¿Cómo es posible que a veces haya tantas divergencias entre la percepción de la economía a nivel macroeconómico y a nivel microeconómico?
Las estadísticas y el crecimiento macro y micro.
Las estadísticas son como las bikinis, muestran cosas interesantes, pero ocultan lo más importante.
La microeconomía estudia el comportamiento de los consumidores y de las empresas. La macroeconomía estudia la economía en su conjunto. Fijándose en la oferta, la demanda, los precios y los costes, la microeconomía analiza la asignación de recursos por parte de individuos y empresas, buscando los primeros la utilidad y las segundas los beneficios, alcanzando diferentes situaciones de equilibrio. Sin embargo las variables que suele estudiar la macroeconomía son el nivel de renta nacional, el consumo, el ahorro, la inversión, la inflación, el tipo de cambio, etc.
La macroeconomía está asociada al nombre de John Maynard Keynes. Keynes pensaba que el ajuste de los mercados, que estudia la microeconomía, no se daba a escala macro, con lo que los mercados no funcionaban y era necesario una política macroeconómica para resolver el problema del paro a través de medidas que impulsaran la demanda global. Los críticos de Keynes, por su parte, defienden el buen funcionamiento de los mercados y sostienen que los fundamentos de la macroeconomía no son diferentes de los de la microeconomía pues, después de todo, la macro está en realidad compuesta por elementos individuales.
Llegamos a casa y en el telediario dicen que la economía va muy bien, que ha crecido un 2,5% (bastante más que la media europea), y no entendemos nada. Pues la pandemia y la guerra de Ucrania han deteriorado gravemente la rentabilidad de los negocios: los costes de la electricidad se han disparado, han subido los alquileres indexados a la inflación, los tipos de interés han encarecido la hipoteca y los bancos se muestran cada vez más reacios a seguir facilitando préstamos. Lo cierto es que las encuestas muestran que muchos ciudadanos no perciben que la mejora de la economía haya llegado a sus hogares.
La respuesta a esta aparente paradoja no es sencilla, principalmente porque las estadísticas (al menos las disponibles a corto plazo) no permiten bajar a un nivel de detalle suficiente, pero quizás podemos aproximarnos a algunas posibles explicaciones.
LA DEMANDA
Una primera vendría por el lado de la demanda, y tiene que ver con la política fiscal de los gobiernos, que ha sido considerablemente expansiva. Las perturbaciones de oferta suponen un empobrecimiento de la población (con el mismo salario se puede ahora comprar menos gasolina, menos alimentos y menos electricidad), pero los gobiernos se han esforzado por mantener las rentas de las empresas y de las familias, con inversiones, ayudas directas o subvenciones en precios. Esto ha moderado la caída de la demanda y ha permitido que muchas empresas sobrevivan. Es decir, la economía crece, en parte, porque el sector público está impulsando el consumo y la inversión, pero la inversión privada (más relacionada con las expectativas) se mantiene relativamente débil.
LA OFERTA
Una segunda explicación vendría por el lado de la oferta, y tiene que ver con la estructura productiva y la forma diferencial con la que las perturbaciones de oferta afectan a las empresas grandes y pequeñas. Cuando se encarecen los costes de las materias primas (energéticas y no energéticas) y los costes financieros (los tipos de interés), las grandes empresas sufren menos por varios motivos.
En primer lugar, porque suelen tener un cierto poder de mercado, de manera que pueden trasladar una mayor parte de sus costes a los precios cargados a sus consumidores. Las pymes, por el contrario, se enfrentan a una mayor competencia y elevar sus precios puede hacerles perder mucho negocio.
Algo similar sucede con los costes de financiación: las empresas grandes tienen acceso a los mercados de capitales, mientras que la inmensa mayoría de las pymes son esclavas de la financiación bancaria, que, cuando las cosas pintan mal, huye del riesgo de una forma mucho más acusada. Asimismo, una empresa grande puede hacer frente a las subidas salariales o de los alquileres de una forma mucho más solvente que una pyme.
En definitiva las perturbaciones de oferta tienden a aumentar la divergencia entre las grandes y las pequeñas empresas, de modo que las grandes tirarían proporcionalmente más de la economía y, dado su peso en el PIB, impulsarían el crecimiento.
En España las microempresas (con menos de 10 trabajadores) suponen un 94% del total de empresas de la economía, pero aportan apenas un 24% del PIB. El 6% de las empresas de España, grandes y pymes no microempresas, generan el 76% del PIB español, de modo que un buen dato de PIB bien podría ser compatible con una frágil situación de muchas empresas.
Las pymes españolas han resistido mejor esta última crisis que otras europeas pues si la crisis del covid fue esencialmente una crisis de servicios (por las limitaciones a las restricciones sociales), la crisis de Ucrania ha sido, fundamentalmente, una crisis industrial, que ha impactado vía costes de la energía y de materias primas. España así se habría beneficiado del menor peso de su industria en la economía, a diferencia de otros países como Alemania, Francia o incluso Italia. En España, el 55% de las microempresas se dedican a actividades terciarias como hostelería, restauración, asesoría, salud, turismo, formación, procesamiento de alimentos, reparación de vehículos y electrodomésticos, etc.; el 25% al comercio minorista, el 13% a la construcción y solo un 7% son empresas industriales. El turismo ha tirado mucho de la economía tras el covid, y eso ha salvado a muchas microempresas.
LAS ENCUESTAS FIABLES
Algunas de estas intuiciones habría que contrastarlas con datos, lo que no siempre es sencillo. Por ejemplo, no es fácil verificar en qué medida las empresas medianas y grandes han trasladado más sus costes a los consumidores. Aunque en España hay un Observatorio de Márgenes Empresariales, sus informes señalan las limitaciones estadísticas para calcular con microdatos los márgenes sobre ventas de las empresas (en cualquier caso desglosados solo por sectores, no por tamaño empresarial). El análisis del mercado laboral también requeriría datos mucho más detallados para entender bien las complejas transformaciones que se están produciendo en España desde la crisis de la pandemia.
Entender bien las complejas economías modernas exige muchos datos detallados sobre el tejido empresarial, el poder de mercado de las empresas, la productividad y la situación de las familias. Solo así será posible ver quién y cómo se está beneficiando realmente del crecimiento económico.
Por lo tanto es importante contar con estadísticas detalladas a nivel de empresa para evaluar de forma adecuada las posibles divergencias entre la situación macroeconómica y la microeconómica. Porque el crecimiento es siempre una buena noticia, pero a veces tras las cifras trimestrales se esconden riesgos como la debilidad de la inversión, la baja productividad, la fragilidad de determinados sectores o desigualdades sociales que pueden hipotecar el crecimiento futuro.
Fuente: Vozpopuli Crecimiento macro y micro (vozpopuli.com)