Ni la pandemia, ni las guerras insospechadas en Europa, ni los volcanes, ni el cambio climático, ni los incendios de 6ª generación, ni los “desacuerdos” continuos con sus socios de Gobierno de coalición, ni los aspavientos de sus aliados parlamentarios (fundamentalmente ERC), ni sus secretos voceados por Pegaus, ni su aún no explicado giro histórico sobre el Sáhara, ni las cuatro elecciones autonómicas sucesivas en las que un PSOE al que tiene secuestrado ha tocado suelo,…el peor enemigo de Sánchez es la economía y, en particular, la inflación desbordada
Bien es cierto que el Gobierno no hace previsiones exactas del IPC, aunque sí comenta y pronóstica la evolución de este indicador cuando lo considera oportuno e incluso “despide” al presidente del INE por darle continuos disgustos sobre este dato
A Pedro Sánchez, no le ha quedado más remedio que reconocer por fin este viernes 29 de julio el “mal dato” del Índice de Precios al Consumo (IPC) del mes de julio, que el INE desvelaba que se desbocaba hasta el 10,8%. Esta escalada de precios (no vista desde el año 1984), evidencia los sistemáticos desaciertos del Gobierno con sus pronósticos, y, lo que mucho peor, la completa ineficacia de sus medidas para contener los precios consecuencia inevitable de sus errados análisis y pronósticos.
Los vaticinios gubernamentales (con la ministra de Economía, Nadia Calviño, a la cabeza) relativos al IPC no podían estar más desacertados. En septiembre de 2021 (antes de la guerra en Ucrania), cuando el IPC cerraba en el 4%, Calviño aseguraba que “la inflación no me preocupa a corto plazo” porque “no es exorbitante”. En noviembre de 2021 (también antes de la guerra en Ucrania), cuando el IPC terminaba el mes en el insólito 5,5%, Calviño seguía asegurando que la subida de la inflación respondía a un “fenómeno transitorio
La última de la profecías fracasadas de Calviño se confirmó el pasado mes de junio cuando la escalada de la inflación rompió la barrera del 10% y tumbó las afirmaciones de la ministra, que aseguraba en abril que la subida de precios había alcanzado su pico en marzo.
En julio, lejos de contenerse, la subida de precios ha seguido tan desbocada que ya roza el 11% y si tenemos en cuenta que la inflación subyacente sigue disparada (que es la variable que excluye a los alimentos no elaborados y la parte energética, es decir, los componentes más volátiles del IPC) vemos que el incremento generalizado de los precios en todas las actividades económicas del país es crónico. Tanto es así, que la inflación subyacente se ha multiplicado por 10, desde el 0,6% en el que estaba en julio de hace un año hasta el 6,1% actual.
En definitiva, la clase media cada vez más empobrecida con sus salarios/pensiones congeladas
y con sus escasos ahorros depreciándose a la “velocidad de la luz”
El Gobierno aplicará nuevos subsidios y ayudas clientelares
lo que recaude de los nuevos impuestos populistas que, en cualquier caso, no bajan el precio del pan nuestro de cada día
