“El PP sólo puede gobernar pactando con el PSOE. El PSOE sólo puede gobernar pactando con perdedores”
El fracaso en las urnas ha hecho que Alberto Núñez Feijóo pase de enarbolar la bandera de la muerte del sanchismo a reclamar la abstención del PSOE en la investidura. Obviamente, no le harán caso. Los resultados del 23J confirman lo que ya se sabía, que ni los militantes ni los votantes del PSOE encuentran que sus ideas tengan mucho interés.
Los hay que lamentan que no exista cultura del pacto entre diferentes. Felipe González escribió un artículo que salió publicado un día después del 23J. Reclamó que gobierne “la lista más votada” cuando no haya otra opción y además no pedir nada a cambio de dejar gobernar pues si no pides nada se tendrá que llegar a acuerdos en cada proyecto de ley y en el presupuesto”. García-Page ha mostrado su preocupación por el hecho de que se asuma “con normalidad” una dialéctica de “bloques” en España, al tiempo que ha considerado que el PSOE es un partido “con metabolismo incluyente”, pero avisando de que en el Congreso de los Diputados habrá “muchos partidos excluyentes”, bien por su “ideología radical”, o bien por sus ansias “separatistas”, e insistió en que él, antes que socialista, es “demócrata”, y eso significa, en primer lugar, “respetar lo que han votado los ciudadanos”
Lo que no quieren muchos dirigentes del PSOE son pactos con los partidos nacionalistas pero lo cierto es que desde 2019 ERC y Junts, han perdido la unidad de acción y no son capaces ni de convivir en un Gobierno de coalición en Cataluña. ERC y Junts han pasado de 1.405.084 (36,5% del total) votos en noviembre de 2019 a 855.517 (24,2%). Puede que el procés tal y como lo conocimos sea historia pasada, pero es indudable que la política catalana sigue condicionando el sistema político español.
La derecha y la extrema derecha obtuvieron 11.125.584 votos, 350.000 más que el PSOE y Sumar. Cerca de un millón y medio de votos a los partidos nacionalistas catalanes y vascos (1.464.661) son los que marcan la diferencia. A la izquierda le pueden caer mejor o peor los nacionalistas, puede dudar de que el mensaje plurinacional funcione o no en varias comunidades, pero en estos momentos y puede que durante mucho tiempo necesita su apoyo para gobernar.
Según el art. 99 de la CE, si en el Congreso de los Diputados el candidato no obtiene en primera votación la mayoría absoluta de sus miembros, se someterá la misma propuesta a nueva votación 48 horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si obtuviere la mayoría simple. Si transcurrido el plazo de 2 meses, a partir de la primera votación de investidura, ningún candidato hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones
El reparto de fuerzas en el Parlamento sugiere que, si Pedro Sánchez logra ser investido a cambio de quién sabe qué precio de los soberanistas de derechas (PNV y Junts), la legislatura será impracticable pues el margen de acción del gobierno será mucho más reducido que hasta ahora y la hipótesis de un gobierno breve no podrá descartarse. Similar situación se plantearía con un gobierno del PP que también precisaría al menos la abstención en segunda vuelta del PNV o de Junts
ESCENARIOS POSIBLES
El voto exterior ha hecho que el PP logre un diputado que se atribuyó al PSOE en la noche electoral, lo que obliga a Sánchez a lograr el ‘sí’ de Junts para garantizarse la investidura al no poder obtener la mayoría simple solo con su abstención. Un diputado por Madrid ha pasado de pertenecer al PSOE –que pasa de 122 escaños a 121– a formar parte del Partido Popular –que obtiene 137 diputados en lugar a de 136–. Este pequeño movimiento supone un cambio en el equilibrio de los bloques, relevante a la hora de lograr una mayoría simple –más síes que noes, jugando con las abstenciones–, que es la que se exige en la segunda votación de una sesión de investidura tras no obtener la mayoría absoluta en la primera.
El baile de un escaño del PSOE al PP implica que el bloque conservador pasaría a tener 172 escaños por los 171 del bloque progresista. La abstención de todos los diputados de Junts ya no es suficiente.
