La edad media de retiro se estanca en 65,2 años, pero deja señales positivas
Las penalizaciones disuaden a los asalariados de las salidas anticipadas del mercado laboral
Los autónomos avivan la jubilación demorada por los incentivos económicos
La gran generación del baby boom, la explosión de natalidad que tuvo lugar en España durante casi dos décadas, empieza a dejarse notar en la Seguridad Social. La pirámide demográfica avanza implacable y aquellos nacidos en 1958 y 1959, la primera hornada ‘boomer’, ya han cumplido 66 y 65 años, respectivamente. La Seguridad Social ha registrado un incremento del 12,6% en las altas de jubilación durante 2024, unas 41.000 altas más en el cómputo del ejercicio que en 2023 hasta sumar un total de 368.000.
Solo en los dos primeros ejercicios de explosión demográfica hubo más de 1,3 millones de nacimientos. Hasta finales de la década de los 70 las dos próximas décadas, el número de nacimientos se mantendría por encima de 600.000 cada año. Así, el incremento del ritmo de las jubilaciones no es más que una señal de lo que está por llegar: la jubilación masiva de hasta medio millón de trabajadores por año que engordará la nómina de las pensiones.
El sistema público deberá hacer frente a cada vez más solicitudes de pensión, pues las previsiones apuntan a que habrá hasta 16 millones de pensiones frente a una población activa ligeramente inferior al volumen actual, que supera los 21,3 millones de trabajadores. Estamos en un punto de inflexión, pues las jubilaciones acaban de dar el sorpasso a los nacimientos: en 2023 ya hubo más personas que pasaban a cobrar la pensión que bebés nacidos y, a falta de conocer el cierre del pasado 2024, todo indica que es un cambio definitivo.
La evolución estadística que actualiza la Seguridad Social muestra un cambio de tendencia en las jubilaciones bajo los efectos de las diversas reformas aplicadas sobre el sistema. En términos generales, el pasado curso estuvo marcado por un cierto estancamiento con la edad media de acceso a la jubilación. Si en 2023 superó los 65 años por primera vez en la historia (65,1 años de media), este 2024 apenas ha aumentado hasta los 65,2 años.
Varios factores condicionan el retiro de los jubilados. La reforma de pensiones de 2011 es la palanca que lleva más tiempo impulsando al alza este indicador, al aumentar la edad legal de jubilación,endurecer los requisitos para acceder al cobro de la pensión completa a partir de los 65 años y atrasar el posible anticipo de la jubilación.
En 2024, la edad legal aumentó a 66 años y seis meses y este curso ya se eleva a 66 años y 8 meses. Varios aspectos surgen de fondo para impulsar la edad de jubilación. Primero, cada vez más personas cumplen al menos 65 años antes de retirarse (el 70%). Segundo, de estas salidas ordinarias, el 9,3% son demoradas y se accede con mayor edad (a los 68 años) por los premios económicos. Por último, cada vez hay menos altas de jubilación anticipadas por las mayores penalizaciones en el cobro de la pensión (el 29,6%) y las que se producen se dan más tarde (a los 63 años y medio).
La jubilación anticipada está especialmente marcada por el atraso en su posible acceso y, especialmente, por los recortes aplicados en la prestación. Un escaso 15% de los autónomos salían antes de la cuenta del mercado laboral antes de la reforma y, ahora, mantienen estable esa cota. Son los asalariados quienes más han sufrido la penalización, ya que hace una década la mitad anticipaba su jubilación a pesar de los recortes y ahora esa cifra ha descendido hasta el 32%. En resumen, los trabajadores que no anticipaban el cobro de su pensión no se han visto afectados y modifica el comportamiento de quienes sí salían antes de la cuenta en masa.
En el caso de la jubilación demorada, la Seguridad Social ha sido capaz de ‘seducir’ a los autónomos con las mejoras en la pensión (un 4% por cada año de demora y un 2% cada seis meses a partir del segundo año) y los ‘cheques’ al contado. Los trabajadores por cuenta propia prácticamente han duplicado sus salidas demoradas de forma voluntaria (el 26,3% de todas las altas), mientras los asalariados se mantienen en cotas inferiores al 10%.
Un futuro desequilibrado
Durante décadas se ha discutido sobre la sostenibilidad de un sistema de reparto como el español, que se nutre de las cotizaciones actuales. La demografía ha sostenido durante muchos años este indicador, pues los cotizantes eran más que suficientes en relación al número de pensionistas. Pero este pilar que ha sostenido el sistema se está erosionando y próximamente pondrá en apuros al sistema público en ausencia de reformas profundas que rediseñen la financiación de las prestaciones.
El escenario base de la Comisión Europea destapó el creciente desequilibrio entre ambos parámetros. En 2022, el sistema sostenía a más de 9 millones de pensionistas con 20,5 millones de ocupados. Es decir, por cada dos ocupados (algo más) había un pensionista que mantener. Desde 2022 hasta 2050 se puede observar un crecimiento estrepitoso del número de pensionistas, que llega hasta los 15,6 millones en 2050, mientras que el de ocupados se queda 21,3 millones, un nivel muy similar al que presenta hoy el mercado laboral español.
En tres décadas habrá un 60% de pensionistas más que mantener con la misma cantidad de ocupados de hoy, es decir, que la ratio descenderá a menos de 1,4 cotizantes por cada jubilado. Esto supone que la tasa de dependencia sube con intensidad hasta alcanzar el 74%, frente al 49% actual.
‘All in’ a la inmigración. La Comisión Europea y el Ministerio de la Seguridad Social que lideraba entonces José Luis Escrivá no encontraron un punto de consenso en la evolución demográfica del país. Mientras Bruselas rebaja el efecto de los flujos migratorios a menos de 200.000 entradas netas anuales durante las próximas décadas y pronosticaban un incremento del desembolso en pensiones hasta el 17% del PIB.
El exministro de las pensiones confió buena parte de su reforma en que el saldo migratorio fuera como un ‘cañón’, con 400.000 llegadas netas de salidas en las décadas de mayor tensión financiera, finales de los 30’s y los 40’s. La Seguridad Social confía en que estas llegadas se produzcan a la par que sale la población activa que forman de la generación del baby boom.