“Las cosas” de Yolanda Díaz
Yolanda Díaz desde su púlpito como ministra de Trabajo ha vociferado como un vendedor de feria sus medidas “progresistas”, vacías la mayoría, hasta hartar incluso a los más ingenuos.
Se apropió de los ERTEs (ya inventados por el PP) salvadores de la pandemia en el ámbito laboral y que incluso no supo explicar en una rueda de prensa antológica (bajo la sonrisa socarrona de Escrivá también presente en la ocasión).
Hizo propias hasta la extenuación las subidas del SMI (que sacan del mercado laboral precisamente a los más humildes) al igual que la tan cacareada reducción de la jornada laboral (que afecta a una minoría muy minoritaria).
Intentó reformar los subsidios y ayudas de desempleo que finalmente cayó en la nada más absoluta.
Manipuló las estadísticas de desempleo con la ya existente figura de los contratos fijos discontinuos para no tener que abordar seriamente la realidad de la temporalidad laboral no resuelta.
Promueve (de “boquilla”) la participación de los trabajadores en la dirección de las empresas,…, y todo ello con un Pedro Sánchez riéndole las ocurrencias a quien traicionó por la espalda a quien la nombró sucesora de su prole
Todo en ella huele ful de los tantos que sostiene (y la sostenían hasta hacerse demasiado patentes) pues su reforma laboral se aprobó gracias a un error formal de bulto del PP en la votación en el pleno del Congreso y su propuesta de reforma de los subsidios de desempleo está en el limbo de los justos tras su incapacidad de negociar un asunto de segundo orden con sus nuevos enemigos de Podemos.
Por no hablar de sus viajes al Vaticano a rendir pleitesía al Papa, su búsqueda incansable de pellets en las playas gallegas, o su censo de desempleados en función de sus condiciones sexuales.
Lo cierto es que ‘Yolanda’ va ya por su propuesta/ocurrencia 355: que los marineros mercantes puedan teletrabajar, renovar la patronal y que “Garamendi se convierta en autónomo” y también poner a los becarios despacho y coche de empresa .Indica que: “Camaradas, todo se puede hacer con cariño, con amor, con cuidados, con abrazos…”
El personal huye ya de Yolanda Días y Pedro Sánchez toma buena nota de ello. Sumar es ya un espacio cada vez más vacío. Podemos solicitó mucho la prueba del algodón solicitando la voz de los inscritos, y no iba desencaminado pues apenas un 11% de los inscritos secunda a la gallega y Sumar. En dos meses, tras el fracaso gallego los resultados son demoledores
Al principio de los tiempos
Cuando Iglesias optó por dar un paso a un lado para competir en las elecciones autonómicas de Madrid en 2021 y señaló a Díaz como la futura líder de la izquierda alternativa, a la ministra de Trabajo se le confirieron dos características a medio camino entre el atributo y el deber.
La primera era su tirón electoral después de una primera parte de la legislatura con medidas destacadas y una labor en Trabajo (sobre todo durante la pandemia de la covid) que la habían elevado hasta ser una de las ministras mejor valoradas del Gobierno, por delante del propio presidente y de casi todas las ministras socialistas (a excepción de Margarita Robles).
La segunda era su capacidad (para algunos, obligación) de lograr reconciliar a las formaciones políticas en una misma alianza de la izquierda alternativa que cerrase las heridas de Vistalegre II y de otros conflictos en el seno del espacio. Diez años antes ya había sido la muñidora, junto a Xosé Manuel Beiras, de la unidad entre Esquerda Unida y los soberanistas de Anova en Galicia, una coalición histórica, exitosa desde el punto de vista electoral, y con un final infeliz.
El desarrollo de los acontecimientos
El papel de Yolanda Díaz en la izquierda alternativa puede resumirse, de manera simbólica, en dos imágenes: la del 2 de abril de 2023 en el polideportivo Magariños de Madrid; y la del pasado 23 de marzo, con Díaz en el escenario de La Nave de Villaverde.
En ese tiempo ha tenido lugar una reorganización de la izquierda, de la que la vicepresidenta segunda del Gobierno ha sido arquitecta, y que ha terminado con Sumar siendo la principal confluencia política de las izquierdas en el Estado, una alianza de la que no forma parte un Podemos que antes ocupaba ese lugar.
