La aceptación constitucional del pluralismo, lejos de facilitar la expresión de las identidades múltiples, ha derivado en Cataluña y otras regiones en la imposición de identidades sesgadas, excluyentes y empobrecedoras
Ahora Pedro Sánchez transita el mismo camino que inició Artur Más con el proces y ha cometido las mismas insensateces que en su día perpetró Artur Mas. Son políticos de similares características: un narcisismo a la altura de su insana ambición, una mediocridad intelectual, una responsabilidad bajo mínimos y un nulo amor por la verdad. De hecho, el proceso español abre la puerta a un futuro procés catalán más virulento. Las falsas promesas de Sánchez serán usadas para generar frustración y rabia en el futuro. Después de Sánchez no vendrá un Felipe González. El PSOE socialdemócrata a la europea fue una anécdota histórica. Hoy son una simple máquina de poder. Resulta interesante observar algunos detalles de esta similitud
El catalanismo murió de éxito
El catalanismo fue una defensa de la lengua y la cultura catalanas, del autogobierno de Cataluña y del liderazgo cultural, económico y social de España sin olvidar un firme compromiso europeísta. Tuvo un gran éxito, pero no supo gestionar sus logros, se acomodó en el falso victimismo, se radicalizó y se volvió irreconocible. El nacionalismo despreció la gestión de una amplísima autonomía, que ya querrían muchos Estados federales, y se lanzó a protagonizar un intento de revolución desde arriba. Fue una absoluta irresponsabilidad política. Hoy Convergència i Unió ya no existe. El catalanismo murió. Y no se atisba ninguna resurrección, el catalanismo en un anacronismo. 2017 lo cambió todo.
El procés separatista fue un estertor populista
El procés separatista fue, en gran medida, un intento de secesión de los ricos. Asustados por el auge de aquel populismo de extrema izquierda que llegó a rodear el Parlament de Cataluña en 2010, Artur Mas encontró no pocos apoyos para lo que él mismo llamó la «transición nacional», es decir, el aquelarre nacional-populista ahora conocido como el procés catalán o separatista. Era la perversión del catalanismo reconvertido en un populismo identitario con su líder supuestamente carismático, su retórica demagógica y la invención y el señalamiento de enemigos del pueblo. En plena crisis económica, aquel político de apariencia tecnocrática condujo a una de las sociedades más prósperas de Europa a una aventura suicida.
Ese procés murió, pero el separatismo sigue vivo
La independencia de Cataluña nunca fue posible. La Generalitat no logró consolidar las denominadas estructuras de Estado. Sin embargo, la «ensoñación» tuvo consecuencias muy reales: el traslado de miles de sedes sociales de empresas a otras comunidades autónomas, un profundo y duradero desprestigio de las instituciones catalanas y una fractura social que afectó negativamente a la vida cotidiana de los ciudadanos. La (mala) política catalana había provocado ilusión y frustración en unos y miedo y tristeza en otros, aunque, finalmente, unió a todos los catalanes en el hartazgo. Con todo, el nacionalismo sigue vivo, y lo que es peor, es que ha encontrado en Sánchez el mejor aliado para preparar las condiciones de un segundo asalto secesionista con más garantía de éxito.
El gobierno del PSC repite los errores de los tripartitos
No debemos engañarnos por la aparente tranquilidad en Cataluña. El PSC no es un partido separatista, pero, por comodidad política, sigue una agenda de separatismo lento, más sutil y, también, más eficaz. El partido de Salvador Illa tropieza con la misma piedra nacionalista que aquellos caóticos tripartitos de Pasqual Maragall y José Montilla y traiciona una vez más a sus bases. Se aprovechó del deseo mayoritario de «pasar página» para alcanzar el poder; pero, ya instalado en este, si cumplen sus promesas, España andará hacia la total centrifugación con una mutación constitucional que nos acercaría a una confederación tan asimétrica como inestable. Si no cumplen sus promesas, mal menor, volvemos a la casilla de salida del procés.
Aquel procés murió, pero ha resucitado en la política española
En la última jornada de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de coalición con Podemos, la diputada de ERC Monsterrat Bassa clamaba en su apoyo a Sánchez: «¡La gobernabilidad de España me importa un comino!». Sánchez no duda en tomar, consciente o inconscientemente, el procés separatista como ejemplo a seguir. Así, tanto en el proceso español como en el catalán, se prioriza la propaganda por encima de la gestión. La verdad se sacrifica. Todo el proceso incentiva la discordia en la sociedad. Se induce la crispación, convierten al adversario político en un enemigo existencial. El ambiente político se vuelve irrespirable y alcanza a la sociedad. De esta manera, se rompió Cataluña en dos comunidades. Y, de esta manera, intenta Sánchez levantar un muro entre los españoles.
LA ESPERANZA SON LOS JÓVENES
El uso del catalán entre los jóvenes cae en picado pues el catalán se está latinizando, es decir, se está convirtiendo en una lengua del poder frente a un castellano percibido como lengua del pueblo. Los nuevos medios de comunicación, como las plataformas digitales, también empujan hacia las lenguas con más hablantes, pero es indudable que todo aquello que ha sido usado por el nacionalismo se ha ganado la antipatía de no pocos jóvenes. Los jóvenes han desconectado del procés. El nacionalismo se percibe como pasado de moda y, por decirlo respetuosamente, muy poco urbano. Los jóvenes abandonan el separatismo y les preocupan cuestiones como la economía, la vivienda y la seguridad. Lógico. Ya no están para utopías ni más promesas de paraísos terrenales que se convierten en infiernos burocráticos y fiscales.
