Planes de Pensiones (de Empresa y/o personales): ¿un complemento o un sustituto de la pensión pública?

El modelo europeo de seguridad social se basa en la existencia de tres pilares: el primer pilar lo constituye el sistema público de pensiones, el segundo tiene carácter privado y se desarrolla en el ámbito de la empresa y el tercero corresponde a la decisión individual y voluntaria de las personas de destinar parte de su renta al ahorro. La aplicación en los distintos países europeos no ha sido uniforme.

Un reto importante al que se enfrentan las sociedades europeas es el envejecimiento de su población, debido al descenso de las tasas de natalidad y al aumento sostenido de la esperanza de vida. Este cambio demográfico repercute en las pensiones y en el mercado laboral. Ante la previsible dificultad de financiación de las pensiones públicas, muchos países han impulsado reformas que hacen menos generoso el sistema de reparto y el establecimiento de un sistema de capitalización que complemente o, en algunos casos, sustituya parcialmente al sistema de reparto. En este sentido, es imprescindible activar al conjunto de la sociedad haciendo pedagogía de que la robustez del primer pilar no implica que los otros dos no sean necesarios para tener un desarrollo completo de nuestro modelo de previsión, basado en los tres pilares

España se encuentra actualmente en un momento crucial de la reforma de su sistema de pensiones desarrollada en la anterior legislatura, baja el amparo del Informe de Evaluación y Reforma del Pacto de Toledo, aprobado por consenso en noviembre de 2020. Dicha reforma afectó, por primera vez en la historia, a los tres pilares del sistema. La reforma de la Seguridad Social, realizada en dos fases (2021 y 2023), la modificación de los límites de aportaciones a instrumentos del tercer pilar (2021) y el impulso de la previsión social complementaria del sistema de empleo (2022).

La reforma del segundo pilar, mediante la Ley 12/2022 que regula el fomento de los planes de pensiones de empleo, busca desarrollar la previsión social complementaria en el ámbito de la empresa, cuyo resultado depende del éxito del diálogo social y su inclusión en los convenios colectivos, principalmente de ámbito sectorial. Pero muchas voces subrayan que este impulso se ha diseñado en contra del desarrollo del tercer pilar, al coincidir con la reducción de los límites de las aportaciones individuales a los instrumentos de previsión social incluidas en los presupuestos generales del Estado desde 2021.

El fomento de los planes de pensiones de empleo puede servir tanto como alternativa de ahorro a largo plazo para las familias, complementando la pensión pública de jubilación como para aumentar el conocimiento de la población sobre los productos de ahorro para la jubilación. Dado que no todas las empresas promueven la formalización de planes de pensiones de empleo, muchos trabajadores no tendrán esta opción y tendrán que recurrir a planes de pensiones individuales como alternativas de ahorro para la jubilación. Así pues, el efecto del impulso del segundo pilar no está claro que sentido tendrá. Puede ser negativo, si los dos pilares de la previsión social complementaria actúan como sustitutivos entre sí, o positivo, si se aprovecha la conciencia social de la necesidad de ahorro provisional y ver sus efectos prácticos.

Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores del Observatorio de los Sistemas Europeos de Previsión Social Complementaria, analiza, cuantifica y determina la relación entre el segundo y el tercer pilar utilizando datos de la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, con el objetivo de examinar si la evolución del segundo pilar influye en la evolución del tercero y en su caso, en qué sentido, si positivo o negativo. El trabajo, también analiza si el perfil económico de los hogares tiene algún efecto sobre esta relación entre el segundo y el tercer pilar.

Para llevar a cabo el análisis, se contemplan dos grupos de factores derivados de la estructura interna del hogar. En primer lugar, los relacionados con cada uno de los miembros del hogar (edad, sexo, estado civil, educación, sector ocupacional, situación laboral, percepción del estado de salud) y, en segundo lugar, los que consideran a la unidad familiar en su conjunto (nivel de aversión al riesgo, ingresos y activos reales, deudas o número de miembros del hogar). También se incluyen en el modelo, factores como la situación laboral, el sector ocupacional, la renta disponible, la fungibilidad de los activos, la edad o el tiempo restante hasta la jubilación, que, según la teoría del Ciclo Vital, ayudan a explicar cómo las personas planifican un nivel de vida estable a lo largo de su vida y toman sus decisiones de ahorro.

El estudio distingue dos tipos de hogares. El primer tipo incluye aquellos hogares en los que conviven, al menos, dos personas en edad de trabajar y, por tanto, susceptibles de ser partícipes de un plan de pensiones de empleo, es decir, los hogares en los que la persona de referencia y al menos otro individuo tienen entre 18 y 65 años. En estos hogares, el hecho de que un miembro del hogar sea partícipe de un plan de pensiones de empleo incrementa un 10% la probabilidad de que la persona de referencia tenga un producto del tercer pilar. Además, si la persona de referencia tiene estudios universitarios, este incremento de probabilidad es de un 15% respecto a si su nivel de estudios es inferior a bachillerato. El sector profesional también es una variable muy influyente en el modelo, ya que si la persona de referencia es del sector 7 (trabajadores cualificados), la probabilidad de que tenga un producto del tercer pilar aumenta un 25% respecto a si trabaja en el sector 5 (comercio minorista y restauración).

El segundo tipo de hogares que se estudian se caracterizan porque sólo la persona de referencia está en edad de trabajar. A nivel agregado, en estos hogares el desarrollo del segundo pilar no tiene ninguna incidencia en el desarrollo del tercero. No obstante, cuando distinguimos estos hogares según características socioeconómicas, los efectos son remarcables.

Las dos variables que determinan la configuración de los grupos socioeconómicos son los ingresos futuros de los hogares y el nivel de activos reales. El estudio analiza 3 grupos homogéneos claramente diferenciados entre sí: el primer grupo caracterizado por tener una previsión de ingresos futuros inferiores a los actuales y con un nivel alto de activos reales, el segundo grupo de hogares los que prevén mantener el nivel de sus ingresos en el futuro y con un nivel medio de activos reales y el tercer grupo que estima que sus ingresos futuros serán superiores a los actuales, pero que tienen un nivel bajo de activos reales.

En los hogares del primer grupo (nivel alto de activos y previsión a la baja de los ingresos) es donde los efectos del impulso al segundo pilar tienen más trascendencia en el desarrollo del tercero. Así, en los hogares de este grupo, en los que conviven al menos dos personas en edad de trabajar, si un miembro del hogar es partícipe de un plan de pensiones de empleo, esto incrementa un 46% la probabilidad de que la persona de referencia tenga un producto del tercer pilar, mientras que en los hogares de este grupo donde sólo la persona de referencia tiene entre 18 y 65 años, el incremento de probabilidad de tenencia de productos de ahorro individual casi se duplica (incrementa un 91%).

Al resolver el dilema de si el segundo y el tercer pilar en España son complementarios o sustitutivos, este estudio concluye que, globalmente, estos dos pilares se complementan al estimular el ahorro. Los datos indican que las políticas que promueven el desarrollo del pilar ocupacional influyen positivamente en los contratos de instrumentos de ahorro individual. Estos resultados aportan datos objetivos que pueden ayudar a los interlocutores sociales, al sector de la previsión social y a los legisladores a contemplar medidas realistas para el avance de la previsión social complementaria

Fuente: El Economista El segundo y el tercer pilar de nuestro modelo de previsión social, ¿complementarios o sustitutivos? (eleconomista.es)

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