Hemos llegado casi al final del verano salvando los obstáculos creados por el estilo inconfundible de la política española dando un sinfín de patadas hacia delante que tarde o temprano acabarán haciendo chocar la pelota contra la pared y reventándonos en la cara.
Se está acabando agosto y con él, las vacaciones de la mayoría de los ciudadanos. No es necesario contar casi nada nuevo más allá de los estragos de la pertinaz sequía y los incendios masificados, dos plagas bíblicas que nos asolan todos y cada uno de los veranos y que ya forman lamentablemente parte cotidiana de nuestro ferragosto.
También lamentablemente no había ninguna posibilidad alguna de que Pedro Sánchez se decidiera a llamar por teléfono a Feijóo, un paso que en Moncloa se considera un salto hacia lo desconocido. En ese pulso permanente y desbordante de testosterona, ser el primero en descolgar el teléfono significa que has perdido.
Toda Europa está de los nervios con “el general invierno” del gas ruso, que puede derrotar a una Europa desunida como hizo ya a los nazis o Napoleón, pero en España los políticos siguieron con su estilo de vida en el que los debate se reducen a si alguien lleva corbata, el aire acondicionado está un grado arriba o abajo o los escaparates están encendidos de noche cuando no hay casi nadie en la calle.
En Alemania discuten si es un drama tener que recortar el suministro de gas a las empresas para no tener que hacerlo con los hogares (lo es, porque puede hundir a la economía en la recesión) pero en España las televisiones no dejan de contar que la gente podría pasar calor en los bares, que es algo que no se puede permitir de ninguna de las maneras.
A parte de la aprobación de la cotización de los autónomos por sus ingresos, tras una lenta y tediosa negociación, en este páramo ardiente cabe destacar al menos cuatro noticias de cierta importancia:
- Elconsumo directo de gas de las familias y las empresas se ha reducido en agosto en un 37% sobre el mismo mes de 2021, lo que deja en papel mojado cualquier medida que quiera imponer el Gobierno en el plan de ahorro que presentará en septiembre, ya que el objetivo es reducir el uso del gas en el 7% . Son datos que muestran que la actividad económica está cayendo y que el PIB nacional entrará en recesión probablemente a final de año.
- Toda Europa han sufrido olas de calor, y, sin embargo, solo algunos como España, Inglaterra y Portugal, están viendo desde junio un exceso de muertes muy por encima de lo esperado (España triplica la media de la UE). Cualquier cosa que se diga para explicarlo (calor, “coletazos” del Covid, población envejecida, crisis del sistema sanitario,…) no está basada más que en parte en datos reales, por lo que hablar sobre las causas de este exceso de muertes es especulación absoluta
- La presidenta Isabel Díaz Ayuso y la portavoz del primer grupo de su oposición (Más Madrid) Mónica García han decidido hacer las paces al menos de forma momentánea y rebajar la tensión que ha caracterizado su relación desde que ambas llegaran a la primera línea de la política regional madrileña.
- ¡AH!… y que Mónica Olona (Vox) ha abandonado la política, dice, por una cuestión, dice, de salud.
NOTA ACLARATORIA SOBRE LA INFLACIÓN DE AGOSTO
La inflación en agosto fue el 10,4% con respecto al año anterior. En julio fue del 10,8%. Sin embargo, eso no significa que haya bajado, como celebran los más forofos del Gobierno. Los precios en agosto han subido menos que en julio, esa es la realidad y lo que dice el dato de la inflación. Cualquier otra interpretación es mentirosa o ignorante o las dos cosas a la vez.
Los precios, para una familia cuya «cesta de la compra» sea similar a la del IPC, han subido el último año un 10,4% y eso, salvo que haya bajada de precios, no tiene vuelta atrás. Es mejor, por supuesto, un aumento del 10,4% que otro del 10,8%, pero ambos son subidas y muy notables, desmesuradas para el buen funcionamiento de la economía.
Esos incrementos del coste de la vida son, además, acumulativos. En 2021, la inflación, fue del 6,5%, la mayor en 29 años y antes de que empezara la guerra de Putin, por lo que el origen del mal está antes.
Si este año termina, en el mejor de los casos, alrededor del 8%, que es mucho suponer, la vida se habrá encarecido el 14,5% en dos años. Y si en 2023, el IPC se queda en un hipotético 5%, no supondría una bajada, sino que en tres años, los precios habrían subido un 19,5%, una barbaridad, con «B» mayúscula, que perjudica más a los menos favorecidos de la sociedad.
Un dato especialmente preocupante es la evolución de la inflación subyacente (“la que subyace, que es permanente, la que está por debajo”) o inflación básica, que es un indicador que no toma en cuenta ni los productos energéticos ni los alimenticios sin elaborar (que son los más volátiles), por lo que es un buen termómetro para medir las tensiones inflaciones reales y cotidianas en una economía. En agosto aumentó tres décimas, hasta el 6,4% (ha pasado del 6,1% de julio al 6,4% de agosto) su valor más alto desde enero de 1993.
Llega septiembre y vendrá el extracto de la Visa, la estaca de los libros de texto, volverán los sindicalistas con ganas de griterío para silenciar la vergüenza de esas vacaciones que se merecían y disfrutaron con los ojos cerrados, nos recomendarán que nos pongamos corbatas, otra vez, ahora para proteger las gargantas del frío que nos espera en el interior.
Llega septiembre y los sindicatos de la mano del propio Gobierno amenazan con quemar las calles contra los empresarios y la subida salarial, el campo y los transportistas afilan sus machetes ante el incumplimiento de lo pactado, la España Vaciada amenaza con movilizaciones (“Yo paro por mi pueblo”) pues el Gobierno sigue sin cumplir la mayoría de sus compromisos con la despoblación,….
Llega septiembre y estamos expectantes ante lo que nos depararán los meses venideros donde no habrá dinero para encender la Navidad, pero sí para la campaña electoral.