LA JORNADA DE TRABAJO
La ministra de Trabajo Yolanda Díaz descubre la pólvora: «Hoy es un día histórico. El trabajo no es una mercancía, ni es un fin en sí mismo, ni vivimos para trabajar» añadía exultante.
Sin aportar ningún dato que lo avale, Yolanda Díaz aseguró que la reducción de la jornada laboral «aumentará la productividad«, y «reducirá el absentismo». Resulta difícil de creer que una subida de los costes salariales unitarios vaya a suponer una subida de la productividad de la actividad empresarial. De hecho, es en las grandes multinacionales donde se trabajan menos horas, precisamente, porque son las más productivas y el nivel de productividad de las grandes empresas es más del doble que el de las microempresas, según La Caixa.
Si todo fuera así, y no perjudicase a las empresas, a la creación de riqueza o al empleo, cabría preguntarse por qué deciden reducir la jornada laboral solo a 37,5 horas y no, por ejemplo, a 20.
Por el lado del absentismo sorprende la relación que hace la ministra del hecho de que salir una hora entes del trabajo vaya a evitar que la gente falte a trabajar por alguna enfermedad común.
Aunque el Gobierno asegura que serán más de 12 millones los trabajadores afectados por la medida, lo cierto es que las horas efectivas de trabajo están muy lejos de las 40 horas semanales Teniendo en cuenta la categoría de horas efectivas que da la EPA e incluye «los cortos períodos de descanso en el centro de trabajo, incluidas las pausas para el bocadillo inferiores a una hora», pero no incluye «las vacaciones, días festivos, ausencias por enfermedad y otros motivos pagados», rondan las 30 horas semanales.
LA SEGURIDAD SOCIAL
Afra Blanco, activista y sindicalista de UGT defiende que la Seguridad Social había cerrado con un superávit de más de 9.000 millones de euros en 2024 y que las transferencias del Estado a la Seguridad Social son para pagar «gastos impropios» del sistema como las pensiones no contributivas.
La realidad es que la Seguridad Social no puede cerrar con ningún tipo de superávit ya que los gastos para pagar las pensiones contributivas son superiores a los ingresos por cotizaciones sociales. Si los gastos son de 204.062 millones de euros, y los ingresos de 167.555 millones de euros, ¿cómo se va a cerrar con superávit de 9.000 millones de euros?
En cuanto a las transferencias, de acuerdo con Fedea, en el año 2024 el Estado hizo una transferencia de 54.005 millones de euros a la Seguridad Social para, según Afra Blanco, cubrir «gastos impropios» como las pensiones no contributivas, que tuvieron un coste de 3.444 millones de euros. ¿Qué ocurre entonces con los 50.000 millones de euros restantes?, ¿qué vienen a cubrir?
Lo que vienen a cubrir, como ya hemos sostenido, son el coste de las prestaciones contributivas, ya que los ingresos fueron de 167.555 millones de euros por 204.062 millones de coste que tuvieron las prestaciones contributivas.
Todo ello convive con el hecho de que el Gobierno, al mismo tiempo, ha decidido engrosar el Fondo de Garantía de las Pensiones, más conocido como «la hucha de las pensiones», que ya acumula unos 14.000 millones y que, según la ministra de la Seguridad Social, rondará los 30.000 en 2028. Parece un contrasentido. «Lo que estamos haciendo es emitir más deuda para financiar una aportación ficticia al Fondo –hucha– de Garantía de las Pensiones».