Los títulos superiores protegen a los trabajadores del desempleo, pero no de la precariedad laboral
En nuestro país, el número de personas ocupadas con titulación superior ha crecido espectacularmente y del total de los puestos creados, tres de cada cuatro, fueron ocupados por personas con niveles de formación superior. En el caso de las personas con niveles de formación superior su tasa de empleo es del 73%, mucho mayor que la población sin estudios superiores (40%).
Los empresarios optan por reclutar aquellos trabajadores que poseen mayores estudios al considerarlos más productivos y susceptibles de un mejor desarrollo personal a través de la promoción interna pues consideran que si el candidato “es bueno para los estudios también debe serlo para el trabajo”.
Los demandantes de empleo, ante la falta de puestos de trabajo de calidad acordes con su preparación formativa, optan por cualquier tipo de empleo aunque los mismos no tengan nada que ver con sus niveles de competencia. Esta situación puede generar frustración para los que no consiguen un empleo a su nivel formativo. Los estudios de nivel superior protegen del desempleo pero no de la precariedad laboral. La causa de la exclusión en el mercado laboral de las personas sin titulación superior no es el hecho de no contar con estudios superiores sino por falta de empleos para esos perfiles.
La inmigración y la sobrecualificación
Los trabajadores de origen extranjero, con o sin nacionalidad española, representaban el 14,4% de la fuerza laboral activa de España en julio de 2023. Sin embargo, su representación no es igual en los diferentes sectores: representan el 25% de los ocupados en la hostelería y el 18% en la construcción
La sobrecualificación es un fenómeno generalizado que no distingue de nacionalidades. El 34,5% de los trabajadores españoles tiene un nivel de formación superior a la requerida para su actual empleo. Es la cifra más alta de toda la Unión Europea, que desde 2013 mantiene este indicador apenas por encima de los 20 puntos porcentuales.
Mientras las voces de un lado destacan con preocupación que los extranjeros copan la mayor parte de los nuevos empleos creados en España, pero lo cierto es que seis de cada diez trabajadores no comunitarios están sobrecualificados para el trabajo que realizan, mientras que el sueldo medio de los foráneos es casi 7.000 euros menos que el de los nacionales.
Frente a los bulos frecuentes, la población migrante que llega a España está cada vez más formada pues los extranjeros con educación secundaria son los que más han crecido en los últimos años, hasta representar el 58% del total, casi diez puntos por encima de los españoles (50%). La presencia de trabajadores extranjeros con formación superior en ocupaciones elementales es casi siete veces superior a la de los españoles (12%) frente al 1,8% los españoles.
La sobreparticipación de los trabajadores extranjeros en ocupaciones elementales lastra, sin dudas, los salarios medios que reciben. Mientras que el salario mensual promedio de un empleado español a tiempo completo alcanzó los 2.396 euros en 2021, la retribución media de los trabajadores de origen extranjero es un 24% menor y solo alcanza los 1.821, la diferencia anual alcanza los 6.900 euros.
Por otra parte la tasa de paro de la población extranjera en julio de este año alcanzó el 17,25%, frente a un 10,64% de los nacionales. Aunque los migrantes tengan más fácil encontrar empleo en sectores relacionados al ocio, entretenimiento y hostelería, también son los primeros en sufrir contratos cortos y temporales.
El empleo está sufriendo una enorme transformación como consecuencia del modelo de crecimiento de la economía española basado en los servicios, la precariedad salarial y la baja productividad. Según los datos de la EPA del segundo trimestre de 2023, España ha llegado por primera vez a los 21 millones de ocupados, 589.000 más que hace un año, sin embargo, ahora hay 502.000 españoles nativos menos trabajando que hace 15 años (-3%), mientras que ha aumentado exponencialmente el número de empleados con doble nacionalidad (latinoamericanos en su mayoría). Hay 750.000 más, lo que supone un alza del 404%. También hay más 118.000 ocupados más (134%) procedentes de países de Europa (sobre todo rumanos y del Este), así como 162.000 más del resto de mundo y apátridas (31%), sobre todo africanos.
De esta forma, en términos absolutos, en 2023 hay 17,3 millones de ocupados nacionales, frente a los 17,8 millones que había en 2007, en pleno boom de la construcción y cuando todavía coleaba algo la industria. Si en ese año representaban el 86% de la ocupación total, ahora llegan al 82%, es decir, se ha producido un descenso de cuatro puntos. Por su parte, si hace 15 años sólo había 186.000 empleados con doble nacionalidad (de su país y también española) en el mercado laboral, ahora hay 935.000. Y si antes representaban el 0,5% del empleo en España, ahora llegan al 4,4%.
Por lo tanto, a pesar del enjuague estadístico que proporciona la última reforma laboral -con fijos discontinuos que no se computan como parados cuando no trabajan o el auge de la contratación indefinida a tiempo parcial-, el empleo nacional es el menos beneficiado del mercado laboral español. Es la mano de obra procedente del exterior (sobre todo la que tiene nacionalidad) y de economías menos desarrolladas la que más empleo encuentra, probablemente por ese modelo de PIB y también porque estos residentes aceptan cualquier oferta laboral o salarial que les llega e incluso tienen más inclinación al autoempleo.
La cifra más elevada de ocupados con doble nacionalidad se ha logrado en este segundo trimestre de 2023, con esos 935.000, cinco veces más que hace 15 años.
Este descenso de la ocupación nacional y el aumento en los residentes con doble nacionalidad y en extranjeros ha sucedido, mientras que la población total en España mayor de 16 años (en edad laboral) ha aumentado en casi 2,5 millones hasta casi 40,4 millones en estos 15 años (6,5% más). Así, hay 477.000 españoles más (1,4% más) hasta llegar a casi 34 millones. Mientras, la población que tiene doble nacionalidad ha crecido en más de 1,1 millones (403%) hasta 1,4 millones.
En cuanto a los españoles, hay ahora 106.000 activos más (0,6% más) hasta 19,3 millones. Pero, es la consecuencia del mayor aumento del paro (hay 608.000 desempleados más, un 43%) y de esos 502.000 empleados menos que en 2007 (-3%). Por su parte, hay 875.000 activos más ahora (425%) con doble nacionalidad y, de ellos, 750.000 tienen empleo, mientras que 125.000 están en paro. Y hay 279.000 activos más en el grupo de extranjeros totales como consecuencia de la existencia de 56.000 ocupados más y también de 223.000 parados más.
Por tanto, la conclusión es que no es oro todo lo que reluce en el mercado laboral a pesar del récord de esos 21 millones ocupados: hay ahora más empleo que en el inicio de la gran depresión, sobre todo discontinuo y compartido; existe una mayor población en edad de trabajar; y también ha aumentado la población activa.
Pero los trabajadores nacionales, con mayor formación y en muchos casos con sobrecualificación académica (una gran parte se ve forzada a salir al exterior) no pueden capitalizar la ocupación existente, porque el modelo de crecimiento de los servicios les perjudica. Es la causa de que haya medio menos de trabajadores nativos menos que en 2007 pese al aumento de la población. Y son, además, los que soportan la mayor carga estadística de paro, ya representan el 73% del desempleo frente al 69% hace 15 años.