El territorio de Tabarnia (acrónimo de Tarraco y Barcino, los nombres de las ciudades romanas) incluiría las capitales y comarcas metropolitanas de Barcelona y Tarragona. Tabarnia es una comunidad autónoma imaginaria que se entendió como una sátira destinada a ridiculizar el ideario de los independentistas catalanes. Su objetivo era que los independentistas se vieran reflejados en el espejo y se dieran cuenta de sus propias contradicciones y de la fragilidad de sus argumentos. Existe una Cataluña rural, mayoritariamente independentista, basada en una economía local, obsesionada con la identidad y hostil a la lengua castellana y de otro lado una Cataluña cosmopolita, orgullosamente bilingüe, urbanita, multicultural e intensamente conectada con el resto de España y Europa.. «Tabarnia era un chiste, sí, pero uno bueno».
PERO ATENTOS. PUES ES SABIDO QUE EL SER HUMANO,
TANTO INDIVIDUALMENTE COMO EN SOCIEDAD,
ES EL ÚNICO ANIMAL QUE TROPIEZA DOS VECES EN LA MISMA PIEDRA
Antecedentes históricos del proceso independentista de Cataluña
A finales del siglo XIX, dentro de la corriente cultural del Romanticismo, el catalanismo lo constituyeron tres corrientes principales: aquellos que, sin posicionamiento político, vindicaban la tradición, la lengua, y el derecho histórico propio de Cataluña; el tradicionalismo catalán que propugnaba los derechos históricos de Cataluña dentro de la tradición hispánica; y el catalanismo político que postulaba la consecución, en último término, de un estado propio para la nación catalana.
(1875-1887). El nacimiento del catalanismo político
Tras el fracaso del republicanismo federal de la Primera República, se produjo un giro catalanista pero con la Restauración borbónica de 1875 el catalanismo tuvo que replegarse. En 1882 se fundó el Centre Català, la primera entidad catalanista claramente reivindicativa, que se planteó como una organización de difusión del catalanismo y de presión sobre el gobierno.
En 1885 se presentó al rey Alfonso XII un Memorial de greuges, en el que se denunciaban entre otros temas las propuestas unificadoras del Código Civil. En 1886, se publicó Lo catalanisme, que constituyó la primera formulación coherente del «regionalismo» catalán y tuvo un notable impacto. Por otro lado durante estos años comenzó la difusión de los símbolos del catalanismo, la mayoría de los cuales e ya existían previamente a su nacionalización: la bandera (les quatre barres de sang, 1880), el himno (Els Segadors, 1882), el día de la patria (l’11 de setembre, 1886), la danza nacional (la sardana, 1892), los dos patronos de Cataluña (Sant Jordi, 1885, y la Virgen de Montserrat, 1881). En esta época también se extendieron los castells hasta entonces sólo conocidos en el Camp de Tarragona, considerados junto con la sardana como la demostración de la «enérgica vitalidad y el carácter profundamente original de la raza catalana».
(1887-1898). La Lliga de Cataluña, la Unió catalanista y las Bases de Manresa
En 1887 el Centre Català vivió una ruptura entre sus dos corrientes, una más izquierdista y federalista y otra más catalanista y conservadora. Los integrantes de la corriente conservadora fundaron la Lliga de Catalunya que produjo la publicación Los Fueros de Cataluña que en el artículo primero se dice que la nación catalana es la reunión de los pueblos que hablan el idioma catalán. Su territorio comprende: Cataluña, con los condados de Rosellón y Cerdaña; el Reino de Valencia y el Reino de Mallorca. Tras negar la legitimidad a los procesos constituyentes españoles iniciados en las Cortes de Cádiz, concluyen que España debe reparar «los derechos imprescriptibles de sus pueblos» oprimidos por el «jacobinismo de infames políticos».
Aprovechando la presencia en Cataluña de María Cristina de Habsburgo-Lorena para inaugurar la Exposición Universal de Barcelona (1888), presentaron el Missatge a la Reina Regent, en el que entre otras cosas le pedían «que vuelva a poseer la nación catalana sus Cortes generales libres e independientes», el servicio militar voluntario, «la lengua catalana oficial en Cataluña» y un tribunal supremo catalán. Un programa político que iba más allá del modelo austro-húngaro defendido en el Memorial de Greuges de tres años antes, ya que se demandaba la formación de una confederación sin más lazo entre sus miembros que el de la Corona. La hegemonía del sector conservador supuso también un cambio conceptual en el catalanismo pues pasó a España es el Estado, Cataluña es la nación.
En 1891 la Lliga de Catalunya propuso la formación de la Unió Catalanista que enseguida obtuvo el apoyo de entidades y periódicos catalanistas. La Unió celebró en marzo de 1892 su primera asamblea en Manresa donde se aprobaron las Bases per a la Constitució Regional Catalana, más conocidas como las Bases de Manresa, que se suelen considerar como el «acta de nacimiento del catalanismo político. Las Bases se alejaban tanto del proyecto federalista como del posibilismo del Memorial de Greuges de 1885 para propugnar la vuelta a la Cataluña anterior a 1714. Las Bases son un proyecto autonomista, en absoluto independentista, de talante tradicional y corporativista.
