Pero donde no hay mucha calma, en cambio, es en los números de la Seguridad Social tras conocerse su estado de quiebra. En concreto, de 2010 a 2018, el déficit acumulado se eleva a 101.050 millones de euros, se ha vaciado el fondo de reserva de las pensiones desde los 66.815 millones € a los teóricos 5.043 que restan y campa la deuda de la Seguridad Social que actualmente es de 43.068 millones frente a los 17.173 de 2016.
Algo está claro: A GOLPE DE PRÉSTAMO, LA SEGURIDAD SOCIAL NO PUEDE TIRAR Y HAY QUE REPLANTEARSE SERIAMENTE EL MODELO ECONÓMICO Y FINANCIERO DEL SISTEMA PARA HACERLO SOSTENIBLE Y SUFICIENTE. De lo contrario, tendremos fatídicas sorpresas…
El déficit público de 2018, que fue de 31.805 millones €, estuvo muy marcado por los 17.088 millones de déficit de la Seguridad Social, manteniendo la tónica de los últimos años. Momentos de reflexión por las consecuencias a futuro que entraña ese desequilibrio de nuestra Seguridad Social. Las pensiones, quiérase o no, dígase o no, están en jaque. Ya sé que es una cuestión reiterativa.
Periódicamente, es obligado hacer referencia a ella. Pero uno de los derechos sociales de lo que constituye el nuevo contrato social de este siglo es precisamente asegurar las pensiones. Y las dudas, cuando se conoce el informe del Tribunal de Cuentas, afloran otra vez. Estamos ante un problema del que sistemáticamente los políticos rehúyen. Lo esquivan por activa o por pasiva. De vez en cuando, la actualidad repunta con el famoso, y de momento ineficiente, Pacto de Toledo. SE ESTÁ PLANTEANDO EL PROBLEMA REAL DE LAS PENSIONES EN CLAVE POLÍTICA CUANDO SU FONDO ES ECONÓMICO Y FINANCIERO. La sostenibilidad del sistema está en duda y en vilo su suficiencia.
El ritmo de crecimiento de las pensiones es imparable. El número de pensionistas aumenta mes a mes. Nos acercamos a los 9 millones de pensionistas. Las jubilaciones no cesan. Muchas, lamentablemente, anticipadas. La factura anual de pensiones para 2019 será de 154.000 millones €. No obstante, las cotizaciones sociales en 2019 ascenderán a más de 157.000 millones € cuando en 2011 sumaron menos de 138.000 millones.
La solución al problema no estriba únicamente en incrementar las cotizaciones sociales y aumentar el salario mínimo para lograr mayores cifras de recaudación. Ni tampoco en hacer fichar a la gente en busca de arañar sanciones y multas a las empresas. Es un asunto de más calado, de mayor fondo. El MODELO PRODUCTIVO DE ESPAÑA ESTÁ DESENCAJADO Y NUESTRO PATRÓN DE CRECIMIENTO, DESCOLOCADO. LO FIAMOS TODO A SERVICIOS Y MÁS SERVICIOS, EN GRAN PARTE, DE BAJO VALOR AÑADIDO. Y ese bajo coste, el low cost de marras, deriva entre otras cosas, en salarios bajos y cadenas de suministro baratas que, a su vez, retribuyen mínimamente a sus trabajadores. Ajustamos precios para ser competitivos. Y entra en juego la devaluación salarial. Por más gente que trabaje, con sueldos bajos, no porque los empresarios sean unos ogros avariciosos que solo persigan ganar dinero a espuertas, no, ¡qué va!, no se pueden pagar sueldos más elevados. SIMPLEMENTE, EL NEGOCIO NO DA PARA MÁS.
Y los nuevos jubilados que se van incorporando a las filas de pensionistas, son de calibre, gente que ha cotizado en muchos casos sobre máximos y CUYA JUBILACIÓN EXCEDE LOS 2.000 € MENSUALES. MIENTRAS, QUIENES TRABAJAN IGUAL GANAN MENOS DE 2.000 €.
La desindustrialización de España jugó un efecto pernicioso. Nuestra industria manufacturera se limita al 12,6% del PIB. Es en la industria donde se pagan los salarios más elevados. Las causas del desfase de la Seguridad Social, por ende, son mucho más profundas y escabrosas. Para solventar el déficit, es necesario ponerle alma económica y dejarse de ambages políticos. De lo contrario, el déficit será irresoluble.
Sigo barruntando en La Caleta, con horizontes brumosos…