El secreto está en comenzar a prepararse con anticipación personal y profesionalmente.. Y tanto el sistema de pensiones, el ámbito fiscal y la propia empresa, deben ayudar a conseguirlo
Son muchos los españoles nacidos en el pleno desarrollismo, el bautizado como milagro español, 1959-1973. En esa década y media explotó nuestra demografía, nuestro babyboom , algo retrasado frente al experimentado con anterioridad en la mayoría de los países occidentales. Estas cohortes tan numerosas comenzaran a jubilarse con una consecuencia obvia: serán más los que se jubilen que los que entren a trabajar y solo el refuerzo inmigratorio equilibrará parcialmente esta desproporción generacional, pero sin lograr paliar las fuertes tensiones financieras a las que se verá sometido nuestro sistema de pensiones.
Habrá pensiones públicas, sí, pero con una distribución diferente a la conocida durante estas últimas décadas, sobre todo para las pensiones más altas, que irán erosionándose y perdiendo poder adquisitivo progresivamente. De hecho, ese proceso ya se ha iniciado, acelerándose con las últimas reformas, en las que se ha abandonado definitivamente el carácter contributivo del sistema. Eso, de manera muy simplificada, significa que se cotiza más, pero que las pensiones que se percibirán no subirán en idéntica proporción, lo que significa en definitiva una erosión en su poder adquisitivo. Pagar más y recibir menos
Los que han disfrutado de sueldos medios/altos hasta el momento de su jubilación, de repente, se encontrarán en casa, sin nada que hacer si no lo han organizado con tiempo, con un nivel de gastos de difícil reducción, y con una pensión aminorada frente a la que esperaban recibir ya que las reglas del juego han ido cambiando a lo largo de los años y siempre con la misma dirección.
La brecha fiscal – suma de impuestos y cotizaciones – se incrementa año a año, drenando rentas y dificultando el ahorro. Y esto afectará a todos los pensionistas, pero se cebará de manera más acusada en aquellos cotizantes de salarios altos que aspiran a pensión máxima. Nuestra generación creció convencida de que la mejor inversión era la inmobiliaria, los ladrillos, la vivienda propia y una segunda vivienda, pero eso ya no es así y tenemos que planificar nuestro retiro al menos en tres ejes: educación financiera, diseño de la carrera profesional y posibilidad de una segunda carrera complementaria o alternativa
UNA CULTURA FINANCIERA al menos básica, de la que la mayoría de nosotros carecemos. Necesitamos ahorrar. El coste de la vida, unido a la presión fiscal que soportamos y a las circunstancias familiares – divorcios, separaciones, nuevas familias-, complican el conseguir el ahorro necesario para los largos años de jubilación. En los ochenta del pasado siglo se habilitó un sistema de ahorro complementario, los conocidos como Planes Privados de Pensiones, que se extendieron con rapidez, impulsados por unos atractivos estímulos fiscales, que permitieron la aportación de hasta 12.000 euros al año. Sucesivas reformas han disminuido este tope hasta los escasos 1.500 euros anuales de la actualidad, cuantía evidentemente insuficiente para todo aquel que desee dotarse de un colchón para complementar el poder adquisitivo de pensión pública. Es cierto que se ha abierto la vía de los Planes de Empresa, pero muy pocos son los posibles beneficiados, dado el gran peso de la pyme en nuestra economía.
DISEÑO DE UNA CARRERA PROFESIONAL ADECUADA, manteniéndonos empleables y actualizados a lo largo del tiempo, conviviendo en la diversidad generacional, estimando la conveniencia, o no, de prolongar los años de trabajo, reducirlos mediante la jubilación anticipada, o mediante la fórmula conocida como carrera descendente, esto es, el continuar, pero con menos dedicación y responsabilidad. Las empresas y administraciones deberían ser sensibles a la diversidad y flexibilidad de las carreras profesionales y planificarlas, en lo posible, atendiendo a las peculiaridades individuales. Este es un tema absolutamente fundamental y no abordado ya que hasta ahora, la tendencia fue la de prejubilar. A partir de ahora será por completo diferente, ya que ni al sistema ni al trabajador le convendrá.
POSIBILIDAD DE UNA SEGUNDA CARRERA que, simultaneándola con la actividad habitual durante los últimos años de carrera o continuándola tras la jubilación nos mantenga activos, motivados y con la posibilidad de un complemento económico. Las alternativas de jubilación parcial, flexible o activa pueden resultar de interés en estos supuestos, por lo que deberíamos conocer sus posibilidades y alcance. La segunda carrera, entre otras, se expresa en múltiples fórmulas, con la de asesores senior, colaboradores en ONGs o mediante la actividad docente, por citar algunos ejemplos.