(1898-1914). Tras el «desastre del 98»: la Lliga Regionalista
Tras la derrota española en la guerra hispano-estadounidense de 1898 el regionalismo catalán experimentó un fuerte impulso, fruto del cual nació en 1901 la Lliga Regionalista, fusión de la Unión Regionalista fundada en 1898 y del Centre Nacional Català, que aglutinaba a un grupo escindido de la Unió Catalanista encabezado por Enric Prat de la Riba y por Francesc Cambó. Estos últimos, en contra de la opinión mayoritaria de la Unió, habían defendido la colaboración con el gobierno conservador de Francisco Silvela, formando incluso parte de su gobierno aunque finalmente rompieron con el Partido Conservador al no ser aceptadas sus reivindicaciones: concierto económico, provincia única, y reducción de la presión fiscal.
El fracaso del acercamiento a los conservadores españoles no hizo desaparecer a la nueva Lliga Regionalista sino todo lo contrario. En 1906 Prat de la Riba publicaba La nacionalitat catalana, considerada muy pronto como la obra teórica culminante del catalanism» en el proponía la formación de un Estado-imperio de Lisboa al Ródano, integrado por España, Portugal y Occitania, bajo la hegemonía de Cataluña (su centro de gravedad se situaría en Barcelona) gracias a la pujanza de su cultura.
(1918-1923). Tras la I Guerra Mundial: Acció Catalana y Estat Catalá
En diciembre de 1918, dos meses después de que se firmara el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial , nacionalistas catalanes radicales constituyeron en París el autodenominado Comité Nacional Catalán, para reclamar a los países vencedores que se ocuparan del «pleito catalán» que finalmente no se incluyó en el orden del día de la Conferencia de París.
En febrero de 1919 la Huelga de la Canadiense tuvo como consecuencia que la Lliga Regionalista de Francesc Cambó abandonara la campaña a favor de un Estatuto de Autonomía para Cataluña, lo que provocó la radicalización de amplios sectores del nacionalismo catalán, También estaban desilusionados con la política de colaboración con el régimen de la Restauración llevada a cabo por Cambó y que no había dado ningún fruto. En junio de 1922 se celebró una Conferencia Nacional Catalana, donde los jóvenes de la Lliga coincidieron con el grupo que encabezaba Francesc Macià. De esta Conferencia surgieron dos nuevos partidos nacionalistas catalanes más radicales que la Lliga: Acció Catalana, integrada por los jóvenes de la Lliga y los intelectuales republicanos, y Estat Català, integrado por el grupo de Macià. Este último de signo netamente independentista.
(1923-1930). Dictadura de Primo de Rivera
La Dictadura de Primo de Rivera en Cataluña pronto desplegó una política claramente anticatalanista y los partidos nacionalistas catalanes no tuvieron más opción que la clandestinidad o el exilio. Se fundó en París un Comité Separatista Català, que comenzó a recaudar fondos para la compra de material de guerra. A mediados de 1926 Macià decidió llevar a cabo la invasión de Cataluña con un pequeño ejército pero Macià, fue detenido por la policía francesa, fue juzgado en París en enero de 1927 siendo desterrado a Bélgica.
En octubre de 1928 Maciá convocó la Asamblea Constituyente del Separatismo Catalán, que aprobó la Constitución Provisional de la República Catalana y apostó por organizar una insurrección en el interior de Cataluña, vinculada a las diversas conspiraciones antidictatoriales y antimonárquicas que entonces se estaban tramando. Macià volvió a Cataluña en febrero de 1931, un año después de la caída de Primo de Rivera y del inicio de la conocida como Dictablanda del general Berenguer. En esos meses una ola republicana recorrió Cataluña y toda España y Estat Català acabó confluyendo con otros grupos nacionalistas catalanes para dar nacimiento a un nuevo partido, Esquerra Republicana de Cataluña, del que l’Avi Macià fue elegido presidente por unanimidad.
(1931-1936).La Segunda República
En las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931 Esquerra Republicana obtuvo un resonante triunfo en Cataluña. Así el 14 de abril Macià proclamó la República Catalana en Barcelona, integrada en una «Confederación de Pueblos Ibéricos». En realidad, la actuación de Macià no iba encaminada a una ruptura con España, proclamando la independencia, sino a la concesión inmediata de una amplia autonomía, que quería federal aunque lo cierto es que lo que proclamó Macià fue «un Estado libre» «dentro de la República Federal o la Confederación ibérica»
Tres días después, el 17 de abril, el recién constituido Gobierno Provisional de la Segunda República Española envió a tres ministros a Barcelona donde alcanzaron un acuerdo por el que Esquerra Republicana de Cataluña renunciaba a la “República Catalana” a cambio del compromiso del Gobierno Provisional aprobar el Estatuto de Autonomía que decidiera Cataluña. El Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 otorgaba a Cataluña por primera vez un Estatuto de Autonomía que le permitía tener un gobierno y un parlamento propios, y ejercer determinadas competencias. Una version anterior conocida como el Estatuto de Nuria fue aprobado por referéndum el 2 de agosto de 1931 y posteriormente sancionado y revisado por las Cortes españolas el 15 de septiembre de 1932. El Estatuto de 1932 estuvo vigente hasta su supensión en 1934, y nuevamente entre 1936 y el final de la guerra civil española en 1939.
