Desde el 15 de junio es posible solicitar en España el Ingreso Mínimo Vital (IMV). El importe será abonado en 12 pagas y el mínimo es de 462 € y el máximo de 1.015 € mensuales.
En Alemania existe una ayuda similar, el llamado Hart- IV, que tiene una duración indefinida para personas en disposición de trabajar y en situación de necesidad por no tener otros ingresos ni apoyo familiar. El llamado Hartz-IV (oficialmente Arbeitslosengeld II) es la ayuda estatal de duración indefinida que reciben los residentes en Alemania que ya no tienen derecho a la prestación por desempleo. Esta ayuda busca aportar un mínimo para garantizar “una vida digna”, pero está diseñada sólo para las personas en disposición de trabajar y en situación de necesidad por no tener otros ingresos, y no percibir ayudas públicas ni apoyo económico familiar.
También la pueden recibir trabajadores precarios que no ganan lo suficiente para subsistir y desempleados con prestación por desempleo demasiado baja. El pasado mes de mayo estaban registradas en Alemania 4.027.000 como beneficiarias de esta ayuda, en comparación con sólo 1.058.000 percibieron en este mes la prestación por desempleo
Tras la actualización de 2020 en Alemania, un individuo soltero cobra un mínimo de 432 € al mes y una pareja, 821. Una familia con dos hijos con derecho a esta ayuda obtiene entre 1.210 y 1.390 € mensuales, dependiendo de su edad (el monto va en aumento). También está contemplado un suplemento de 339 € al mes para dependientes a cargo. El Estado alemán asume además vía reembolso el alquiler (no se puede percibir el Hartz-IV con inmuebles en propiedad) de una vivienda “adecuada” y la calefacción.
Pero en Alemania tampoco es oro todo lo que reluce: los minijobs.
Pese a que el mercado laboral alemán es uno de los más robustos de la Unión Europea, cuenta con una gran cantidad de empleados con “minijobs”. La población empleada no ha parado de crecer en los últimos diez años, hasta superar los 45 millones de personas. La tasa de desempleo, en medio de la crisis generada por la pandemia del coronavirus, se ha elevado casi un punto porcentual, pero a finales de abril se situaba en el 5,8%.
Pero estas cifras tienen truco. Porque incluyen a los casi 6.700-000 trabajadores (en torno al 14% del total de empleados) que desempeñan un “minijob”, un trabajo de hasta 40 horas mensuales por el que pueden cobrar un máximo de 450 € al mes. Se trata de un tipo de subempleo que pretende facilitar la empleabilidad de los parados de larga duración, facilitarles la reincorporación al mercado laboral, pero que en muchas ocasiones ha cronificado su situación de precariedad (gracias a su combinación con otras ayudas sociales, como el Hartz-IV.
Según el informe del primer trimestre de 2020 de la agencia pública encargada de estos trabajos, la cifra de minijobs se ha mantenido a grandes rasgos estable en los últimos 15 años, pese a que en este período la población empleada ha aumentado en casi diez millones de personas. El perfil de la persona que acaba en esta modalidad laboral es el de una mujer (58 %) de nacionalidad alemana (86 %) que trabaja en el comercio minorista o la restauración. La inmensa mayoría mantienen sólo un minijob, aunque unas cuantas trabajan en dos, tres o más puestos de estas características. Esta empleada no debe pagar impuestos por su sueldo y, en la mayoría de los casos, su patrón no paga por ella las cotizaciones sociales (80 %). Eso significa que su salario neto es igual al bruto, pero también que ella posteriormente no tendrá derecho a pensión por este minijob.
Además, se trata en su mayoría de personas de más de 50 años. De hecho, el grupo más numeroso de trabajadores con un minijob son los mayores de 65, quienes teóricamente ya se han jubilado, con un total de casi 1.100.000 personas (16 %). Le sigue el segmento de entre 55 y 60 años y el de entre 60 y 65 años.
La mayoría reside en los estados federados con mayor poder adquisitivo, como Baviera, Baden-Württemberg, Renania del Norte-Westfalia, Hesse y Baja Sajonia. En la antigua Alemania oriental son menos frecuentes.
Los minijob llegaron a Alemania dentro de la controvertida Agenda 2010, un duro plan de ajustes estructurales impulsado por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder entre 2002 y 2003 con el objetivo de reactivar la mayor economía europea, que se encontraba entonces en crisis y con una elevada tasa de desempleo