El actual sistema contributivo se quiere usar como política redistributiva de la riqueza
El debate electoral sobre las pensiones se centró en una sola idea: su proceso de revalorización. Y se enturbió y se tergiversó en torno a qué partido había subido o no las pensiones, con desmentidos sobre si había sido conforme al IPC y con enredos sobre el poder adquisitivo de las mismas. Se he echado en falta un verdadero debate sobre un tema que representa nada menos que el 42% de los Presupuestos Generales del Estado. En definitiva, ha sido un frívolo debate electoral.
Pero debatir de pensiones no puede ser sólo sobre su revalorización anual que, siendo importante, no es lo único, y además el concepto poder adquisitivo es muy dispar y desigual para todos los afectados.
En 2005 España gastaba 4.954 millones de euros al mes en pensiones contributivas, menos de la mitad que ahora pues en julio de 2023 se superaron los 12.000 millones al mes. El gasto anual en 2023 será de un 11,7% del PIB de España (frente el 10,4% de 2019) con un déficit bruto de 38.700 millones de euros. La previsión es que esta cifra siga creciendo, dada la jubilación de la generación del baby boom, el aumento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad, situada en 1,19 hijos por pareja, casi la mitad de la tasa de reposición de 2,05 hijos.
Debatir de pensiones debería ser debatir de: longevidad, natalidad, movimientos migratorios, empleo, productividad e inflación. En definitiva, es hablar del reto poblacional, debatir sobre la sostenibilidad del sistema productivo y de la deuda pública, debatir sobre la carga que asumirán las generaciones venideras si no se hacen reformas estructurales. Esa fue la razón del nacimiento del Pacto de Toledo: sacar las pensiones de debates políticos y elevarlo a debates de Estado porque el mayor desafío estructural de índole económica al que se enfrenta España es el reto poblacional derivado de su progresivo envejecimiento.
En España el envejecimiento viene dado por el gran frenazo en la natalidad, la aceleración de la longevidad y la falta de ordenación de los movimientos migratorios. Para equilibrar dicho envejecimiento sólo se puede actuar en dos de las tres variables. Para ello se necesita:
- una política activa de natalidad para elevar la tasa actual del 1,19, y
- una migración ordenada de más de 250.000 personas al año.
Lo que no cabe duda es que para fortalecer el actual sistema público de reparto se necesita fortalecer:
- la productividad y la empleabilidad,
- el modelo de devengo de las pensiones y
- su sistema de financiación.
A las políticas de productividad y empleabilidad no se las puede seguir cargando con una mayor presión fiscal, ni con un inapropiado esfuerzo fiscal —el mayor de la Unión Europea— porque el efecto será el contrario al deseado: precariedad en el empleo y falta de productividad en las empresas.
En relación al modelo de devengo, se necesita:
- reforzar el principio de contributividad y que existiera una auténtica relación de equilibrio actuarial entre lo cotizado por el trabajador y su pensión; y
- la institucionalización de modelos no contributivos para las personas más desfavorecidas financiados mediante impuestos a través de programas de redistribución y paliación de la pobreza.
Añadir al actual sistema contributivo la redistributividad exige romper la contributividad (la relación entre aportación y pensión) lo que significa dos objetivos contradictorios en un mismo programa.
En relación al sistema de financiación, se necesita reforzar un verdadero sistema de tres pilares:
- el público y de reparto;
- el de corte empresarial, de capitalización actuarial basado en la negociación colectiva; y
- el individual y libre.
En España sólo existe el primero y —sin que en la actualidad existan los dos siguientes pilares— se pretende confrontar al segundo pilar con el tercero.
Fuente: 5 dias Las pensiones: un frívolo debate electoral | Opinión | Cinco Días (elpais.com)