Francesc Macià estuvo al frente de la Generalidad hasta su muerte en diciembre de 1933 siendo sustituido por Lluis Companys que proclamó el Estado Catalán el 6 de octubre de 1934. A las 8 de la tarde de ese día proclamó, al igual que el 14 de abril de 1931, «el Estado catalán en la República Federal Española» Sin embargo esta ruptura de la legalidad no tenía ninguna conexión con la revolución obrera que estaba en marcha y la pasividad con que respondió la principal fuerza obrera de Cataluña, la CNT, hizo que la rebelión catalana se terminara rápidamente el día 7 de octubre por la intervención del Ejército. El presidente y los consejeros de la Generalidad fueron encarcelados y a continuación el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 fue dejado sin efecto y todos los órganos de la administración autonómica fueron sustituidos temporalmente por un control militar. Finalmente, las Cortes aprobaron una ley el 2 de enero de 1935 que acordaba la suspensión indefinida del Estatuto de Cataluña y la recuperación por la Administración central de las competencias transferidas a la Generalidad. Tras el triunfo en las elecciones de febrero de 1936 del Frente Popular Companys y los consejeros fueron amnistiados y repuestos en sus cargos. Dos meses después, en julio de 1936, estalló la Guerra civil española
(1939-1979). Franquismo y Transición Democrática
Tras el final de la Guerra Civil con la derrota de los republicanos, el presidente de la Generalidad Lluís Companys intentó formar un gobierno catalán en el exilio pero fracasó. Después de la capitulación de Francia ante los alemanes Companys fue detenido y entregado a las autoridades franquistas. Fue sometido a un consejo de guerra sumarísimo que lo condenó a muerte siendo fusilado en el castillo de Montjuic el 15 de octubre de 1940.
Un mes y medio antes de la ejecución de Companys, se había constituido en Londres otro Consejo Nacional de Cataluña (CNC) que reivindicó la independencia de Cataluña, que rechazó el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 y la Constitución republicana del que emanaba, pero en cuanto Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Acció Catalana Republicana (ACR) se reorganizaron en el exilio volvieron a defender la vigencia del Estatuto de 1932. Durante la transición democrática que siguió a la muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975, el independentismo catalán desempeñó un papel muy poco importante porque todas las fuerzas políticas catalanas estaban volcadas en el restablecimiento del Estatuto de Autonomía de 1932. El Bloc d’Esquerra d’Alliberament Nacional (BEAN) se presentó a las elecciones generales españolas de 1979, las primeras que se celebraban tras la aprobación de la Constitución española de 1978, con una candidatura encabezada por el eclesiástico Lluís Maria Xirinacs, quien durante la legislatura anterior había sido senador, pero no resultó elegido aunque obtuvo más de 50.000 votos.
(1979-2003). Estatuto de 1979 y gobiernos de Jordi Pujol
La muerte del general Franco marcó la apertura de un proceso de transición durante el que se celebraron las primeras elecciones democráticas de España en décadas. El proceso de cambio desembocó en la aprobación por las Cortes Generales de una Constitución consensuada por la mayor parte de las fuerzas políticas españolas y, particularmente, de las catalanas. Dicha ley fundamental fue ratificada por los españoles en referéndum. En Cataluña, la Constitución fue apoyada por un 91,09 % de los votantes.
Una vez aprobada la Constitución, se tramitó la aprobación de un Estatuto de Autonomía para Cataluña. El proyecto fue sometido a referéndum en Cataluña. El Estatuto recibió el apoyo del 88,15 % de los votantes, siendo la participación del 59,30 %. El nuevo Estatuto, aprobado por las Cortes Generales, contemplaba la existencia de un órgano legislativo, el Parlamento de Cataluña, y otro ejecutivo, el Gobierno de Cataluña. En 1980 se celebraron las primeras elecciones al Parlamento de Cataluña.
Tras las elecciones Jordi Pujol, del partido Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y de su federación Convergència i Unió (CiU), fue presidente de la Generalidad de Cataluña entre 1980 y 2003, bteniendo tres mayorías absolutas (1984, 1988 y 1992) y tres mayorías simples (1980, 1995 y 1999). Durante estos años CiU se caracterizó por colaborar a la gobernabilidad de España, apoyando desde a Adolfo Suárez durante la Transición pasando por el PSOE de Felipe González en 1993 y a José María Aznar (el Pacto del Majestic) tras la obtención de la mayoría simple del Partido Popular en las elecciones generales de 1996.
Jordi Pujol fue el principal abanderado de la recomposición ideológica durante el tardofranquismo del conservadurismo católico catalanista prebélico, que conseguiría conciliar una concepción esencialista de signo moral y espiritual de Cataluña, con construir Cataluña. El final del “periodo pujolista” se había cumplido y sobrepasado la mayoría de los objetivos del catalanismo político de finales del siglo XIX y comienzos del XX en la cuestión de su relación con el Estado español.