El 2 de abril de 2023, Domingo de Ramos, Díaz dijo sí a su candidatura a las elecciones generales en un acto al que acudió buena parte de la izquierda política, cultural y sindical del país (la líder de Sumar entró al polideportivo arropada por las líderes de Más Madrid y de los comuns, Mónica García y Ada Colau, entre otros dirigentes). Podemos no asistió al acto.
Durante los meses previos se habían producido numerosos desencuentros entre los de Díaz y los de Ione Belarra. Cada vez que había una cita política importante (elecciones en Andalucía en el verano de 2022, en Castilla y León en febrero de ese año…) afloraban las tensiones que ambas partes mantenían y que provocaba cada vez un mayor distanciamiento entre ellas.
Ambos espacios llevaban un tiempo negociando cómo sería su alianza de cara a las elecciones generales (que en ese momento no estaban ni convocadas y que se esperaban para el invierno), sin éxito. Díaz quería a Belarra en el acto de su candidatura para cerrar la cuadratura del círculo de la unidad de la izquierda en una imagen que sería inédita en los últimos años, con Más Madrid, Compromís y Podemos juntos en un mismo escenario.
Belarra le trasladó a la vicepresidenta que sólo acudirían si previamente cerraban un acuerdo bajo una condición: celebrar primarias abiertas para definir la candidatura a las generales. El sábado anterior al domingo del acto en Magariños, Podemos convocó una reunión de su Consejo Ciudadano. La vicepresidenta no aceptó cerrar la negociación antes del acto y en el Consejo Ciudadano de Podemos se decidió que no habría representación de la formación morada en Magariños (aunque algunos líderes territoriales del partido manifestaron su voluntad de acudir, finalmente no lo hicieron).
Durante su intervención en el acto, Díaz mandó un recado a Podemos y a su ex secretario general, Pablo Iglesias: “No somos de nadie. Las mujeres no somos de nadie. Y yo, mujer, tampoco soy de nadie. Es necesario que lo proclamemos, porque parece que aún hoy debemos llevar una preposición de pegada a nuestro nombre, para marcar nuestras adhesiones y nuestras deudas. Estamos cansadas de tutelas”.
Este desencuentro marcó un antes y un después en la relación entre Díaz y Belarra (y entre Podemos y Sumar); aunque la formación morada integró luego la candidatura a las elecciones generales liderada por la vicepresidenta y obtuvo cinco diputados en esas listas, la semilla de la discordia estaba sembrada y ambas partes cultivaron con esmero su fruto.
Díaz jamás pasó primarias. En marzo de 2024 a Yolanda Díaz la eligen o ratifican como líder un 11,7 % de una militancia apagada. Yolanda Díaz dice que tiene inscritos 70.000 amigos, de los que la han votado 7.000, y ello implica la disolución del seudopartido como un azucarillo en el café. Sumar en desaparición y caída libre.
Sumar y Podemos, un matrimonio de conveniencia
Las negociaciones para el 23J se saldaron con un matrimonio de conveniencia electoral que descansaba sobre la denuncia de Podemos del veto de Díaz a Irene Montero y a otros importantes dirigentes de la organización. El conflicto de las primarias no estalló porque el adelanto electoral inesperado de Sánchez no dio margen ni siquiera a plantearlas, pero quizá hubiera supuesto el elemento definitivo de una ruptura que finalmente llegó en diciembre del pasado año, cuando Podemos decidió salir del grupo parlamentario de Sumar.
Un año después de Magariños, Sumar ha celebrado el sábado 23 de marzo en Villaverde su asamblea fundacional. La candidatura de Yolanda Díaz ha recibido el aval de casi 7.000 votos, el 10% de los 70.000 inscritos. El camino hasta este acto no ha sido fácil y, más allá de la ruptura con Podemos, ha estado plagado de tensiones entre los partidos integrantes de Sumar, derivadas del proceso de reorganización del espacio que se ha llevado a cabo durante este tiempo. Podemos, fuera de la alianza, se medirá con el proyecto de Díaz en las elecciones vascas y en las europeas (está por ver si es posible que Podem cierre un acuerdo con los comuns de Colau en Catalunya para el 12 de mayo). De momento, la unidad de la izquierda tendrá que esperar.
