El 18,5% de los residentes ha nacido en el exterior, lo que sitúa a España a la cabeza de la Unión Europea
Según el INE desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, hay 621.466 españoles menos y 2.703.938 extranjeros más. Pero si se contaran como inmigrantes a los casi 600.000 hijos de mujeres extranjeras que nacieron entre el 1 de julio de 2018 y el 1 de julio de 2024, el balance sería de 1,2 millones de españoles autóctonos menos y 3,3 millones más de población inmigrante.
Actualmente, hay 39.761.459 habitantes que nacieron en España y 9.036.416, cifra récord, que nacieron fuera del país. De estos, la mayoría proceden de Marruecos, Colombia y Rumanía. Y se asientan fundamentalmente en Cataluña (1.965.171), Madrid (1.700.699) y Comunidad Valenciana (1.234.610).
Esto supone que el 18,5% de los residentes ha nacido en el extranjero, lo que sitúa a España como uno de los países europeos con un porcentaje mayor. En 2023, el porcentaje de población nacida en el extranjero en el conjunto de países de la Unión Europea ascendía, según Eurostat, al 13,3%. España, con un 17,1% de residentes nacidos en el extranjero, se situaba ese año a corta distancia de países como Suecia (20,4%), Alemania (19,5%) y Francia (13,1%).
Causas y consecuencias
La caída de población nacional se debe, sobre todo, a que murieron 511.000 más personas de las que nacieron y a que unas 110.000 emigraron. Esto es, 18.000 españoles al año, una cifra «muy baja» teniendo en cuenta el paro juvenil, los bajos salarios y la carestía de la vivienda. Y es que casi toda la emigración exterior es de inmigrantes previos. Esto es, gente que vino y regresa a su país, o inmigrantes recientes que no se adaptan.
Las principales nacionalidades de los inmigrantes durante el segundo trimestre de 2024, el último del que existen datos, fueron la colombiana (con 36.900 llegadas a España), la marroquí (25.100) y la venezolana (21.400). Por su parte, las nacionalidades más numerosas de los emigrantes fueron la española (con 11.100 salidas), la marroquí (11.000) y la colombiana (8.700).
La «avalancha migratoria» es «preocupante» teniendo en cuenta que «llevamos años sin bajar de los cuatro millones de parados reales», y que «la inmigración debe venir para cubrir puestos de trabajo». «Con cuatro millones de parados reales (un tercio, inmigrantes), sobran más que faltan A partir de 2030-2035, España, por su siberiano invierno demográfico, tendrá que elegir entre más inmigración, jubilaciones aún más tardías o más vacantes laborales».
El saldo migratorio no ayudará, como se dice, a compensar el «catastrófico déficit de natalidad de los españoles»: «No paran el envejecimiento social, solo ralentizan algo su avance. No muchos cubren empleos cualificados. No solucionan la soledad y desierto afectivo por falta de niños y la desestructuración familiar. Y hay riesgos de integración por exceso de inmigración y/o choques culturales».
Por último, se apunta a un nuevo foco de problema: «Con esa avalancha migratoria, pese a no bajar de cuatro millones de parados reales, y peor aún si se tolera la okupación, se ampara la morosidad hipotecaria o de alquiler, y cuesta edificar. ¿Cómo no vamos a tener un problema grave de vivienda?».