(2003-2006) Primer gobierno tripartito (Pascual Maragall) y el nuevo Estatuto de 2006
Las elecciones al Parlamento de Cataluña de 2003 pusieron fin a la etapa «pujolista». Tras el “pacto del Tinell” que se comprometía a un nuevo Estatuto de Autonomía e impedía cualquier acuerdo entre el PSC y el PP, se formó un gobierno de coalición tripartito entre el PSC, ERC e Iniciativa per Catalunya Verds bajo la presidencia del socialista Pasqual Maragall, que puso en marcha la reforma del Estatuto de 1979 con el fin de aumentar el autogobierno de Cataluña.
En septiembre de 2005 el Parlamento de Cataluña aprobó el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña y a continuación la propuesta de reforma fue presentada al Congreso de los Diputados que introdujo modificaciones importantes al texto aprobado por el Parlamento catalán. Así, en marzo de 2006 se aprobó una nueva propuesta de Estatuto pactada por CiU y PSOE en las Cortes Generales que posteriormente fue ratificado por el Parlamento de Cataluña. El 18 de junio de 2006 el Estatuto fue sometido al referéndum de los ciudadanos de Cataluña. Con un 48,9 % de participación, el Sí obtuvo un 73,2 % y el No un 20,6 %.
(2006-2010) Segundo gobierno tripartito (José Montilla). Metamorfosis de CiU
Tras la aprobación del nuevo Estatuto pese a la baja participación en el referéndum, el nacionalismo catalán inició entre 2006 y 2010 una «metamorfosis» que le llevaría a defender una salida al bloqueo del modelo territorial fuera del marco de la Constitución española de 1978 . Un cambio reforzado por una movilización popular cada vez más presente.
El primer hito en esa movilización fue la manifestación del 18 de febrero de 2006 con el lema «Som una nació i tenim el dret de decidir» («Somos una nación y tenemos derecho a decidir») mientras se estaba debatiendo en el Congreso de Diputados el proyecto de nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006. Ese día y por primera vez, de una manera descarada, el catalanismo salió a la calle para reclamar el derecho a decidir.
El «derecho a decidir» planteado por ERC fue asumido también por CiU que dio un «giro copernicano» abandonando el «autonomismo». El 1 de diciembre tuvo lugar en Barcelona una segunda gran manifestación independentista bajo el lema «Som una nació i diem PROU! Tenim dret a decidir sobre les nostres infraestructures» («¡Somos una nación y decimos BASTA! Tenemos derecho a decidir sobre nuestras infraestructuras») A la manifestación, en la que abundaron los gritos a favor de la independencia, ya no acudieron solo dirigentes de ERC como en la del año anterior, sino que en la cabecera también estuvieron figuras públicas vinculadas a CiU o al Partit dels Socialistes de Catalunya.
Entre 2009 y 2011 se produjeron consultas populares sobre la independencia en varias localidades catalanas que aunque carecían de validez legal y la participación en las mismas fue bastante baja, demostraban que existía una movilización social favorable a la independencia. Frente a la política de colaboración con el gobierno central que defendía el presidente José Montilla (PSC), tanto ERC como CiU fueron definiendo una postura cada vez más clara a favor de la superación del marco autonómico. Artur Mas, líder de CiU, además del «derecho a decidir» comenzó a incluir en sus discursos el término «Estado propio» y empezó a hablar del «déficit fiscal» y de los «agravios» de todo tipo que padecía Cataluña.
(julio de 2010) Manifestación contra el recorte del Estatuto
El 28 de junio de 2010 se conoció la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006 que supuso un nuevo recorte al texto aprobado por el Parlamento de Cataluña cinco años antes. Aunque la sentencia supuso que no se ampliara sustancialmente la autonomía política catalana no constituyó un retroceso, pero generó un profundo descontento entre los partidos impulsores del Estatuto, que apoyaron una manifestación de protesta bajo el lema «Somos una nación. Nosotros decidimos». Encabezó la marcha el presidente de la Generalidad de Cataluña, José Montilla que se vio obligado a abandonarla precipitadamente ante los lemas y banderas independentistas que dominaron la manifestación. Los organizadores afirmaron que se trató de la manifestación más multitudinaria de la historia de Cataluña hasta esa fecha. La sentencia del Tribunal Constitucional supuso el final del pacto tripartito (PSC, ERC y ICV-EUiA) del gobierno catalán.
(2010-2014) Gobiernos de Artur Mas. El proceso participativo
CiU inició un proceso de «refundación» del catalanismo bajo la denominación La Casa Gran del Catalanisme («Casa Grande del Catalanismo»), en el cual planteaba que Cataluña debía tener el «derecho a decidir». Aunque inicialmente, las reivindicaciones de CiU se centraban en aspectos prácticos como la gestión de las infraestructuras.
En las elecciones autonómicas de 2010, CiU incluyó como punto fundamental de su programa electoral el «derecho a decidir», centrado en la necesidad de que Cataluña dispusiera de un nuevo modelo de financiación, similar al concierto económico del País Vasco, el «pacto fiscal», excluyendo la posibilidad de celebrar una consulta sobre la independencia. Durante la campaña electoral, ERC, que hasta entonces formaba parte del gobierno y que pedía un referéndum de autodeterminación en su programa electoral, se había ofrecido a apoyar la investidura de Mas, si lo necesitase, sin requerir de CiU que convocase dicha consulta.
