Fedea avisa de que la reforma de pensiones contribuye a desplazar la carga hacia generaciones futuras
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha publicado este miércoles un nuevo artículo que trata de cuantificar los efectos externos derivados de la existencia de un sistema de Seguridad Social financiado mediante un mecanismo de reparto. Ha advertido sobre el reto que afrontarán los hijos de la generación de los ‘baby boomers’ de seguir financiando los derechos adquiridos por sus padres en el marco del sistema de pensiones de reparto, y a la vez, mantener la fecundidad y los costes de las políticas dirigidas hacia los niños (educación y políticas familiares), claves para garantizar la equidad y también para el pago de las futuras pensiones de reparto.
En el informe se señala que los hijos de una parte de los ciudadanos, criados en buena parte con sus recursos privados, generan una externalidad positiva a las personas que no tienen hijos. “Es decir, los impuestos que pagan estos niños y niñas una vez alcanzada la edad adulta sustentan los programas del estado del bienestar de todas las personas, independientemente de si han tenido o no hijos”.
Los resultados indican que los padres de cualquier nivel educativo reciben alrededor de la mitad de las transferencias familiares netas a lo largo de su vida que los que no han tenido hijos y que el estado del bienestar no compensa esas diferencias con transferencias públicas. “La externalidad es, por tanto, considerable”, se advierte en el estudio.
Las recientes reformas del sistema de pensiones español, centradas en el aumento de la cotización y la preservación del poder adquisitivo de las pensiones, contribuirán a desplazar la carga del ajuste sobre las generaciones que estarán activas durante la jubilación de los ‘baby boomers’, incrementando todavía más el actual sesgo del estado del bienestar, favorable a los mayores actuales.
Fedea asegura que «los hijos de los boomers afrontarán el reto de seguir financiando los derechos adquiridos por sus padres en el marco del sistema de pensiones de reparto, y a su vez mantener la fecundidad y los costes de las políticas dirigidas hacia los niños (educación y políticas familiares), claves para garantizar la equidad y también para el pago de las futuras pensiones de reparto».
En este contexto, en el informe se señala que los hijos de una parte de los ciudadanos, criados en buena parte con sus recursos privados, generan una externalidad positiva a las personas que no tienen hijos. «Es decir, los impuestos que pagan estos niños y niñas una vez alcanzada la edad adulta sustentan los programas del estado del bienestar de todas las personas, independientemente de si han tenido o no hijos», asegura el documento.
Los resultados muestran que los padres, independientemente de su nivel educativo, reciben aproximadamente la mitad de las transferencias familiares netas a lo largo de su vida en comparación con aquellos que no tienen hijos. Además, se ha observado que el estado del bienestar no equilibra estas diferencias mediante transferencias públicas. «La externalidad es, por tanto, considerable», afirma la fundación económica.
Las autoras del informe de Fedea sostienen que estos resultados son esenciales para el debate sobre la reforma del sistema de pensiones, el cual debería considerarse dentro del contexto más amplio de los programas del estado del bienestar.
Esto incluye el conjunto de transferencias públicas intergeneracionales, tanto hacia adelante (dirigidas a niños) como hacia atrás (destinadas a los mayores). Así, la fundación defiende que las recientes reformas del sistema de pensiones español, que se centran en el aumento de la cotización y la preservación del poder adquisitivo de las pensiones, incrementarán la carga del ajuste sobre las generaciones que estarán activas durante la jubilación de los baby boomers. Esto aumentará aún más el sesgo actual del estado del bienestar, que ya favorece a los mayores.
«Los resultados presentados nos permiten concluir que el estado actual de las transferencias del estado del bienestar español da lugar a que tener un hijo genere una externalidad positiva considerable sobre las personas de la misma generación que no los han tenido, con las consecuentes implicaciones redistributivas (eventualmente los padres financian parte del consumo de las personas sin hijos)», explica el informe.
«La magnitud de la externalidad sería incluso mayor si se añadiera a las transferencias familiares la valoración monetaria del tiempo dedicado a los hijos», defiende la fundación. Este resultado remite a la misma existencia y diseño del estado del bienestar como mecanismo de redistribución inter e intrageneracional sostenible en el tiempo. A la clásica necesidad de diseñar un estado del bienestar que distorsione en lo menos posible las decisiones económicas de los agentes, se añade la necesidad de considerar el efecto de las políticas a lo largo del ciclo vital», sentencia.
En consecuencia, el informe concluye que los hijos de los boomers enfrentan el desafío de financiar los derechos adquiridos por sus padres dentro del sistema de pensiones de reparto, una denuncia que se une a la que ya han realizado numerosas instituciones y entidades.
Simultáneamente, deben mantener la fecundidad y financiar las políticas dirigidas a los niños, como la educación y las políticas familiares, las cuales son clave para garantizar la equidad y para el pago de las futuras pensiones de reparto.
ENLACE AL ESTUDIO
eee2024-24.pdf (fedea.net)
El actual sistema de pensiones condicionará, para mal, a los hijos de los llamados “baby boomers” que financiarán derechos adquiridos por sus padres pero también los de todos aquellos que no han tenido descendencia. En el informe de FEDEA se recogen los efectos externos derivados de un sistema de Seguridad Social financiado mediante un mecanismo de reparto.
La raíz del problema viene de que el coste de los mayores se ha socializado mientras que el coste de los niños no. En este contexto, los impuestos de los hijos de una parte de los ciudadanos, criados en buena parte con sus recursos privados, sustentarán el estado del bienestar de todas las personas, independientemente de si han tenido o no hijos.
Es decir, los padres financian a los hijos y esos hijos acaban siendo un bien público en el sentido de que pagan impuestos para todo el mundo.