EL GOBIERNO VUELVE AL ‘MODELO PANDEMIA’: DECRETO URGENTE CON MEDIDAS UNILATERALES EN SU PLAN DE CHOQUE FRENTE A LA INFLACIÓN POR LA GUERRA DE UCRANIA

Moncloa aprobará el martes el decreto económico que no ha negociado con nadie.

 

Tras una semana muy complicada por los paros del transporte y con el aliento de la victoria parcial de la «excepcionalidad ibérica» en Bruselas, Pedro Sánchez se reservará este martes 29 de marzo la aprobación del Real Decreto con las medidas estrella del decreto que el miércoles presentará en el Congreso.

 

Será un decreto ley prolijo, que se equipara en su complejidad y detalle técnico al del primer decreto del estado de alarma y las medidas entrarán en vigor al día siguiente de su publicación en el BOE, previsiblemente el 1 de abril. El paquete incluirá ayudas directas a los sectores económicos más asfixiados por la escalada de los precios de la electricidad y los carburantes, aunque también hay «algún guiño directo al bolsillo de los ciudadanos«. El Gobierno vuelve a trabajar como en los momentos más excepcionales de la pandemia. El ‘modelo presidencialista’ se refuerza un poco más, si cabe.

 

Sánchez ha vivido un auténtico tsunami, sacudido por las protestas en la calle y volverá a la vía unilateral y urgente del decreto ley para sacar adelante unas medidas que, alegan, no pueden esperar y deben taponar cuanto antes la hemorragia en el bolsillo de empresas, autónomos y ciudadanos. En paralelo, España fijará su mecanismo para establecer un precio de referencia al gas y confía en una caída inmediata de los precios. Esta semana enviará su propuesta a la Comisión Europea con el compromiso de que habrá una respuesta urgente, si bien la ministra Teresa Ribera señaló ayer que la rebaja en la factura de la luz no se producirá hasta dentro de tres o cuatro semanas.

 

El Congreso conocerá su contenido el miércoles con la comparecencia de Pedro Sánchez. Solo a partir de ahí se retomará el diálogo con los grupos, y “a partir de ahí comenzaremos a negociar«, indican desde el Ejecutivo. El gran pacto nacional que propugna Sánchez vuelve a ser lo mismo que en pandemia, apoyo incondicional de la oposición a sus propuestas en un momento límite. La naturaleza deforme del ente que rige nuestros destinos desde La Moncloa le impiden tomar las medidas adecuadas a tiempo y aplicarlas con decisión y acierto.

 

En ese paquete se descartaron las rebajas fiscales por considerar que no es el camino más directo para ayudar a los más débiles de la cadena, justo lo contrario de lo que piensa el PP, que pone el foco en la bajada de impuestos como receta principal para amortiguar la crisis en el bolsillo de los ciudadanos.

 

Lo cierto es que el margen de maniobra para reducir, aunque sea durante un período limitado, los ingresos del Estado es casi inexistente en España debido al gasto desaforado durante la etapa de recuperación en maniobras electoralistas y desatinadas como la creación de un número desbordado de empleos públicos, la indexación de las pensiones con la inflación, la proliferación de programas “sociales” sin utilidad alguna salvo la caza de votos y el riego con montañas de dinero a una retahíla de organizaciones y entidades clientelares promotoras de las causas más extravagantes e ideológicamente sesgadas.

 

También es cierto que un cúmulo de acontecimientos aciagos, la crisis financiera de 2008, la pandemia y como remate la invasión de Ucrania por Rusia, nos ha colocado en una situación de emergencia nacional que se refleja en estos días en las protestas multitudinarias de ganaderos, agricultores y pescadores que, unidas a las huelgas de transportistas, nos abocan al desabastecimiento, la penuria de muchas familias, el colapso de las cuentas públicas y el caos generalizado.

 

Tras una semana de infarto para el Gobierno, en el que la huelga de transportistas puso al país contra las cuerdas, obligó al Ejecutivo a cambiar el paso y abrirse a la negociación, el presidente Sánchez se juega su crédito con su plan de choque y necesita que se noten pronto las medidas para calmar la calle. El tornado en el que se ha visto inmerso el Gobierno la pasada semana, con un estallido social que sumó al malestar de agricultores, ganaderos y pescadores las protestas mayoritarias de los transportistas, ha evidenciado el delicado momento que enfrenta el Ejecutivo.

 

Tanto el incidente en Roma en el que Mario Draghi equivocó el nombre de nuestro líder (“Grazie, Antonio”) y la foto “en la esquinita” en la reunión de la OTAN pone de manifiesto la consideración que merecemos a nuestros socios puede recordar la escena de Casablanca en la que un insuperable Humphrey Bogart expresaba: “Si alguna vez pensara en ti, te despreciaría”. Pero los españoles sí estamos obligados a soportar diariamente a Sánchez en sus televisiones vasallas, a la vista del erial en el que está convirtiendo a nuestra venerable y atormentada Nación.

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