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El informe del IEE sobre la competitividad fiscal muestra España se sitúa en 2022 en la posición 34 del total de los 38 países analizados y es uno de los cinco países con peor competitividad fiscal de la OCDE. El esfuerzo fiscal, la presión fiscal normalizada en función de la renta, ya es un 53% mayor que el promedio de la Unión Europea. Asimismo, el indicador de presión fiscal normativa (carga de gravamen que el sistema introduce al margen de la recaudación que obtenga) es un 16,4% más elevado que la media de la UE.

De hecho, España se sitúa en el podio de países de la OCDE con mayor alza de la presión fiscal en una década. Que la recaudación sobre PIB sea 39% no significa que los impuestos en España sean bajos. España tiene elevadísimos impuestos, pero parece que ingresa algo menos por tres razones.

 

1.- España tiene más del doble de tasa de paro (12,5%) que la media de la UE (6%) y la mayor tasa de paro juvenil (32,3%), más del doble que en la media de la UE (15,1%). Al tener más parados la cifra de ingresos fiscales sobre PIB aparece ópticamente baja cuando los impuestos al trabajo (IRPF y cotizaciones sociales totales) son más elevados que la media.

 

2.- La inmensa mayoría de las empresas de España son microempresas (94%). Las pymes soportan el 72% del empleo frente al 66,6% de la media europea. Al tener empresas más pequeñas y débiles, y unos beneficios empresariales comparativamente inferiores a la media de la UE los ingresos fiscales aparecen como aparentemente inferiores, pero en realidad la fiscalidad que soportan las empresas contribuyentes es muy elevada.

 

3.- España tiene más economía sumergida que la media de la UE. Un 20% del PIB, frente al 13% de promedio de la UE, según el FMI.. La economía sumergida cuenta en el PIB, pero no declara, y por lo tanto los ingresos fiscales sobre PIB aparecen relativamente bajos porque el denominador incluye una actividad no reglada mayor.

 

Así, el Gobierno siempre nos sube los impuestos y, mientras pagamos cada vez más, nos dice que recauda poco. Si España tuviera una fiscalidad baja, como argumenta el Gobierno, seríamos los líderes en crecimiento, empleo y recaudación, como es Irlanda.

 

El Gobierno no dice una palabra sobre el exceso de gasto improductivo, en un país que tiene más de 60.000 millones de euros anuales en ineficiencia en gasto público, según el mismo estudio de IEE. Implementar una fiscalidad extractiva y confiscatoria como la de España es muy cómodo para los políticos porque exprimen todo lo que pueden de los sectores cautivos –salarios y empresas nacionales– y siempre se escudan en que sus ineficiencias presupuestarias son un «problema de ingresos».

 

En definitiva, los impuestos que hay en España a día de hoy son confiscatorios. Una de las excusas que pone la ejecutiva de Sánchez es la situación económica que ha dejado la pandemia de Covid y la guerra de Ucrania, pero todos los países de Europa las han sufrido también. La pantomima que cuentan desde el Ejecutivo de: “Que paguen impuestos los ricos” no es cierta pues todos los estratos sociales han visto subidos sus impuestos.

 

La causa de todo ello reside en los 42.000 millones de euros más al año que Sánchez recauda para gastárselo en subsidios electoralmente eficaces. En comparación al año antes del Covid, es decir, 2019, la cifra ha aumentado un 15% sin contar diciembre, por lo que el dato es aún mayor.

 

Si dividimos este aumento entre el número de trabajadores según la EPA cada trabajador paga en impuestos de media 2.000 euros más, y por eso, se tiene que prescindir de ciertas cosas para poder llegar a fin de mes, o para prescindir de las vacaciones que tienen de media un coste similar a ese exceso tributario.

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