Las elecciones dieron la victoria a CiU, con 62 escaños, pero sin conseguir la mayoría absoluta. Artur Mas se presentó al debate de investidura con un discurso en el que proponía que Cataluña comenzase una «transición nacional» hacia la aplicación plena del «derecho a decidir» de los catalanes. Según Mas, la sentencia del Tribunal Constitucional en relación con el Estatuto de 2006 había dado por terminado el pacto constitucional entre Cataluña y España. En su discurso no excluyó explícitamente la independencia, pero, sin nombrarla, la descartó por el momento.
(2011) Protestas del 15-M
En 2011 estalló en toda España el movimiento de protesta social 15-M. Desde el punto de vista de la cuestión territorial, el movimiento no simpatizaba con el nacionalismo ni el independentismo. En Cataluña el 15 de junio de 2011 los manifestantes del 15-M produjeron incidentes frente al Parlamento que obligaron al ya entonces presidente Artur Mas a entrar en helicóptero Algunos han indicado que estas protestas fueron una de las claves que explicarían la posterior sucesión de acontecimientos y que el proceso independentista pudo haber sido creado para intentar desviar la atención de la crisis económica y las protestas ciudadanas.
El 15-M barcelonés no tenía ninguna conexión con el movimiento soberanista, pero este se organizó para seguir su estela: llevar la movilización a las calles y recoger también la protesta de los «indignados». Así entre mediados de 2011 y mediados de 2012 se formó la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que quedó constituida oficialmente el 10 de marzo de 2012. En sus estatutos la ANC se definía como «una organización de base transversal y unitaria que tiene como objetivo la independencia de la nación catalana por medios democráticos y pacíficos». Un poco antes de la aparición de la ANC la asociación Òmnium Cultural, fundada en 1961, había consolidado también su giro independentista
Casi al mismo tiempo que la ANC nació otra de las organizaciones clave del soberanismo: la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) constituida al día siguiente de la Diada de Catalunya de 2011 con el objetivo de agrupar a todos los ayuntamientos que quisieran movilizar a sus ciudadanos para hacer efectivo el «derecho a decidir». Sus promotores conjugaron el nacionalismo catalán clásico (Cataluña, una «nación milenaria») con la utilización de las «agresiones» y de los «agravios», sobre todo económicos, que padecía Cataluña como principal argumento para reclamar la independencia. El recurso al supuesto agravio económico para justificar la independencia de Cataluña se vio aparentemente confirmado cuando en agosto el gobierno de Artur Mas tuvo que acogerse al Fondo de Liquidez Autonómica para poder hacer frente a los pagos que tenía comprometidos.
(julio de 2012) El «pacto fiscal»
El 25 de julio de 2012 el Parlamento de Cataluña aprobó el denominado «pacto fiscal», un texto que proponía que Cataluña se dotara de un sistema fiscal nuevo con semejanzas al concierto vasco y navarro. El 20 de septiembre de 2012 Artur Mas se reunió con Mariano Rajoy que respondió que no había margen para negociar la propuesta. Artur Mas señaló que el «pacto fiscal» se veía como la última posibilidad de entendimiento entre Cataluña y el resto de España. A este respecto, hay que recordar que durante la transición el gobierno central ofreció al gobierno catalán que este tuviera un régimen económico similar al navarro o al vasco y fue rechazado por el entonces líder Jordi Pujol porque creía que una Hacienda catalana sería muy impopular y porque pensaba que no conseguiría un alto grado de eficiencia en la recaudación fiscal.
Manifestación del 11 de septiembre de 2012
La multitudinaria manifestación celebrada en Barcelona el 11 de septiembre de 2012, Día de Cataluña, con el lema Catalunya, nou estat d’Europa supuso la gran eclosión del independentismo. Estuvo organizada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y con la AMI. El enorme éxito de la manifestación sorprendió a los políticos y a los medios de comunicación dentro y fuera de Cataluña, sin embargo, se ha destacado la paradoja de que los dos diarios de mayor difusión en Cataluña, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya, con ediciones en lengua catalana y castellana, se mostraron muy críticos con el procés y adoptaron una posición editorial antiindependentista.
Las elecciones del 25 de noviembre de 2012 y la «consulta» del 9 de noviembre de 2014
Tras la manifestación del 11 de septiembre de 2012 el presidente’ Mas tomó la iniciativa y exigió un referéndum de autodeterminación para Cataluña y el 25 de septiembre, Artur Mas anunció que adelantaba las elecciones previstas para 2014 y que estas se celebrarían el 25 de noviembre. Dos días después el Parlamento de Cataluña aprobaba una resolución en la que instaba al gobierno catalán la celebración de una «consulta» en la que «el pueblo de Cataluña pueda determinar libre y democráticamente su futuro colectivo». Esa resolución se convirtió en el eje de la campaña electoral de Artur Mas durante la cual pidió una «mayoría indestructible» y se presentó como la encarnación de «la voluntad de un pueblo».
El «giro independentista» de Artur Mas, en lo más bajo de su carrera política, acosado por la impopularidad de sus políticas de ajuste neoliberal y erosionado por la corrupción de CiU (”caso Pujol” y “caso 3%”), les permitió a las élites políticas catalanas rehabilitarse y recomponerse, reorientando el conflicto social que había emergido con el 15-M hacia un enemigo exterior: el Estado español.