Repasamos todos los escenarios posibles para una investidura de Sánchez una vez finalizado el recuento:
Abstención de Junts con noes de PP, Vox, UPN y CC: no hay investidura de Sánchez
Este escenario impide la investidura de Sánchez tanto en la primera votación como en la segunda. La suma de los noes de PP (137), Vox (33), UPN (1) y CC (1), es 172, un voto más que los 171 que alcanzarían el PSOE (121), Sumar (31), ERC (7), EH Bildu (6), BNG (1) y PNV (5). El líder socialista no solo no alcanzaría la mayoría absoluta de los 176 diputados para sacar adelante la investidura en primera votación, sino que en la segunda, si Junts también se abstiene, tampoco podría ser investido.
Abstención de Junts y CC con noes de PP, Vox y UPN: no hay investidura
En este caso habría un empate de votos. La suma de los noes del bloque de derecha formado por PP (137), Vox (33), UPN (1) es 171. Es la misma cifra que suman en la izquierda el PSOE (121), Sumar (31), ERC (7), EH Bildu (6), BNG (1) y PNV (5). Las abstenciones de Junts (7) y CC (1), impedirían deshacer el empate tanto en primera como segunda votación.
Abstención de Junts, CC y UPN con noes de PP y Vox: sí hay investidura
Las 9 abstenciones de UPN (1) junto a la de Junts (7) y Coalición Canaria (1) decantarían la balanza a favor del líder socialista. La suma de los síes a la investidura de Sánchez con el PSOE (121), Sumar (31), ERC (7), EH Bildu (6), BNG (1) y PNV (5) es de 171 votos, frente a los 170 que obtendría el bloque de derechas formado por PP (137) y Vox (33). Sánchez no podría ser investido en primera votación al no alcanzar la mayoría absoluta (176 escaños), pero sí en la segunda vuelta.
Voto a favor de dos diputados de Junts con abstención del resto y noes de PP, Vox, CC y UPN: sí hay investidura
El sí de dos diputados de Junts y la abstención del resto permitiría a Sánchez lograr la investidura al alcanzar 173 síes con el PSOE (121), Sumar (31), ERC (7), EH Bildu (6), BNG (1), PNV (5) y dos de Junts, frente a los 172 noes de PP, Vox, CC y UPN.
El sí de dos diputados de Junts es el mínimo que necesita Sánchez para su investidura, siempre y cuando los otros cinco se abstengan. En todo caso, el hecho de que sea necesaria la abstención del resto de representantes de Junts supone una negociación conjunta con el partido. Lo contrario sería transfuguismo.
Voto a favor de los diputados de Junts con noes de PP, Vox, CC y UPN: mayoría absoluta para Sánchez
Si las negociaciones con Junts llegan a buen puerto, Sánchez podría encontrarse con una situación insólita: pese a tener un escenario parlamentario más ajustado, su investidura podría salir adelante por mayoría absoluta
Abstención de BNG, Junts, CC y UPN con noes de PP y Vox: no hay investidura
Las abstenciones de BNG (1), UPN (1), Junts (7) y CC (1), un total de 10, dejarían en empate los síes y noes de los dos grandes bloques. Sánchez obtendría el respaldo de 170 diputados de PSOE (121), Sumar (31), ERC (7), EH Bildu (6) y PNV (5), frente a los 170 noes de PP (137) y Vox (33).
No es que el pueblo no sepa votar es que el pueblo no existe: cada hombre es un voto y hace lo que le da real la gana. La suma de los votos puede dar situaciones aberrantes, forma parte del juego electoral.
El PP, aun con un excelente resultado, ha fracasado. Vox ha fracasado igualmente, con un resultado mediocre.
El PSOE, con un bastante buen resultado está en condiciones de seguir dirigiendo el Gobierno. Sumar, con un mediocre resultado también ha triunfado porque puede reeditar coalición
Bildu, con un buen resultado, ha triunfado también. El PNV, con un resultado mediocre, también ha ganado pues siempre gana aunque pierda.
