La precariedad no suelta al empleo joven: apenas un 31% trabaja con un contrato fijo a jornada completa

Supone menos de la mitad que en el resto de trabajadores  

El empleo que más ha crecido es el fijo discontinuo, cuyo peso se multiplica por cinco  

Los jóvenes han sido el colectivo que más ha visto mejorar la calidad de sus empleos tras la reforma laboral: un 70,2% de los 960.298 asalariados menores de 25 años registrados en el pasado mes de septiembre tiene un contrato indefinido, más del doble que en el mismo mes de 2021 Pero muchos menos de estos trabajos fijos son a jornada completa: se reducen al 30,8% un porcentaje que supone menos de la mitad de la media del resto de ocupados y que no se explica por factores como la compatibilidad con los estudios. De hecho, son el grupo que más ha visto crecer su nivel de subempleo tras la nueva legislación.

Los jóvenes se han convertido en uno de los indicadores de éxito más claros de la norma pactada por el Gobierno y los interlocutores sociales a finales de 2021. No solo hay un 43% más de ocupados que en septiembre de ese año, sino que los que tienen un contrato indefinido se han disparado un 230% y acercan el porcentaje de trabajadores fijos, del 70%, a la media del resto de edades, que se ha elevado al 79%, desde el 66% que registraban hace cuatro años.

Reducir este diferencial era uno de los objetivos de la reforma, que buscaba combatir la precariedad del empleo juvenil. Para ello, se ha restringido la contratación temporal y penalizado, especialmente, la de muy corta duración. Los empleos eventuales muy cortos eran los más habituales entre los menores de 25 años hasta 2021. Por ello, estas medidas han provocado un giro de 180 grados en la estabilidad de sus puestos de trabajo.

De hecho, en los meses de julio y agosto se rompió por primera vez la barrera del millón de asalariados menores de 25 años con un contrato fijo, si ben en septiembre se produjo un leve retroceso.

Sin embargo, hay una brecha que no se ha cerrado. El 70% de los asalariados mayores de 25 años tiene un contrato indefinido a jornada completa, un porcentaje que antes de la reforma laboral se situaba en el 52,5%. Entre los menores de esa edad, el porcentaje se reduce al 30,8%, aunque supone casi el doble frente al 15,8% anotado en septiembre de 2021. Hace seis años eran el único grupo en el que el contrato indefinido ordinario a jornada completa no era el predominante. Y aunque las cifras han mejorado, hoy sigue siendo apenas un tercio del total.

La clave es que, para el resto de los trabajadores, el incremento del empleo fijo ha pivotado sobre los contratos indefinidos ordinarios a jornada completa. Hace cuatro años suponían el 52,5% de los contratos de los asalariados mayores de 25 años. En 2025 alcanzan el 60,3%. En comparación, los que se firman a media jornada y los fijos discontinuos han crecido con mucha menor intensidad. Así, los primeros han pasado de suponer el 10,4% al 13,7% del empleo de los mayores de 25, mientras los segundos han escalado del 2,7% al 5%.

Para los jóvenes no ha sucedido así. El porcentaje de asalariados indefinidos a jornada parcial ha pasado del 12% al 25,6% y los fijos discontinuos del 2,6% al 13,8%. Esto equivale a decir que el 56% de los empleos indefinidos de los menores de 25 años es a media jornada o fijo discontinuo, frente al 48,6% de 2021. Esto conduce a una paradoja inédita en el mercado laboral español: en un contexto de creación de empleo y mucha mayor estabilidad de los contratos, no viene acompañado de un incremento de la calidad del empleo (expresado en términos de jornada).

Es más, si comparamos cuántos jóvenes trabajaban a jornada completa antes de la reforma laboral y ahora, contando también a los temporales, vemos que el porcentaje ha pasado del 41,8% en 2021 al 43,5% en 2025. Estos porcentajes se incrementan notablemente si incluimos a los fijos discontinuos (2,6% en 2021 y 13,8% en 2025), ya que, aunque cubren actividades eventuales, pueden producirse a jornada completa y parcial. Pero los datos de Seguridad Social no detallan cuántos lo son a media jornada. De hecho, las interrupciones en la actividad hacen que, históricamente, se hayan considerado contratos indefinidos a tiempo parcial en muchas estadísticas.

En todo caso, antes de la reforma laboral el 45% de los asalariados con contrato temporal tenían una jornada parcial. Está por ver si este porcentaje se ha trasladado a los fijos discontinuos, pero la hipótesis de que así haya ocurrido es plausible.

En este punto, conviene recordar que los contratos formativos y de aprendizaje entran en el grupo de los contratos temporales. En cualquier caso, su peso entre los asalariados jóvenes ha caído notablemente: han pasado de suponer el 5% de sus contratos al 2,7%, lo que muestra que están muy lejos de ser su puerta de entrada al mercado laboral.

El subempleo marca la diferencia

La peculiar evolución del empleo indefinido entre los jóvenes suele explicarse por la combinación de dos factores. El primero es que su mayor exposición a los trabajos temporales hace que muchos se hayan convertido en fijos discontinuos, cuyo peso sobre el total (13,8%) está cerca de triplicar la media de los mayores de 25 años (5%). El segundo es que la coexistencia de formación y empleo hace que muchos elijan, voluntariamente, trabajos a media jornada.

Pero en este caso hay un tercer elemento a tener en cuenta: el subempleo. Definido como el número de ocupados que trabajan menos horas de las deseadas y están disponibles para incrementar su jornada, es un indicador tanto de infrautilización de mano de obra como un síntoma de insuficiencia de ingresos de esos trabajadores, ya que esta es la razón para querer aumentar su tiempo de trabajo.

Como hemos contado en elEconomsita.es, pese al incremento de los ocupados, el número de subempleados se ha reducido un 5,4% desde la reforma laboral, hasta los 1.7 millones de afectados, según los datos de la última Encuesta de Población Activa. Esto ha llevado a que el porcentaje sobre el total del empleo retroceda del 8,9% al 7,6%.

Entre los jóvenes, la evolución ha sido muy diferente: el número de subempleados se ha disparado un 31%, hasta los 223.000. Suponen el 13% del total, su mayor tasa en toda la serie histórica. Aunque si lo comparamos sobre el total del empleo juvenil vemos que supone el 16,1%, frente al 16,7% a cierre de 2022, cuando se aprobó la reforma. Una tasa que duplica la general.

Estos datos muestran que la calidad del empleo juvenil sigue siendo un desafío. Hay más jóvenes trabajando y más de ellos compaginan su incorporación al mercado laboral con estudios, pero eso no implica que muchos de ellos (sobre todo los que optan por la formación profesional y no cursan estudios universitarios) no estén preparados como profesionales a los 20 años y se sigan encontrando con un muro.

No solo en materia de empleabilidad (con una tasa de paro del 24,5% en el segundo trimestre de 2025, frente al 9,5% de los mayores de 25 años) sino en calidad de los puestos de trabajo, que sigue claramente por debajo de la del resto de trabajadores.

Fuente:La precariedad no suelta al empleo joven: apenas un 31% trabaja con un contrato fijo a jornada completa

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