La estrategia de Sánchez: acabar con Yolanda Díaz
Cuando Pedro Sánchez, por indicación de Pablo Iglesias, nombró a Yolanda Díaz ministra de Trabajo en el primer gobierno de Coalición PSOE-Podemos, a la gallega se le presentaron dos posibilidades: usar su tiempo en formarse sobre las materias, todas ellas muy técnicas, imprescindibles para el ejercicio responsable de su cargo, o dedicarlo íntegramente a moldear su imagen para ofrecer el aspecto más ministrable posible y sonreír muy mona a las cámaras a golpe de melena rubia cartera en mano.
La imperturbable ministra se dedicó en cuerpo y alma a su transformación física: peluquería, maquillaje y vestuario para deslumbrar al votante medio acostumbrado a las pintas penosas de los podemitas recién llegados al poder.
Díaz empezó a ser considerada una ministra más razonable y eficaz que el resto de sus compañeros de formación simplemente porque lo parecía, porque daba esa imagen, aunque luego se atragantara intentando explicar lo que es un ERTE, concepto que le resultaba tan ajeno como la física cuántica.
Hija única de un mandamás de Comisiones, princesa roja, ni sabía de economía ni mucho menos de trabajo, pero entre rulos y sombras de ojos, siempre sonriendo ferozmente a sus enemigos a los que desactiva con agresivos abrazos, Yolanda traicionó a la pareja Iglesias-Montero y activó con Sumar una forma perfecta de hacer que la extrema izquierda restase.
Ahora solo le queda a la ministra decidir qué modelazo se pone para explicarle a Sánchez que no solo no suma, sino que su liderazgo, cada vez más comprometido, ya no aporta casi nada a un partido socialista abrasado y casi aniquilado por la ambición de su presidente. Y aquí es donde se desvanece la figura de la vicepresidenta Yolanda Díaz.
La vicepresidenta segunda del Gobierno no tiene partido y, por tanto, hasta el PSOE dice que tiene que saltar por la borda, porque no representa a nadie y solo fue un satélite de los desaparecidos Podemos tal y como el primer PCE salió entero de un solo taxi. Esperamos a otoño para la implantación territorial, dicen, y mientras tanto seguimos vendiendo la misma moto de siempre. Díaz quiere crear otro Sumar (¿Avanza?) dentro del Sumar y vende un engendro, una especie de bolsa de la compra o coalición de partidos, donde cabe todo porque ella tampoco mete nada dentro.
En otras ocasiones cultivada por el socialismo, hasta el punto de cederle púlpitos para que acaparara parte del protagonismo que correspondía al PSOE, ahora Ferraz marca distancias con el partido de Díaz y empieza a darla por amortizada en el terreno político y electoral. Si antes la consideraban un rostro necesario para recibir votos de izquierda que corrían el riesgo de quedarse fuera del sistema, en la actualidad, sin embargo, la ven como una opción que a lo más que puede llegar es a restar voto de la izquierda que no lleguen a contabilizar.
Las tornas han cambiado y si en la pasada legislatura, la consigna de Sánchez fue mimar a Yolanda Díaz, enfrentándose a los recelos de otros ministros, ahora al Gabinete socialista le dirige la orden de no dedicar ni un solo segundo a estrategias conjuntas de movilización del electorado de izquierda.
A partir de las elecciones catalanas la relevancia de Yolanda Díaz será aún menor. No le acompañarán los resultados electorales en estos próximos comicios y su oferta programática está condenada a dormir el sueño de los muertos por no contar con los apoyos necesarios para sacarlo adelante.
«Dadle a un/una tont@ un punto de apoyo y se apoderará del mundo»
No me gustan los tontos. No soporto a los tontos con ínfulas y aún menos a los tontos con poder, que entiendo como los más peligrosos, tóxicos y un peligro para la humanidad. Así que se me puede acusar justamente de tontofóbico
Reconozco que a mis 68 años no he conocido a nadie más vacuo, delirante, insustancial, memo y traicionero, ni que haya llegado más alto que Yolanda Díaz. Es el espejo de la estupidez intelectual generalizada, y elevada a la enésima potencia, de lo que un día fue la izquierda española.
Desgraciadamente, hemos de reconocer que la hemos dado el apoyo y se ha apoderado del «mundo». Es hegemónica. No impone sus normas y nos coloca su relato como único e intocable bajo las más severas penas.