La inflación ha provocado una ‘progresividad en frío’ del parámetro del impuesto
El impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) es el único de los impuestos importantes de nuestro sistema fiscal que es progresivo. Pero eso no significa que sólo lo paguen los ricos, ni siquiera que la clase media-baja no pague una cuantía significativa en concepto de IRPF. De hecho, el IRPF es un impuesto masivo, y de ahí deriva su recaudación. En el pasado 2024, nada menos que el 44,2% del total de la recaudación gestionada por la Agencia Tributaria provino exclusivamente del IRPF, de enero a noviembre, 121.000 millones de euros.
Desde 2018, los perceptores del SMI, si no tienen otras rentas, no han tenido que pagar el IRPF. Esto parece lógico porque si el salario mínimo es una cuantía que cubre necesidades básicas, y no lujos, entonces, si se paga una cuantía significativa de IRPF, este importe se detrae del dinero necesario para cubrir necesidades básicas. Pero, desde 2018 han pasado muchas cosas. La primera de ellas ha sido el importante incremento del SMI, que ha pasado de 10.303 euros anuales en 2018 a 16.576 en este 2025, un aumento del 60%. Además, cada vez más trabajadores, y más porcentaje de los trabajadores, cobran el SMI.
Por supuesto, un trabajador que ganase el SMI en 2018 y siguiese percibiéndolo en 2025 no ha ganado un 60% de poder adquisitivo, porque los precios se han incrementado en este periodo un 22,5% según el INE. Pero, como se puede observar, este asalariado, aún así, ha aumentado su capacidad económica. Y eso supone que el coste para su empresa también se ha incrementado, en principio de una forma equivalente. En realidad, el aumento de coste es algo superior, porque también ha aumentado ligeramente el porcentaje de cotización a la Seguridad Social debido a la introducción del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) en la reforma Escrivá de las pensiones.
Por supuesto, la mayor parte de los salarios no se han incrementado un 60% en estos últimos siete años. De hecho, en muchos casos, la subida acumulada no ha llegado ni para compensar la inflación. Pero, salvo a los contribuyentes que menos ganan, es decir a los que ganan el SMI o un poco más, al resto no se les ha tocado el IRPF. Eso significa que la inmensa mayoría de los contribuyentes del IRPF, y de los trabajadores, pagan más IRPF.
Un simple dato es ilustrativo, el tipo medio de los declarantes del IRPF en 2018 fue del 12,7%, mientras que en 2023 fue del 14%, que es el más elevado de la historia. Este récord no durará mucho porque el de 2024 será, con toda seguridad superior. El lector podrá comprobarlo en marzo cuando la Agencia Tributaria publique la estadística. La razón por la que estoy tan seguro es porque estamos en tiempos de inflación. Si no se ajustan los parámetros del impuesto, fundamentalmente la tarifa, pero no solo, y no se ha hecho, se produce «progresividad en frío». El sufrido contribuyente paga más IRPF, que supone más porcentaje de su renta, aunque su capacidad económica no haya aumentado, o incluso haya disminuido, por efecto de la inflación.
Esta práctica, no tocar el IRPF cuando se sufre inflación, es una subida de impuestos. De hecho, aunque se comente menos que otras, ésta ha sido la principal subida de impuestos en España. El Banco de España calculó en un documento de 2024, que sólo la «progresividad en frío» entre 2019 y 2023 había supuesto una recaudación anual adicional de unos 11.000 millones de euros.
Recapitulando, algo más de 20 millones de contribuyentes del IRPF, los que ganan más de 20.000 anuales aproximadamente, han sufrido una importante subida de impuestos. La mayor parte de estos contribuyentes son trabajadores y pensionistas, que son los que aportan más del 80% de la recaudación de nuestro principal impuesto, el IRPF. Pero, al mismo tiempo, los trabajadores perceptores del SMI han aumentado su capacidad adquisitiva más de un 30%, y de momento, su contribución a las cargas públicas sigue siendo la misma, cero. Después de todo, es posible que el lector piense que no está tan claro, que los perceptores del SMI no deban tributar nada por IRPF. O por lo menos, que debería haber ajustes de inflación para todos los contribuyentes, no sólo para los que menos ganan.
El problema de ajustar el IRPF a la inflación para todos los contribuyentes, que sería lo justo, y que evitaría una subida encubierta de impuestos, es que se renuncia a mucha recaudación porque hay unos 20 millones de contribuyentes afectados. Y no podemos olvidarnos de que cerramos 2023 con un déficit del 3,53% del PIB que son casi 53.000 millones de euros. Sin embargo, está previsto para 2025 que haya unos 2,5 millones de trabajadores que perciban el SMI, que no son pocos. Y el problema que tienen es que, pese a la subida del 4,4% pactada entre sindicatos y gobierno, perderán poder adquisitivo si no se vuelve a modificar el IRPF para que no tengan que pagarlo. Si eso no sucede, del aumento de 50 euros brutos, 700 al año, Hacienda se quedará con casi el 43%, reduciendo el aumento neto a 400 euros, unos 28 euros mensuales en 14 pagas. Esto supondría pasar del 4,4% de aumento a sólo un 2,5%, por debajo de la inflación.
Si el Estado se queda un 43% del aumento de renta, lo que estamos diciendo es que el tipo marginal del IRPF que soporta un contribuyente que poco más que mileurista es muy elevado. Si se deja que sea la inflación la que acabe diseñando el impuesto, no nos extrañemos de que el impuesto que quede no sea racional, y dé lugar a disyuntivas como ésta.
Si se quiere mantener una elevada recaudación, y conseguir que un contribuyente que gane el antiguo SMI, 15.876 euros no pague, el marginal de los que menos ganan tiene que ser muy elevado. Un tipo marginal no es más que una pendiente. Aquí, el campamento base es el antiguo SMI, donde no se paga nada. Si se quiere llegar a que ganando 22.000 euros se pague un 11,96%, dejando un neto de 1.285 euros, entonces tiene que haber una fortísima pendiente. Existe muchísima preocupación sindical con el IRPF de los perceptores del salario mínimo, pero muy poca con trabajadores que ganan muy poquito más.
La relación entre el IRPF y el SMI no es fácil, pero se vuelve tormentosa en tiempos de inflación. Probablemente, habría que volver a adaptar el IRPF a la inflación, al menos parcialmente. Y el ajuste del IRPF para los contribuyentes que ganan el SMI no debería ser, como ha sido últimamente, una cuestión de que sigan sin pagar nada, aunque ganen sistemáticamente poder adquisitivo. Tampoco parece razonable que paguen un 43% de IRPF y pasen a perder poder adquisitivo. Existen opciones intermedias, que eso sí, dejarán descontentos a todos.
Buscar una solución razonable, cuando estamos hablando del impuesto que más recauda, y de la imperiosa necesidad de reducir el déficit, es cualquier cosa menos fácil. La única vía de salida es considerar que, la imprescindible consolidación fiscal no se puede realizar sólo por la vía de los aumentos fiscales, especialmente en el IRPF, pero de eso hablaremos otro día.