ERC, con su mal resultado, y Puigdemont con su resultado mediano, han hecho algo más que resistir
Los comparsas
El grupo con mayor número de escaños que apoyaría una investidura de Sánchez sería Sumar.
ERC, por su parte, admite estar manteniendo ya «conversaciones» con la formación de Puigdemont en las que hay «voluntad de entendimiento» para buscar una estrategia común entre la derecha y la izquierda catalana ante una eventual investidura de Sánchez. ERC consultará a sus bases, a través de una votación, la postura final de los diputados republicanos ante una investidura de Sánchez.
En cuanto a Junts, Puigdemont ha apelado este sábado al voto positivo de su partido para facilitar la investidura de Sánchez pero el líder huido de la formación catalana ha impuesto sus condiciones. Solo contará con los votos de Junts en la eventual investidura si se alcanza un acuerdo sobre el «conflicto» catalán y no sobre su situación personal. Como han adelantado desde la facción independentista, sus reclamos están claros: la amnistía y la autodeterminación o referéndum. Y es que Junts ya lo había advertido durante la noche electoral del 23J: «No investiremos a Sánchez a cambio de nada».
El PNV remarca haber «frenado en seco un gobierno involucionista» del PP y Vox, para lo que ahora los votos de sus cinco diputados son «determinantes». «La coherencia política y los resortes para influir están en manos del supuestamente en declive PNV, pese a quien pese”. Las posiciones «están bastantes claras»: «si está Vox de por medio, el PP no tiene nada que hacer». Pero también advierte al PSOE: PNV tiene un programa y unos planteamientos sobre Euskadi y que «eso es lo que se debe negociar» si Sánchez quiere contar con sus votos.
Bildu también ha dejado claro que «el pueblo vasco no quiere un Gobierno de PP y Vox”. El coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi, no descarta que su partido vote ‘sí’ a la investidura de Sánchez.
El Bloque Nacionalista Gallego también ha anunciado su disposición de ofrecer su apoyo a una posible investidura de Sánchez, pero no sin antes atender a sus peticiones. La portavoz de BNG, Ana Pontón, ha asegurado que van ser «muy exigentes a la hora de reclamar aquello que Galicia necesita».
Unión del Pueblo Navarro también ha afirmado que apoyará una investidura del líder del PP. «Todo lo que sea un Gobierno en el que no esté Bildu y no dependa de aquellos que quieren acabar con España nos parece algo positivo y el compromiso con el candidato Feijóo era público y lo mantenemos con total y absoluta naturalidad
Coalición Canaria, aunque en el Ejecutivo autonómico gobierna con el PP, su única diputada por Madrid, Cristina Valido, ha sostenido que no apoyará ningún gobierno en el que estén Vox o Sumar. En este sentido, CC se ha reivindicado como «imprescindible» para la investidura del próximo presidente del Gobierno. De hecho, el apoyo de la nacionalista canaria a Sánchez sería la única opción para que el candidato socialista no tuviera que recurrir a los votos de Junts, sino que le bastaría con su abstención.
¿Unas soluciones “imaginativas”?
La gran coalición. Si algo dejó claro el resultado del 23-J es que los españoles no quieren ni un bloque de izquierdas ni uno de derechas. Los comicios se plantearon como un plebiscito entre los dos bandos y el desenlace fue un empate técnico: 172 a la derecha y 171 a la izquierda. Muchas voces reclaman un acuerdo entre los dos grandes partidos. Quizá fuera bueno para España, pero resulta improbable.
Con este escenario cabe plantearse la improbable gran coalición. Con un ganador que ha perdido las elecciones y un perdedor que las ha ganado, ¿por qué no unir fuerzas entre los dos grandes partidos en vez de pelear por las migajas? ¿Por qué darle poder a los independentistas que odian España en vez de formar el gobierno más sólido de nuestra democracia con 258 diputados?
La unión de PP y PSOE daría estabilidad al país durante cuatro años y en Europa se vería con buenos ojos. En otros países lo han puesto en marcha y ha funcionado. Es una teoría extremadamente complicada con Sánchez en liza, pero en realidad lo que él quiere es seguir en el poder, ya sea con el apoyo de Puigdemont o el de Feijóo.
