La protección sube once puntos desde la aprobación de la reforma laboral
La tasa ‘baila’ entre los récords del 300% en Baleares al 54% del País Vasco
La tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo alcanzó el pasado mes de mayo el 69,4%, el dato más alto desde 2010, si descontamos el registrado en 2020, distorsionado por el efecto de los ERTEs de la pandemia, que supuso que muchas personas cobraran una ayuda sin estar en paro. Sin embargo, el dato de los tres últimos años registra un sesgo similar, al incluir a los fijos discontinuos inactivos que perciben una prestación.
Su número se ha elevado un 167% respecto a los niveles previos a la pandemia y consolida un impacto en las estadísticas que se viene detectando desde la entrada en vigor de la reforma laboral. Así, la tasa de cobertura se ha disparado once puntos respecto a mayo de 2021, una subida inédita que supera las registradas entre 2008 y 2010.
Los datos se publican con casi un mes de decalaje respecto a los del paro registrado. Por eso, hasta el próximo martes, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, no podrá esgrimirlos en la habitual rueda de prensa mensual. Si se cumple el guion de las anteriores, el número dos de Yolanda Díaz hablará de un repunte histórico de este indicador que, seguramente, volverá a vincular con las mejoras en la protección por desempleo introducidas por el Gobierno en los últimos años, empezando por el incremento del 50% al 60% del porcentaje estimado para calcular la prestación a partir del sexto mes.
Pero esta medida, que deroga el recorte introducido por el Ejecutivo del PP en 2012, no tiene nada que ver con el número de beneficiarios ni la tasa de cobertura, que se calcula con una fórmula muy simple. Se obtiene dividiendo el número total de personas que perciben una prestación contributiva, subsidio o renta agraria por el de la suma de parados registrados con experiencia laboral y beneficiarios de subsidio agrario. Esto se hizo así para evitar que los perceptores del conocido como PER distorsionaran las estadísticas.
Esta es una prevención que no se ha tomado con las regulaciones temporales de empleo ni con los fijos discontinuos y que hace que en los últimos años este indicador sea totalmente irreal. Los afectados por ERTE contaban como beneficiarios de prestación, pero no como parados, lo que llevó la tasa de cobertura en mayo de 202 se disparara al 134,8%. Por eso Trabajo no la incluye en la tabla que incluyen la nota de prensa y las diapositivas de presentación de las cifras de paro mensual.
El departamento de Díaz presenta los datos desde 2022 como una mejora coherente con las medidas del Ejecutivo. Lo cierto es que, si atendemos a los datos mensuales de mayo de las últimas dos décadas, se aprecia que la cobertura tocó máximos en 2010, cuando llegó al 78,2% y desde entonces retrocedió de forma ininterrumpida hasta tocar fondo en 2017 en el 52,9%.
Varios factores explican esta caída: en primer lugar, la intensidad de la crisis financiera disparó el paro de larga duración e hizo que muchos parados agotaran la prestación. En segundo, las prestaciones extraordinarias introducidas en los primeros años de la Gran Recesión, se fueron retirando entre 2010 y 2013. Además, el Ejecutivo del PP recortó el subsidio para mayores de 52 años limitando la edad a los 55, lo que redujo el número de beneficiarios. El PSOE de Pedro Sánchez revertió este recorte, lo que se sumó a la reducción del paro en una mejora de la cobertura, hasta el 60,1% en 2019.
En 2021, coincidiendo con la retirada de los ERTEs, los datos muestran una normalización de la tasa de cobertura en el 58%, un dato coherente con un paro aún elevado y una economía que no acababa de digerir los efectos de la pandemia. En 2022 repunta levemente al 60,6%.
Sin embargo, en 2023 se produce un incremento más intenso, al 64,9% que en 2024 llega al 69,4%. Once puntos más en solo dos años. Un repunte inédito que supera el registrado entre 2008 y 2010, cuando el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero introdujo el subsidio de 420 euros para parados sin prestación, que infló la tasa de cobertura en algo menos de 8 puntos.
En ese tiempo el Gobierno no ha aprobado ninguna mediad extraordinario de protección social que justifique una evolución similar. De hecho, el efecto sería el inverso, ya que el Ingreso Mínimo Vital no cuenta para la tasa de cobertura al no estar ligado a una situación de desempleo. Aun así, este indicador se iguala a la de los años previos a la crisis financiera, con una cifra de parados aún mayor a la de entonces.
Del 300% de Baleares al 54% del País Vasco
Además, el incremento no se debe a un aumento de los beneficiarios de subsidios (que apenas repuntan un 0,76% interanual) y otras ayudas del nivel asistencial pensadas para los desempleados de larga duración y más vulnerables. Lo que sí aumentan son los perceptores de prestación contributiva: lo hacen un 6%, pese al recorte en el paro registrado. La única explicación es un incremento de los beneficiarios de este ‘seguro de desempleo’ que no son parados, como ya ocurrió con los ERTEs en 2020, aunque el impacto, en comparación, ha sido menor y esto ha provocado que pase desapercibido.
Esto apunta a un único culpable: los fijos discontinuos que pasan a la inactividad y perciben una prestación. La inmensa mayoría reciben la contributiva y su número se ha elevado un 167% respecto a los niveles de 2019. Ello a pesar de que mayo es un mes en el que su número desciende espectacularmente respecto a meses anteriores. En mayo eran 59.723, cuando en enero habían llegado a 169.456. Entonces, la tasa de cobertura se disparó el 73,5%.
Estos vaivenes se explican tanto por los llamamientos de trabajadores en actividades estacionales como porque se trata de prestaciones de muy corta duración. La volatilidad se concentra especialmente en regiones turísticas como Baleares, donde la tasa de cobertura alcanzaba el 101%, aunque en enero llegó a rebasar el 300%.
En contraste, en una región como el País Vasco, cuyo porcentaje de contratos de fijos discontinuos sobre el total es la mitad de la media nacional, apenas tiene una tasa de cobertura del 54% que se ha mantenido además muy estable en lo que va de año.
Esta distorsión se suma a las dudas sobre el efecto de los fijos discontinuos en los datos de paro y de creación de empleo, así como su calidad. Aunque la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo tiende a ningunear estas dudas, ello no le impide sacar pecho de sus efectos cuando mejoran las estadísticas.