SEGUIMOS INFORMANDO TELEGRÁFICAMENTE “DESDE LA PLAYA”. ¡¡¡ SOY UN “NUEVO” HIJO !!!

¿Qué se puede hacer en 60 años? Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría de vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.

Un programa honesto requiere 600 años. Los primeros 100 serían dedicados a los juegos propios de la edad, a los 250, terminada la educación superior, se podría hacer algo de provecho; los últimos 100 años de vida podrían dedicarse a la sabiduría.

Y al cabo de los 600 años quizá se empezase a saber cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.

Un programa honesto requiere 6.000 años… Etcétera.

(Uno y el Universo, Ernesto Sábato)

Cuando yo era joven… No, no os voy a aburrir con otra de mis batallitas de la mili, hoy quiero compartir una reflexión como “nuevo” hijo.

 

¿Por qué como hijo? Bien, creo que es como “nuevos” hijos como enfrentamos nuestra última etapa de la vida. Los padres nos convertimos en “nuevos” hijos y los hijos en nuestros propios “nuevos” padres.

 

Nuestros padres nos ocultan los aspectos más desagradables de la vida y luego descubrimos poco a poco que el mundo es mucho más oscuro. Unos años después, creyéndonos sabios, somos nosotros quienes tratamos de proteger a nuestros propios padres y les convertimos en niños mayores intentando aislarles de la dura realidad. Así, a mis 62 años vuelvo a ser hijo. Los que hasta hace nada eran mis hijos ahora tratan de ser mis padres.

 

Tras estudiar durante 25 años y trabajar por otros 35 años ahora estoy jubilado. Pero cuando pienso en “esto”, en nuestras pensiones, es cuando dejo de ser un “nuevo” hijo y vuelvo a ser padre.

 

Con mucho esfuerzo, mi mujer y yo, hemos conseguido dar una educación y una formación a nuestros hijos. Con suerte, ellos mismos podrán jubilarse en unos treinta años. Además es que hay que reconocer que estos jóvenes ¡solo tienen gastos!: sus propios hijos de verdad, el piso, la casa de la playa o de la sierra, los coches, viajes por todo el mundo conocido y desconocido, pues si no lo hacen ahora… ¿cuándo lo van a hacer? Al menos eso es lo ellos alegan a su “nuevo” hijo de 62 años.

 

Quizás, deberíamos nacer siendo ya los “nuevos” hijos adultos en los que nos convertiremos al final (¡bueno, un final largo, eso sí!) pues ya sabemos (aunque nos traten como “nuevos” hijos) que la vida no es así, aunque durante años y ahora de nuevo nos la traten de ocultar. El problema es que, como casi siempre, llegamos a descubrir “LA REALIDAD REAL” demasiado tarde. No planificamos con tiempo (salvo los viajes). No miramos más allá. ¿De verdad no les preocupa cómo van a vivir cuando ellos mismos sean “nuevos” hijos de sus propios hijos actuales? ¿Quizás, los que hoy son mis nietos, tengan que cargar con esa falta de planificación de sus padres?

 

Me aterra la idea. Tengo que hablar con ellos y ejercer por última vez como padre pero ya sin ocultarles nada.

¡O NO!

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