CiU, la coalición que encabezaba Mas, se presentó con un programa en el que abandonó el marco autonómico y ERC se planteó atraer al independentismo a los castellanohablantes, el 50% de la población, defendiendo que el castellano también sería «oficial en la República catalana.
Aunque CiU sufrió un descalabro, perdió 12 escaños, tanto ERC como Iniciativa per Cataluña-Verds (ICV) aumentaron su representación parlamentaria (ERC consiguió 11 diputados más e ICV 3 más), y además la CUP entró en el Parlamento de Cataluña con tres diputados por lo que se configuró una mayoría «soberanista». Mas fue de nuevo investido por el parlamento autonómico como presidente de la Generalidad. En cuanto a los partidos constitucionalistas Ciutadans triplicó su representación pasando de 3 a 9 diputados, mientras que el PSC obtuvo 20 escaños y el PP 19.
El 23 de enero de 2013 el Parlamento de Cataluña aprobó la «Declaración de Soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña». En ella se acordó «iniciar el proceso para hacer efectivo el ejercicio del derecho a decidir». La votación de esta declaración provocó una grave crisis en el seno del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) pues cinco de sus diputados apoyaron la declaración mientras que el secretario general del partido Pere Navarro y la mayoría de los diputados del grupo socialista se opusieron.
Poco después, el 11 de abril, se constituyó el Consejo Asesor para la Transición Nacional cuya misión era proponer las leyes que habría que ir aprobando para dar respaldo jurídico a la ruptura con España, proceso que se concretaría más adelante con la Ley de Transitoriedad.
El 26 de junio se reunió en el Parlamento de Cataluña el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, que agrupaba a todo tipo de entidades y organizaciones sociales, políticas y sindicales. El acto estuvo presidido por Artur Mas y por la presidenta del Parlamento de Cataluña, y en él se aprobó la propuesta de la celebración de una consulta para que los ciudadanos catalanes pudieran decidir su futuro político.
En la Diada del 11 de septiembre una gran cadena humana unió de norte a sur el territorio de Cataluña en la que se llamó la Vía Catalana hacia la Independencia. El 12 de diciembre, los partidos defensores de la «consulta» (CiU, ERC, ICV y CUP) acordaron la pregunta («¿Quiere que Cataluña sea un Estado?» y «En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?») y la fecha de la misma, fijada para el 9 de noviembre de 2014.
En enero de 2014 el parlamento de Cataluña aprobó una moción por la que se solicitaba al Congreso de los Diputados la cesión de la competencia para la celebración de un «referéndum consultivo», pero el 8 de abril la petición fue rechazada por el pleno por una abrumadora mayoría. La respuesta del parlamento de Cataluña fue elaborar su propia ley de consultas, aprobada el 19 de septiembre, para amparar legalmente la convocatoria prevista para el 9 de noviembre. Precisamente el apoyo a la «consulta del 9-N» fue el lema fundamental de la gran manifestación del 11 de septiembre de 2014 .
Mes y medio antes de la Diada, el 25 de julio de 2014, el que hubiera sido presidente durante 23 años, Jordi Pujol, reconoció en un comunicado haber ocultado a la Hacienda Pública durante 34 años «un dinero ubicado en el extranjero», según sus afirmaciones procedente de su padre. La confesión de Jordi Pujol generó gran controversia política. Unas horas antes de hacer público el comunicado Jordi Pujol se reunió con Artur Mas para adelantarle la noticia, que iba a suponer su «hundimiento político y moral». A partir de ese momento Mas comenzó los planes para la «refundación» de Convergencia Democràtica de Catalunya.
El 9 de noviembre de 2014 se celebró el proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña convocado por el presidente de la Generalidad Artur Mas en contra del Gobierno español y de la ley: con una participación estimada del 37,02%, el 80,76% votó a favor de que Cataluña fuera un Estado independiente. No hubo intervención policial para impedir la celebración de la consulta.
(2015-2017) Puigdemont y el referéndum ilegal del 1º octubre 2017
El 27 de septiembre de 2015 se celebraron elecciones autonómicas «plebiscitarias» en las que ganó la coalición independentista Junts pel Sí. Accedió al cargo de presidente de la Generalidad de Cataluña Carles Puigdemont como solución de compromiso con la Candidatura de Unidad Popular (CUP), formación independentista que resolvió impedir una nueva investidura de Artur Mas.
En septiembre de 2017 el Parlamento catalán aprobó la Ley del referéndum de autodeterminación, que fue suspendida por el Tribunal Constitucional. El 1 de octubre de 2017 se celebró el referéndum de independencia convocado por el presidente de la Generalidad Carles Puigdemont, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional. La Policía Nacional y la Guardia Civil entraron en algunos colegios electorales para interrumpir la votación y requisaron las urnas, produciéndose escenas violentas. Con una participación del 43,03%, el 90,18% votó a favor de la independencia. Además, el Parlamento catalán aprobó la Ley de transitoriedad jurídica para establecer el marco legal transitorio hasta la constitución de la república catalana, que fue suspendida por el Tribunal Constitucional. El 27 de octubre de 2017 se aprobó en el Parlamento de Cataluña la declaración unilateral de independencia, que no fue reconocida por ningún Estado del mundo. Ese mismo día el Gobierno de España presidido por Mariano Rajoy intervino la autonomía de Cataluña mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, destituyó al presidente Puigdemont y se convocaron nuevas elecciones al Parlamento catalán..