Juntos sumarían 258 diputados por lo que podrían abordar reformas legislativas de gran calado para no estar cambiando leyes con cada Gobierno e incluso abrir el melón de la Constitución. Podrían dividir la presidencia, dos años para Feijóo y otros dos para Sánchez, y repartir los ministerios en función al número de escaños que ha logrado cada partido. Esta teoría improbable dejaría a Vox y a Sumar en la oposición y evitaría darle poder a los independentistas y que, durante al menos cuatro años, dejáramos de hablar de posibles referéndums en Cataluña y el País Vasco. No es fácil poner de acuerdo a PP y PSOE, pero, al menos, habría que intentarlo.
El “paso atrás” del PP. Pedro Sánchez ve el resultado electoral como un doble apoyo a su política frentista y a su presidencialismo. Tampoco le presionarán desde una Unión Europea que vive el resultado electoral como un alivio ante sus propios fantasmas.
Por su parte, el PP aún se ve ganador de las elecciones y puede sentarse a esperar a que, como sucedió tras las elecciones de 2008, una crisis presupuestaria derribe el castillo de naipes del nuevo gobierno de coalición.
El PSOE sólo puede construir una mayoría de gobierno precaria e inestable. Gracias a su control del Tribunal Constitucional, tendría las manos libres para reinterpretar la Carta Magna. La adición de Sumar le asegura estabilidad interna con cierto grado de sensatez aparente.
Hasta ahora, Sánchez ha superado todas las crisis mediante un expediente muy simple: aumentar el gasto y la deuda pública. Sólo endeudándonos ha podido subir las pensiones y el sueldo de los funcionarios, aumentar el empleo público, regalar bonos y descuentos, y prometer miles de millones de subvenciones.
En los próximos meses, cuando la UE nos exija cumplir nuestros compromisos la vuelta a la normalidad presupuestaria cerrará la puerta a una nueva compra masiva de propaganda, silencios y voluntades.
Simultáneamente el Gobierno podrá conceder nuevos privilegios al separatismo vasco y catalán; pero sólo arriesgándose a divorciarse definitivamente de su clientela social fuera de esas dos regiones. Esta colisión es inevitable sin el comodín del endeudamiento público. A partir de cierto punto, resultaría inaceptable para Europa y la situación sería entonces similar a la de 2012, cuando, en el contexto de los recortes iniciados por Rodríguez Zapatero en 2010, la negativa de Mariano Rajoy a la pretensión de Artur Mas de consolidar para Cataluña un status de financiación privilegiada desató el procés separatista.
Las divisiones dentro de la coalición serían muy fuertes y máxime en medio de las elecciones autonómicas vascas y catalanas. Dada su precariedad, fácilmente derivarían en nuevas elecciones generales; y el Gobierno llevaría las de perder si la oposición sabe jugar sus bazas.
Ante este escenario, cuando se reponga del trauma electoral, el PP debería ofrecer su abstención para investir a Sánchez como Presidente del Gobierno. A cambio, debe proponer pactos de estado. No es probable que esa oferta fuese aceptada por el PSOE y, de serlo, el PP pudiera temer que el Gobierno incumpliría lo pactado. Esa oferta cargaría de razones al PP a la hora de ejercer como oposición. Ciertamente, al ofrecer esa posibilidad de pacto, regalaría a Sánchez una baza que éste podría usar para reducir el precio que ha de pagar a sus socios. Ello tampoco sería mala cosa, porque ese precio no lo pagan ni el Sr. Sánchez, ni el PSOE, ni el PP, sino todos los españoles. Quien da batalla se arriesga a perderla. Quien no la da, concede de antemano su derrota.
Interesará: Sánchez contesta a Feijóo que no se reunirán hasta que el Rey designe candidato https://www.20minutos.es/noticia/5161017/0/sanchez-rechaza-peticion-feijoo-reunirse-semana-hablar-despues-vacaciones/