021 ha sido mayor en este sector de la población, que en muchos casos ha visto frustrada su incorporación al mundo laboral y sus opciones para acceder a una vivienda. En 2021, solo el 36% de los menores de 35 años contaba con una vivienda en propiedad, según recoge el Banco de España, pese a que de media los jóvenes tienen que destinar el 81,9% de su salario para sufragar un alquiler.
Los datos de emancipación de nuestro país siempre han contrastado con los de países del entorno europeo, en especial en el rango de menor edad, solo el 6% de los jóvenes españoles que tenían entre 20 y 24 años se había emancipado en España en 2020, mientras que en Alemania esta tasa era del 50% y en Estonia, Dinamarca y Finlandia superaba el 70%, según los datos recogidos por el centro de investigación Reina Sofía. Los motivos que sustentan esta brecha escapan de lo puramente económico, ya que también entran en juego factores socioculturales
España pertenecería a un modelo de emancipación mediterráneo en el que la familia sería más flexible en cuanto al ocio o la gestión de los gastos personales, aunque también se ve caracterizado por la búsqueda de una mayor estabilidad económica inicial para abandonar el nido, así como por el afán de cumplir con las expectativas de inserción laboral y prolongar el tiempo de formación hasta conseguirlo. No obstante, existen fuertes diferencias entre territorios, ya que el hecho de residir en el medio rural o hacerlo en una gran urbe va a condicionar no solo disponer de los medios que permitan que un joven se emancipe, sino también las motivaciones que le impulsan a hacerlo.
Así, mientras que Extremadura (16,8%) y Aragón (16,4%) cuentan con las tasas de emancipación más altas, seguidos de Cataluña y Madrid con un 16,2%, los porcentajes más bajos se han registrado en Castilla-La Mancha (10,9%). Los expertos apuntan que el desarrollo del individualismo en las grandes urbes frente a una mayor solidaridad intergeneracional en otros territorios podrían explicar algunas de estas diferencias, ya que en estas ciudades es más frecuente que los jóvenes opten por compartir piso en lugar de esperar a reunir la entrada de un piso o cumplir las condiciones para optar a una hipoteca.
También se produce el fenómeno de los jóvenes ‘boomerang’, aquellos que regresan al hogar familiar después de haberse emancipado, en el que procesos como el divorcio también tienen un gran peso, especialmente en el caso de las mujeres. No obstante, no puede pasarse por alto el papel que juega cuál la cantidad de vivienda en alquiler ofertada en una región y en especial, de vivienda protegida en esta modalidad, en las tasas de emancipación de una comunidad autónoma.
Los expertos señalan al Sistema de Provisión Español, con una reducida oferta pública residencial, como uno de los responsables de estas bajas tasas de emancipación, por un lado, y por el otro, como elemento diferenciador entre comunidades con más y menos intervención pública en el área de la vivienda. A diferencia del escenario de 2008 en el que el creciente mercado del alquiler se constituía como la principal opción de vivienda para los jóvenes, el encarecimiento progresivo de un mercado del alquiler escaso, deteriorado y fuertemente especulativo ha derivado en un empeoramiento de las condiciones residenciales de este grupo de edad. De esta manera, aunque el porcentaje de hogares en régimen de alquiler ha crecido, también lo ha hecho el esfuerzo necesario para pagarlo.
Lo cierto es que los precios del mercado de la vivienda han sufrido fuertes fluctuaciones en los últimos años, que se han visto acompañadas de un endurecimiento de las condiciones de acceso a los créditos para adquirir una residencia. Y lo que es más, para la mayoría de los menores de 30 años reunir el dinero necesario para la entrada de un piso se ha vuelto un hito casi inalcanzable, que supone de media 3,7 veces su salario
Fuente: La Información Las crisis se ceban con los jóvenes: se ha emancipado un 11% menos que en 2008 (lainformacion.com)
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