(2018-2021) Juicio del proces. Quim Torras
Se detuvo y condeno a 18 políticos que intervinieron en el proces, bajo la acusación de rebelión, sedición, y malversación de fondos públicos y se les condenó a sentencias de entre 9 y 13 años de prisión. Cinco políticos huyeron al extranjero (entre ellos Puigdemont). El 22 de junio de 2021 el Gobierno de Pedro Sánchez indultó a todos los condenados y los nueve que estaban en prisión salieron de la cárcel al día siguiente. El 10 de junio de 2024 se dicto la Ley de amnistía a los intervinientes en el proces pero quedó fuera el delito de malversación de fondos por lo que Carles Puigdemont sigue huido de la justicia española y reside en el extranjero
Electo en las elecciones de 2017 Quim Torras fue elegido diputado por Junts y fue investido presidente de la Generalidad de Cataluña en mayo de 2018, poniéndose al frente de un gobierno de coalición entre Junts y ERC. En septiembre de 2020, cesó en el cargo tras la sentencia del TS por la que fue condenado, como autor de un delito de desobediencia, a las penas de multa e inhabilitación especial para cargo público y se convocaron nuevas elecciones anticipadas.
(2021-2024) Pere Aragonés y Salvador Illa
En las elecciones autonómicas anticipadas del 14 de febrero de 2021, el PSC ganó las elecciones, pero los partidos independentistas ERC, Junts y la CUP obtuvieron 74 diputados de 135, es decir, la mayoría absoluta de escaños. ERC y Junts tras varias negociaciones acuerdan formar una coalición y Pere Aragonès (ERC) fue elegido presidente de la Generalidad . Tras la ruptura de la coalición de gobierno con Junts, Pere Aragonès reorganizó su gobierno para sustituir a los exconsejeros de Junts, y anuncia la convocatoria de elecciones autonómicas para el día 12 de mayo de 2024. Tras los resultados la única posibilidad lógica de pacto parecía ser un pacto entre PSC y ERC para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalidad. El pacto alcanzado el 29 de julio de 2024 ponía como prioridad la soberanía fiscal de Cataluña, para que la Agencia Tributaria de Cataluña recaudara el 100% de los impuestos de los catalanes y la condonación de la deuda con un importe de unos 17.000 millones
El viaje de ida y vuelta de Carles Puigdemont
Carles Puigdemont, anunció luego de los resultados de las elecciones que estaría «presente» en la investidura de cualquier candidato a la presidencia de la Generalidad, ya fuera él o no El día de la investidura de Salvador Illa, Puigdemont convocó a sus seguidores y dio un breve discurso pero ante su detención desapareció y burló a las fuerzas de seguridad del estado. El secretario general de Junts dio a conocer que Puigdemont se encontraba «fuera del estado español», además de confesar que Puigdemont había estado en Barcelona desde el 6 de agosto sin ser detenido
ANEXO ESTADÍSTICO
Lo cierto es que el crecimiento del independentismo se produjo sobre todo en 2012, dos años después de la sentencia del TC sobre el Estatuto de 2006, por lo que no se corrobora un efecto sustancial de la misma. En el contexto turbulento de la crisis económica, las antiguas elites moderadas de Convergencia optaron por la segunda opción, sumándose al independentismo de Esquerra
Hay quien considera que fue la crisis financiera de los anteriores años la que convirtió el movimiento independentista, hasta entonces muy limitado («era cosa de individuos aislados y por lo general pertenecientes a la clase media o alta»), en un cauce ideal para el descontento de la población y sobre todo de los jóvenes, especialmente castigados por la crisis y desengañados de cualquier proyecto político. El “procés” fue la revuelta de personas enamoradas de sí mismas. Es evidente que se consideran mejores que el resto».
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Los españoles deben responder ante la ley por sus actos, pero el Gobierno y la Generalitat han adoptado la estrategia de supervivencia concediendo privilegios legales y políticos a una minoría parlamentaria que forzó el orden constitucional y que continúa trabajando en el desmantelamiento del Estado en Cataluña y contra la integridad territorial de España».
El chantaje del secesionismo cosecha un triunfo tras otro gracias al entreguismo de los gobiernos de España y de la Generalitat de Cataluña. El Gobierno de Pedro Sánchez con el gobierno de la Generalitat, nacionalista a la sombra, ha abandonado la defensa del bien común y del interés general y que rechaza la agenda secesionista de los que consideran «
Negociar con un prófugo asuntos de gobierno que afectan a todos los españoles, hacerlo fuera de territorio español y recurriendo a la figura de un mediador evidencia la ausencia total de valores e inexistencia de líneas rojas de los responsables».
Cualquier mejora del sistema de financiación autonómica debe beneficiar a todos los españoles; a los catalanes, también pero no solo. Salvador Illa ha renunciado a la oportunidad histórica de liderar una Cataluña libre de totalitarismos. La Ley de Amnistía y la sumisión a quienes abrieron un abismo entre catalanes hay que dar un paso al frente en la defensa del Estado democrático de derecho.